Un experimento realizado desde 1976 en el Teide, en Tenerife (Canarias), ha confirmado una de las predicciones de la teoría de la relatividad de Einstein, la dilatación del tiempo o cómo un cuerpo con mucha masa es capaz de curvar el espacio-tiempo. Eso supone, por poner un ejemplo, que desde que desaparecieron los dinosaurios la Tierra ha envejecido más rápidamente que el Sol, en concreto 114 años más.

El grupo de Heliosismología del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) comenzó a mediados de los años 70 del siglo pasado un experimento en el Observatorio del Teide para medir las diferencias de velocidad de la luz entre el Observatorio y la turbulenta superficie del Sol, y así poder identificar las ondas sísmicas que se propagan por el interior de la estrella.

Antonio Eff-Darwich, uno de los miembros del grupo de investigación, explica en un artículo publicado en la revista "Hipótesis" que gracias a estas observaciones han desarrollado técnicas para medir los patrones de velocidad entre el Sol y la Tierra y evaluar con gran precisión la dilatación del tiempo. Las mediciones indican que si una persona observara desde la Tierra un reloj en el Sol, vería que después de un año terrestre, ese reloj estaría retrasado un minuto.

La teoría de la relatividad dice que un cuerpo con mucha masa (en realidad muy denso) es capaz de curvar el espacio-tiempo, por lo tanto un haz de luz debería tardar más tiempo en atravesar la curvada malla espacio-tiempo de un cuerpo muy masivo frente a otro con poca masa (donde la malla es recta). Sin embargo, la realidad no suele ser tan lógica y la luz tarda lo mismo, independientemente de la masa del objeto situado en esa malla espacio-tiempo. Si la luz tarda lo mismo en moverse por una malla espacio-tiempo curvada o recta o, dicho de otra forma, no se ve perturbada en su velocidad por el campo gravitatorio creado por la masa de los objetos, entonces es que el tiempo debe transcurrir de manera distinta cuando hay un campo gravitatorio intenso o débil.