El teatro Jovellanos acierta al programar en el Festival de Jazz una propuesta avanzada y diferente de la mano del pianista Christophe Chassol. Teniendo en cuenta que el Festival de Jazz en los últimos años se ha extendido por diferentes puntos de la ciudad, con programaciones en distintos centros culturales situados en barrios periféricos, donde podemos escuchar jazz más tradicional y donde se repiten una y otra vez los sempiternos estándares de jazz extraídos del Real Book, es labor del Jovellanos ir un paso más allá y apostar por las nuevas creaciones y las propuestas más vanguardistas; aunque rocen los límites de la clasificación dentro del género jazzístico y aunque el público no responda, como es el caso de este concierto que se quedó en media butaca.

Chassol presentó "LUDI", una obra inspirada en la novela "El juego de los abalorios" del premio Nobel de Literatura Hermann Hesse, en la que combina proyecciones fílmicas, música grabada y música en directo. La obra de Chassol se estructura en cinco partes y una introducción, en la cual queda explícita la conexión con la obra de Hesse con la proyección del texto, bien sobre pentagramas o directamente del libro, y en la que Chassol captura cada sílaba de los versos con notas musicales al estilo Hermeto Pascoal. Impactante fue la sincronización de imagen y sonido de la primera parte "Un Jeu de Peries de Verre", en la que disfrutamos de una mezcolanza de sonoridades emitidas por niños jugando en parques, improvisaciones en directo del batería Mathieu Edouard junto con los teclados de Chassol y un trío de voces y una flauta travesera que formaban parte de la proyección.

La segunda parte "Arcades & Jeux de Mains", en la que los videojuegos clásicos eran los protagonistas, estuvo excesivamente larga y menos inspirada al crear ambientes oníricos sin definición. Algunos espectadores se aburrieron y optaron por abandonar el teatro perdiéndose lo mejor de la obra de Chassol a mi juicio: la recreación de "Concerto pour Flute & Basket Ball". Esta parte ofreció una amalgama rítmica compleja y rica en texturas en perfecta sincronización con los movimientos del balón, destacando la labor del batería y las improvisaciones de la flauta travesera. Todo un espectáculo que dejó ensombrecidas las dos últimas partes, que también presentaron aspectos novedosos e interesantes musicalmente hablando, aunque no tanto como la recreación del baloncesto.

Como propina los dos músicos presentes en el escenario demostraron sus habilidades técnicas y creativas en directo, causando el agrado del público que reclamó algo más. En el bis se ofreció la proyección de un trabajo anterior titulado "Odissi", en el que pudimos ver danzas de mujeres indias. Resulta singular ver la deconstrucción de las danzas al incorporar música totalmente diferente y darle un sentido totalmente nuevo. Sin duda, una novedad muy atractiva.

Chassol entiende el jazz de una manera singular y es capaz de sumergir al espectador en ambientes sonoros que invitan a la reflexión sobre los límites de la música. Todo un acierto para este Festival de Jazz que se consagra como referente del género.