Armando Anthony Corea (1941, Chelsea, Massachusetts), más conocido como Chick Corea, es, posiblemente, uno de los pianistas vivos más influyentes en la historia de la música contemporánea. Solo en el terreno del jazz y sus fusiones, su nombre figura en los créditos del histórico "Bitches Brew" de Miles Davis, con quien trabajó a finales de los sesenta, suyo es el proyecto "Return to forever", la joya "Crystal Silence", junto a Gary Burton, o composiciones como "Spain". Desde los setenta y los ochenta, sus años de la fusión, Corea ha venido grabando multitud de discos (casi un centenar en toda su carrera), tanto en el terreno del jazz como del piano clásico, multiplicándose en colaboraciones y atesorando premios "Grammy". Ahora ha vuelto a la carretera con el contrabajista Christian McBride y el batería Brian Blade. Con este formato trío, "Trilogy", Corea, a punto de cumplir 80 años, estará el próximo sábado, 7 de marzo, a las 20.00 horas, en Oviedo, en el teatro Campoamor (45/29 euros). Aquí adelanta algunas claves de su concierto a LA NUEVA ESPAÑA.

- ¿Después de más de sesenta años grabando y tocando música, qué visión tiene de su propia carrera?

-No pierdo el tiempo, de verdad, en mirar al pasado, salvo que sea para estudiar a los maestros de este oficio, desde Mozart a Scarlatti pasando por Duke Ellington y Miles Davis. El futuro está en el presente y en la imaginación. Eso es a lo que yo llamo visión y ese es el lugar donde me gusta estar.

- ¿Y cómo se las apaña uno para sentarse todos los días al piano e improvisar, para seguir siendo creativo noche tras noche?

-Esa es mi alegría de vivir, mi gozo diario, crear. Y crear, y crear, y crear. Cualquier otra cosa sería un poco como ver la muerte acechando.

- Es pianista de jazz y clásico, con muchos registros. ¿Hay alguna diferencia para usted entre tocar Monk o tocar Mozart?

-El arte es subjetivo. Los dos, Monk y Mozart, son maestros del piano, y ocupan el mismo lugar en los cielos de la creatividad. Por un lado son absolutamente diferentes, pero al mismo tiempo comparten la misma búsqueda de la composición musical y la interpretación pianística.

- ¿Qué le interesa del campo del piano clásico?

-Me interesa todo. Lo que más, los compositores, porque sin ellos no habría "piano clásico". En ese sentido, las interpretaciones de las composiciones son parte del arte de los compositores. Por otra parte, no habría piano clásico sin los intérpretes. Es una colaboración.

- ¿Considera el arte, la música y el jazz, como una progresión, una evolución?

-Lo que creo es que cada persona viva es potencialmente artística y debería tener sus propios juicios sobre el arte, la música y la vida. Es mejor, incluso, si crea arte, como hace la mayoría de las personas, de una forma u otra.

- ¿Qué opina de la música electrónica?

-Lo "electrónico" es una parte del mundo físico, como los pianos o los violines. Son herramientas que utilizamos los creadores para hacer música, pero la calidad de lo que hacemos no tiene nada que ver con los instrumentos.

- No puedo dejar de preguntarle sobre Miles. ¿Cuando tocó con él ya intuía el peso que iba a tener en la historia de la música?

-El peso de la influencia de Miles ya se sentía en 1947, cuando le escuché por primera vez en una grabación con el quinteto de Charlie Parker. A lo largo de su vida, y después, esa influencia en la música mundial no hizo más que crecer. Y lo sigue haciendo

- ¿Qué significan lo "latino" y España para usted, al margen de su amigo Paco de Lucía?

-Siempre sentí una conexión personal con el mundo hispanohablante y su cultura. De alguna forma, el mundo latino tiene los sabores de mi educación italiana en Estados Unidos: la comida, la familia, el idioma, etcétera. Además, la del mundo latino y africano se adaptó mejor a mi temperamento desde temprana edad. Mi único lamento es mi incapacidad para hablar bien español, aunque cada año aprendo un poco más.

- ¿Recuerda la primera vez que escuchó flamenco y lo que sintió?

-Paco de Lucía es mi amigo, profesor y mentor flamenco. Él fue quien me presentó a la familia flamenca en 1972.

- Llega al Campoamor con Christian McBride y Brian Blade. ¿Qué nos puede decir del trío y de lo que harán en el concierto?

-Nunca sabemos qué dirección tomará el trío cada tarde. Ese es el espíritu y la forma en la que lo hacemos, por lo que es imposible predecir o explicar nada más. Será tarea del público. ¡Tenemos muchísimas ganas de ir a tocar a Oviedo!