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De los Fierro a Patxi Andión

El malogrado cantante emparentó con los dueños del castillo de Soto del Barco a través de su suegra, uno de los grandes amores de Alfonso González-Fierro Viña

Vista del castillo de Soto del Barco. RICARDO SOLÍS

Es poco probable que el cantante Patxi Andión, fallecido el pasado miércoles a los 72 años en un accidente de tráfico en Soria, haya estado alguna vez en el castillo de San Martín, en Soto del Barco. Poco probable, pero no imposible.

Porque Andión estaba casado con Gloria Monis, hija a su vez de la actriz Ana Castor ( Ana Pliego), quien durante 35 años fue pareja sentimental de Alfonso González-Fierro Viña, miembro de la dinastía de empresarios asturiana -con origen en León- propietaria a lo largo de su historia de bancos e industrias tabaqueras y de fósforos, además de un nutrido patrimonio inmobiliario, en el que figura la citada fortaleza sotobarquense, vigía de la ría del Nalón.

Así de refilón, el cantautor que alcanzó su mayor pico de éxito durante la Transición ha tenido su vínculo (lejano, pero existente) con Asturias debido a su familia política.

De los Fierro a Patxi Andión hay unas cuantas décadas salpicadas de relaciones extraconyugales, hijos ilegítimos, herencias y escándalos que el paso del tiempo y la cada vez más abierta sociedad española han permitido, si no olvidar, sí arrinconar.

Ana Castor fue pareja sentimental durante más de 35 años de Alfonso (o Ildefonso) González-Fierro Viña, nieto de Toribio González Fierro, fundador de la estirpe de empresarios leonesa que se asentó en el estuario del Nalón a finales del siglo XIX y transitó por el siglo XX acumulando una fortuna que apuntaló un exitoso emporio industrial y societario en España. Cuando en 1994 Patxi Andión se casó con su hija Gloria Monis -fruto de una relación anterior de Castor-, Alfonso Fierro y la actriz llevaban ya unos cuantos años juntos: una relación que nunca ocultaron pero que tampoco formalizaron. De hecho, el empresario siguió casado hasta el final de sus días con Trinidad Jiménez-Lopera Álvarez, con la que tuvo cuatro hijos.

La doble vida de Alfonso Fierro siempre fue un secreto a voces, del que se habló abiertamente cuando este murió en 1998, pero por poco tiempo. Recogen las crónicas que dos semanas antes de fallecer el industrial dejó a Castor para volver con su esposa. La ausencia de escándalos públicos propiciados por alguna de las partes -la familia oficial y la oficiosa- hizo que la historia -con todos los ingredientes para alimentar el hambre voraz de amores imposibles y cuernos de las páginas de las revistas del corazón- se apagara rápidamente.

Con la discreción con la que se resolvió el asunto tuvo que ver posiblemente lo bien que lo dejó todo encarrilado Alfonso Fierro. Este aseguró para Castor y para la hija que tuvo con ella y a la que reconoció, Alexandra Fierro Pliego -hermana por parte de madre de Gloria Monis y, por tanto, cuñada de Andión-, una buena posición económica. Ni la actriz ni su hija figuraron en la esquela de los Fierro. Públicamente no se supo cómo les sentó.

Pero lo que quedó claro es que los dos amores del empresario, Ana Castor y Trinidad Jiménez-Lopera, optaron por tragarse los sapos con discreción: la primera, al ser ignorada cuando murió Fierro; la segunda, al transigir que su marido tuviera una amante durante décadas.

Este y Castor eran habituales de Marbella y Montecarlo, según "La Otra Crónica". No es conocido que Fierro llevara a la actriz y a su hija al castillo familiar de San Martín. La fortaleza fue disfrutada sobre todo por su hermano Ignacio, quien se encargó de rehabilitarla -no sin cierta polémica en la época por acometer nuevas construcciones en un recinto de valor histórico- y donde pasó sus últimos días.

Su mujer, Yolanda Eleta, y su hermana Cuqui Fierro -una habitual de las fiestas sociales madrileñas y de las páginas del corazón- no han perdido el vínculo con Soto del Barco, donde en 2015 participaron en un homenaje a la familia.

La fortaleza, que se sepa, sigue en manos de los Fierro, pese a que cada poco se habla de la intención de la familia de deshacerse de la propiedad quizá más emblemática de la dinastía.

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