A grandes males, grandes remedios. Rodrigo Cuevas tenía que haber salido a hombros ayer del auditorio del Niemeyer, en Avilés, pero lo hizo en Instagram. Un millar y medio de los seguidores del músico y actor aplaudieron con emojis, desde sus pantallas, al cupletista postmoderno que ofreció un directo de unos cuarenta y cinco minutos desde el estudio de su casa en Piloña. Hubo "Rambal", hubo "El día que nací yo" y hubo también muchas llamadas al sentido común. "¿Quién nos lo iba a decir a nosotros, a esta generación que ha vivido a capricho, que nos íbamos a encontrar en estas?", preguntó directamente a la cámara, tocado por un sombrero de flores, con su gran quimono y camisas que son transparencia. Un espectáculo como los suyos, pero lanzado al mundo a través de la red social, una de sus preferidas. Rodrigo Cuevas tocó el acordeón, cantó como si nada, se lo pasó en grande, recibió aplausos de verdad ("Ye'l mi maridu", aclaró) y, sobre todo, rindió tributo a los sanitarios públicos. "A ver si nos acordamos a la hora de meter un papelín en la urna quiénes son los que le apoyan", destacó.

El concierto de anoche -por momentos, con más personal atendiéndole que hubiera tenido en el auditorio avilesino- salió tan bien que piensa repetirlo. "Habrá una 'Embrujada' y otros temas que cupieron esta noche", aseguró el músico que recordó que el aplazamiento de Avilés se suman, "por lo menos", los de Salamanca y Zaragoza. "Y vaya, que tenía que estrenar un videoclip que hice antes de esta cuarentena y me costó mucho dinero. A ver qué hacemos", señaló el cantante interrumpiendo su encierro y el de todos los demás.