M. J. I.

El príncipe Enrique de Inglaterra y su esposa, la actriz estadounidense Meghan Markle, se han salido con la suya, y desde el pasado martes han dejado de ser miembros senior de la familia real inglesa, para vivir una vida alejada de compromisos, de momento, en Los Ángeles, ciudad natal de la nuera díscola del príncipe Carlos de Gales.

La pareja, que conserva el ducado de Sussex, aterriza así en la vida "real" que deseaban llevar con su hijo Archie, aunque, eso sí, respaldados financieramente por Carlos de Inglaterra, que ha decidido seguir prestando apoyo a su hijo menor. Uno de los principales cambios para los duques es que ya no se podrá referirse a ambos con el término "royal", por lo que todo lo que tenga este término deberá dejarse de utilizar al hablar de ellos. Una de las primeras medidas ha sido el cierre de su cuenta de Instagram @sussexroyal. Lo comunicaron a través de un conmovedor mensaje a sus seguidores.

En esta nueva etapa, a la presión mediática se les sumarán ahora preocupaciones como la capacidad de generar sus propios ingresos para pagar sus costoso estilo de vida en Hollywood. Tras la negativa de Donald Trump a sufragar los gastos de seguridad privada del matrimonio, Carlos de Inglaterra podría desembolsar más de dos millones de euros anuales para la protección de la familia. El dinero procedería de los ingresos que el príncipe de Gales obtiene del ducado de Cornualles, que cada año produce, aproximadamente, 21 millones de libras y que, en caso de que Carlos se convirtiera en rey, es probable que pase a manos del príncipe Guillermo. La biógrafa oficial del príncipe Enrique, Angela Levin, aseguró ayer que la pareja se está comportando como "un par de adolescentes consentidos".

Por su parte, el príncipe Carlos instó a los británicos a tener confianza y "esperar mejores tiempos", en su primer mensaje público después de recuperarse del COVID-19. Explica que, tras padecer síntomas -"por fortuna, leves"- del coronavirus, lo ha superado, pero continúa estando "aislado" y respetando "la distancia social".

"Como todos vamos aprendiendo, esta es una experiencia extraña, frustrante y a menudo angustiante, cuando la presencia de la familia y los amigos deja de ser posible y las estructuras normales de la vida desaparecen repentinamente", dice.

Él y su esposa, Camila Parker, piensan "en particular en aquellos que han perdido a alguien en estas circunstancias difíciles y anormales, y en los que deben afrontar enfermedad, aislamiento y soledad".

"Nadie puede decir cuándo acabará esto, pero acabará. Hasta que esto suceda, tratemos de vivir con esperanza y con fe en nosotros mismos y en el prójimo; esperemos la llegada de mejores tiempos", declara el heredero de la corona.