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ERNESTO CASTRO | Filósofo y profesor de la Complutense, presenta hoy en Gijón su libro "El trap. Filosofía millennial para la crisis en España"

"Se llama trap a muchos géneros musicales que no entraban ahí"

"Cuando Rosalía intenta convertir a 'Los Chichos' en un aria wagneriana estamos ante algo intrínsecamente cómico o paródico"

Ernesto Castro.

Tiene fama de no dar dos charlas iguales, así que el filósofo Ernesto Castro (Madrid, 1990) se pondrá hoy a lo que disponga Víctor Guillot Monroy en la esperada presentación de "El trap. Filosofía millennial para la crisis en España". Será a las siete y media de la tarde en el Centro de Interpretación del Cine en Asturias (CICA), en Gijón. El también profesor de la Complutense llega, además, con una polémica por la ilustración del volumen que edita Errata Naturae. El "trapero" Yung Beef ha denunciado un uso indebido de su imagen.

-¿Qué lleva a un doctor en Filosofía y profesor a interesarse por el trap?

-Mi carrera es una suerte de cadena de montaje de parados y precarios. Y, según mi tesis, el trap es la metamúsica de la crisis. No en balde, el año en que surge, en 2013, hay un 55 por ciento de paro juvenil, con personas por debajo de los 25 años. Además de esta circunstancia sociológica, a los filósofos siempre les ha interesado la música: desde Platón a Adorno, pasando por San Agustín, Rousseau o Schopenhauer, y el trap es la música de nuestro tiempo.

-Relaciona el auge del trap con el estallido de la última crisis económica. ¿Por qué?

-Me convence la tesis materialista por la que la superestructura ideológica y cultural de una sociedad viene determinada por su base económica y política. En ese sentido, de una manera u otra y en última instancia, todos los fenómenos de los últimos años -desde el soberanismo al trap- son derivados de factores económicos. Ocurre igual con el estallido o la consolidación de medios como Twitter, Instagram y Facebook. Sin esos tres medios, el trap no se hubiera consolidado como escena urbana musical.

-¿La fragmentación identitaria que se asocia a la posmodernidad ha sido negativa?

-No. Quisiera recordar una declaración que hizo El Coleta a propósito de la presentación del "docuficción" "Quinqui Stars". Un periodista le preguntó si no creía que los quinquis tenía más conciencia de clase que los raperos. Y respondió: disculpe, cuando los quinquis pegaban tirones a las señoras, pues robaban a la clase trabajadora. Creo, sinceramente, que esta idea por la que la posmodernidad ha acabado con la conciencia de clase es un camelo. Y es, además, un camelo idealista. Son las condiciones estructurales de la economía actual las que impiden seguir hablando de la clase trabajadora compuesta por señores que fuman Ducados vestidos de mono azul. La clase trabajadora se ha ido transformando y ya no es la misma que en el siglo XX o en el XIX. La conciencia de clase se va articulando de manera distinta. El fútbol, por ejemplo, que siempre se ve como algo apolítico, también es "impolítico": moviliza una serie de pasiones locales con las que la clase trabajadora se ha identificado más que con el lema "proletarios del mundo, uníos".

-¿Podemos hablar de un trap español con características propias?

-Sí. En mi libro no dedico apenas una palabra al trap de Estados Unidos. Lo que me interesa es analizar mi generación. Aunque se hable de manera rimbombante de la globalización, mi generación está definida en términos nacionales. Lo que me interesa es saber cuál es la ideología de los millennial a través de una música con características propias. Es más, en España es uno de los pocos lugares en los que el trap se considera un género independiente del rap.

-¿Cuáles serían esas características del trap español?

-No se entiende la segregación del trap del rap sin tener en cuenta el paradigma de lo que yo denomino el "rap virtuoso"; esto es, en España se configura un paradigma por el que para ser rapero uno tiene que ser virtuoso. En primer lugar, virtuoso poéticamente y políticamente (de izquierdas o no parecer de derechas) y, también, en el mismo sentido etimológico del término. Como se sabe "vir" significa "varón" en latín. El rap era una cosa hecha por y para hombres. Lo que hace el trap español es romper con esas tres formas de virtuosismo. Hasta aquí se había entendido que la voz era simplemente el canal por el que se emitía el mensaje, una obsesión del rap, junto con la del compromiso político o la literatura. Lo que hace el trap es potenciar los aspectos rítmicos, armónicos y melódicos.

-¿Rosalía hace trap o "flamenkistch"?

-Yo utilizó la expresión "flamencamp" y, además, en un doble sentido: fusión entre cante jondo y música urbana, donde estarían Maka, De la Fuente o Moncho Chavea; el otro sentido del término es específico y me refiero a la categoría estética definida por Susan Sontag, quien dijo que el "camp" era una pretensión de seriedad fallida al convertir los viejos referentes plásticos en objetos de burla o comicidad. Cuando Rosalía intenta convertir a "Los Chichos" en un aria wagneriana es algo intrínsecamente cómico o paródico.

- O sea, no hace trap...

-No. Es una categoría abandonada por casi todos los artistas que podían llevar la joya. Por eso hablo de un filón transgénero al trascender los géneros y funciona como una sinécdoque, la parte por el todo. Se ha llamado trap a muchos géneros que en principio no entraban ahí, incluido el reggaeton. El trap no refiere tanto a su estilo definido como a una metamúsica, algo que va más allá de lo sonoro. Si uno define así el trap, Rosalía es trap, pero si vamos a una definición más estrecha, no lo es.

-No podemos hablar de su libro sin hacerlo de la reciente polémica por la denuncia de Young Beef.

-En internet se ha creado una sospecha por la que esta polémica sería algo pactado entre Fernando Gálvez Gómez, que es como se llama Young Beef, y un servidor. La verdad es que me parece una sospecha tan deliciosa que ni la confirmo ni la niego.

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