Pese a todo, Roman Polanski se hizo en la noche del viernes con el premio "César" del cine francés como mejor director por "J'accuse" ("El oficial y el espía", según el título en España) y fue inevitable que ardiese París.

En la capital francesa las organizaciones feministas salieron a la calle y se manifestaron frente a la Sala Pleyel con carteles en los que acusaban al director polaco de violador, al cine de culpable y al público de cómplice. Él no fue a la ceremonia, pero fue el protagonista indiscutible de una gala a la que llegaba, con su interpretación del caso Dreyfus, con doce nominaciones, que se materializaron en tres premios: el citado de mejor director, además de mejor vestuario y mejor adaptación.

La mejor película fue "Les Misérables", una ópera prima de Ladj Ly, que se llevó en total cuatro estatuillas. Esta estaba empatada a nominaciones con la de Roman Polanski, quien además de ser increpado en la calle también fue objeto de burlas y críticas por algunos presentadores. "¿Qué hacemos con Popol? Sabéis bien de quién hablo. ¿Aplaudimos o no? (...) Vamos a tener doce problemas esta noche", dijo al inicio la presentadora, Florence Foresti. Cuando ganó el primer "César" una decena de personas abandonó la sala. Entre ellas, Adèle Haenel, nominada a mejor actriz por "Portrait de la jeune fille en feu", y su directora, Céline Sciamma, al grito de "¡Qué vergüenza!".

Polanski, del que no se leyó un mensaje en su nombre, no acudió -dijo- para "proteger" a su familia. Es consciente de que quien calla, otorga, pues no ir a París le impidió "hacer frente a un autoproclamado tribunal de la opinión pública dispuesto a pisotear los principios del Estado de derecho para que lo irracional triunfe de nuevo". Tuvo el respaldo de su equipo.

Los "César" han tenido ración doble de polémica este año, ya que un buen número de artistas cuestionaron la ausencia de mujeres en su directiva, que ha dimitido en bloque para facilitar la renovación.