El asturiano Arturo Obegero enseña sus manos y, como si se tratase de estigmas, revela las heridas que le ha dejado la máquina de coser de 25 centímetros con la que está terminando en soledad la colección con la que se estrenará en dos semanas en la Semana de la Moda de París.

Obegero, de 26 años, está tan orgulloso de sus llagas que las comparte con una sonrisa altanera: "Es duro, pero lo valoro porque me doy cuenta de que todas las prendas que hago son muy personales porque las hice yo desde el minuto cero, eso les da alma", dice.

Natural de Tapia de Casariego, Obegero, hijo de un profesor de surf y una médica, se crio entre playas en un ideal bohemio que parece haberle dado alas para soñar. Los libros de su tía Lola, "una loca de la moda" que le regaló un volumen sobre Yves Saint Laurent, despertaron su curiosidad sobre un mundo al que no pertenecía.

Detrás del negro azabache que define los severos códigos estilísticos de Obegero hay un cuidado por el patronaje y la silueta que él defiende como una herencia de su principal influencia, Cristóbal Balenciaga. "Es mi héroe. Me encanta cómo mezclaba la sobriedad y la severidad del Norte con lo superopulento del Sur, la cultura de la tauromaquia y el flamenco, y cómo lo hacía de forma pura, minimalista. Eso es a lo que aspiro, a crear algo que tenga muchas referencias pero que a la vez sea limpio, sensual y romántico", asevera. A largo plazo se ve dirigiendo una gran "maison": "Quiero ser el primer español que dirija Balenciaga, después del creador", lanza.