Raúl Arévalo (Móstoles, Madrid, 1979) tiene tres premios "Goya": uno como actor, por "Gordos", y los otros dos como guionista y director de "Tarde para la ira". Está en Avilés esta semana para estrenar mañana "Traición" en el teatro Palacio Valdés (20.15 horas), una tragedia de amor y tristeza que presentó Harold Pinter a finales de los setenta en Londres y que, desde entonces, se ha transformado en un clásico entre los clásicos.
- No se puede empezar mejor en su profesión, en la serie "Compañeros".
-Estuve un año. Cuando yo entré, era la pandilla nueva y fue el momento en que la serie cayó en picado. Así que, en mi primera experiencia profesional combiné la con la ilusión que eso conllevaba con ver desde dentro cómo la serie en que trabajaba no iba a ningún sitio. Lo recuerdo con mucha alegría, pero también con una sensación extraña en mi cuerpo. Se percibía que algunos de los que estaban allí llevaban muchos años trabajando, con mucho éxito, pero también con mucho queme. Es interesante esto que me pregunta, no se crea. Veías a los equipos quemados, con ganas de hacer otra cosa, pero los que estábamos allí éramos niños de 19 años. Estuve diez meses haciendo que me gustaba mucho, pero conviviendo con el desgaste.
- ¿Y cómo le despidieron?
-Ya se iba sabiendo. Decían: "Que no se va renovar para la siguiente temporada", "que cuando termine no va a haber otra". No fue un caso de estos, que también pasan, en los que te dicen: "El martes que viene ya no se emite". La decadencia de "Compañeros", porque no había tantas series, se fue sintiendo con tiempo.
- También estuvo en "El camino de los ingleses", una especie de "Rebeldes" para España.
-¿Ah, sí?
- No sé, estuvieron casi todos los actores de su generación.
-Sí, sí. No vuelvo a revisar una película en la que haya estado yo, pero eso no me pasa con "El camino de los ingleses". Hace poco la pillé en la tele y yo me acuerdo que gente que trabajó en ella decía que iba a envejecer muy bien. Es una película muy experimental de Antonio Banderas que no tuvo mucho éxito en taquilla, ni fue bien acogida por crítica y público, pero la ves hoy en día y tiene algo muy especial. Y además, estamos un montón de actores. Fue mi segunda película y fue de las mejores experiencias profesionales que tuve en estos años que llevo de profesión.
- ¿Dónde se hace un actor?
-No existe un único camino para llegar a ser actor: estuve cuatro años en una escuela, luego hice teatro con amigos y luego hice "Compañeros" o "El camino de los ingleses". Todo ello suma y todo ello me ha hecho este actor que estoy aquí. Hay otros actores que no han pasado por una escuela y son iguales de buenos o de malos.
-¿Se le notan los cambios cuando dirige?
-Sí, no tiene nada que ver; de una forma natural cambias el chip de ahora mismo te toca dirigir, ahora mismo te toca actuar, pero esto que me pasa, le sucede también a Israel Elejalde: hace Ricardo III y ahora también esto: "Traición". Lo que he aprendido dirigiendo es que, una vez que vuelves a trabajar como actor, he encontrado un algo de entender más si cabe el trabajo del director en cuanto a entender lo que él pretende hacer con el proyecto que te traes entre manos. Así que ahora adapto mis ideas, mis propuestas, a las suyas y acepto completamente que me diga que eso que pienso no es bueno.
-¿Cómo fue esto de llegar a "Traición"?
-Israel Elejalde me dijo: "He pensado en ti para Robert".
-Robert es el traicionado.
-Eso.
-¿Y se planteó hacer al traidor?
-La verdad es que no me lo he planteado. Recuerdo haber leído "Traición", haber visto un montaje de "Traición" -con Alberto San Juan-. La recordaba, tenía el recuerdo, pero no me dio por pensar qué interesante sería hacer este o aquel personaje. Me dijo Robert y pregunté: "¿Y Robert quién es?" "El marido". Pues bien. Me interesaba más montar "Traición" con Elejalde como director, que el papel que tenía.
-Hace muchos años vino a Avilés a hacer teatro.
-Para hacer "Urtain", con "Animalario".
-¿Había dejado el teatro de lado?
-No, lo hago de vez en cuando. El año pasado hice una obra para Mérida y para algún bolo que otro. Lo que me interesa es el proyecto. Y por eso estoy con "Traición".
