Una sociedad francesa de primeros de siglo donde el fantasma de la discriminación racial impregna el tenso ambiente diario y unos jóvenes que se apoyarán en la violencia como altavoz para hacer oír sus reivindicaciones. Ese es el punto de partida de la obra "Gazoline" que "LaJoven Compañía" interpretará el domingo, a las 19.30 horas, en el teatro Jovellanos, bajo la dirección de José Luis Arellano, con quien charlamos.

-¿Qué se va a encontrar el público?

-"Gazoline" es una obra de Jordi Casanova, dentro del proyecto "LaJoven", que nació para dar visibilidad a jóvenes intérpretes y, más aún, a actores racializados. En este caso, los protagonistas son cinco chicos negros del extrarradio parisino y la obra cuenta cómo ven ellos, tercera generación de inmigrantes, la Europa contemporánea.

-Hay una frase que se incluye en la obra: "Que sepan que existen". Es el reflejo de esa juventud a la deriva.

-Totalmente. Es un tema muy candente en toda Europa, no solo el nacimiento de los nacionalismos, sino el sentido de desarraigo que sufren los jóvenes de entre 16 y 23 años, que no se sienten identificados con los valores que les hemos transmitido, no sé si de forma errónea, desde la adultez. Se sienten absolutamente al margen y necesitan saber que los demás los escuchan y que existen. Y para ello no encuentran otra forma de hacerse oír que utilizando la violencia.

-¿Y eso es positivo?

-La obra deja que sea el espectador el que decida, sin justificar la violencia en ningún momento. Se abre la pregunta de si es mejor ejercer la violencia o la palabra para hacerse oír.

-Cuando pensamos en el problema de la inmigración se nos vienen a la cabeza las pateras o el salto de la valla, pero no estas nuevas generaciones que se sienten ajenos al lugar donde viven.

-Eso es. La obra transcurre en Francia, pero podría ser en España, es una metáfora de lo que ocurre en toda Europa. Los chavales son franceses, pero no se sienten franceses porque les han dicho que por su color no lo son. Una situación similar a lo que les ocurre a nuestros actores: son de Leganés o Barcelona, pero siempre se les pregunta que de dónde son en realidad, cuando nacieron y vivieron en España toda su vida. Por eso se sienten al margen de una sociedad que les asume sus obligaciones, pero no sus derechos.

-Llama la atención que en el año 2020 se tengan que seguir haciendo proyectos como estos para visibilizar y fomentar la diversidad étnica en el teatro y en la propia sociedad.

-Sí, es tremendo. Y debemos hacer autocrítica: nosotros tenemos patios de butacas multicolor y, sin embargo, tenemos nuestros escenarios llenos de blanco, aun cuando muchos actores negros, asiáticos o negros de gran nivel. Nos preguntamos por qué la gente no va a los teatros y, muchas veces, la culpa la tenemos nosotros por no reflejar realidades que existen hoy en día en la sociedad.

-La obra es, a fin de cuentas, una lucha entre la esperanza y el desasosiego.

-Sí. Se plantea esa lucha al espectador, pero Jordi Casanova consigue lograr que gane la esperanza frente a lo negativo. Se impone la capacidad que tiene el ser humano de amistarse, de poder viajar en compañía del otro. Al final, estos cinco jóvenes, desarraigados incluso entre ellos, acaban unidos como una gran familia. Es un alegato al amor y la amistad, es una obra muy esperanzadora que refrenda que nos hacen falta cosas muy pequeñas, como conocer al otro, para entendernos.

-¿Cómo es trabajar con actores tan jóvenes?

-Absolutamente enriquecedor. Yo que también trabajo con actores adultos me doy cuenta de que ellos ya viven la profesión desde otro punto de vista. Los jóvenes tienen toda esa energía, ese amor, esa vitalidad absolutamente impolutos en una profesión tan bonita pero también tan dura como esta. Los jóvenes tienen todo eso mucho más virginal y conectan mejor con las pasiones más esenciales del teatro: amor, pasión, odio o violencia.

-Van a representar también la obra para centros educativos, buscando educar a través del arte.

-Claro. Queremos contar historias que hagan que los jóvenes se sientan muy identificados. Así podemos educar en valores y presentar el teatro como un espejo de la sociedad.

-¿Hacia dónde va el futuro de "LaJoven"?

-Seguir trabajando por y para los jóvenes, para que puedan tener un sitio para trabajar. Espero que en un futuro breve podamos tener un lugar concreto para establecernos y que el país pueda tener un lugar para disfrutar del teatro de los jóvenes. Es fundamental tener ese espacio laboral para poder asentarse.