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Austeridad y atemporalidad frente a ostentación, claves de la nueva moda

Carlota Barrera, que triunfa en Londres, y Marcos Luengo, asentado en Madrid y Oviedo, abogan por un consumo racional y una vuelta a la calidad

La diseñadora gijonesa Carlota Barrera, que lanza sus colecciones masculinas desde Londres.

Vienen nuevos tiempos, también para la moda. Austeridad y atemporalidad, ligadas a un consumo más responsable y al regreso de los cosidos artesanales y de calidad son las pautas que ofrecen los creadores asturianos Carlota Barrera, gijonesa que triunfa en Londres, y el moscón Marcos Luengo, asiduo de la Mercedes Benz Madrid Fashion Week y asentado en Oviedo y Madrid.

Igual que Christian Dior lanzó el "New look" en 1947, después de años de uniformes militares y civiles, restricciones de vestimenta y escasez, Carlota Barrera considera interesante que la moda en este momento ofrezca, además de looks futuristas, alusión al distanciamiento social y mascarillas "cool", una nueva manera de consumir, cambios en la producción, y en la presentación de colecciones, un cambio no sólo estético, sino estructural y relevante para la sociedad.

En la misma línea, Marcos Luengo opina es que es el momento de lucir cosas "buenas", sin complejos y con el orgullo de llevar encima prendas y complementos con historia. "Usar cosas que perduran en el tiempo es un signo indiscutible de elegancia y cultura", asegura Luengo, que ya se plantea realizar presentaciones de colecciones más reducidas y personalizadas, al estilo de lo que hicieron en su día Dior o Chanel.

La gente tomará conciencia de que hacer compras absurdas y compulsivas no tiene sentido; el contrapunto es que esa ropa hecha de un modo artesano nunca puede ser barata, pero sí duradera", añade.

"Me gustaría pensar que todo esto significará, como digo, un punto de inflexión. La moda es una industria que se intoxica a sí misma a pasos agigantados, y vivir un momento tan disruptivo a todos los niveles debería ser una oportunidad para ver por qué hay tantas cosas que no se están haciendo bien", asegura Carlota Barrera, de 27 años, que iba para arquitecta y el año pasado ganó la octava edición del premio "Who's On Next", una iniciativa internacional de la revista "Vogue". "Lamentablemente, como seres humanos tenemos una capacidad asombrosa para olvidar. Habrá más contenido digital, sí, pero no creo que esto vaya a significar una vuelta de campana para dejar de producir masivamente o hacer trescientos eventos al mes. Ojalá me equivoque", señala la diseñadora, centrada en colecciones masculinas que han sido alabadas por creadores de la talla de Jean Paul Gaultier. Marcos Luengo, que ya prepara para septiembre una pequeña presentación, a la antigua usanza, en realidad, mantiene el discurso que distingue a su firma desde los inicios. "Yo siempre he dicho que hago prendas atemporales. Toda esa gente que viene y se vuelve loca comprando, se cansa pronto de las cosas; perseguimos otro tipo de cliente", explica el diseñador. "Yo apenas voy a cambiar mi modo de trabajar, aunque es cierto que el estado de alarma nos ha trastocado los planes; ahora deberíamos estar en Colombia y Panamá y preparando ya la colección del verano 2021; la creatividad también entró en cuarentena", señala Luengo. "Quiero tener claro el horizonte. Pero de una forma u otra vamos a salir para arriba. Es el momento de luchar y de no confiar en el dinero que te llega fácilmente", añade el diseñador, psicólogo, con una visión de la moda que siempre entronca con el arte.

"Es una pena que tenga que suceder algo drástico para darnos cuenta de que tenemos que consumir de manera responsable. Ver el armario lleno de prendas que sólo duran una temporada, tirar bolsas y bolsas cada año de cosas que se han estropeado tras un par de usos, comprarse decenas de pantalones que quedan "regular", recalca Carlota Barrera. "Creo que eso debería ser suficiente para darnos cuenta de que al final siempre volvemos a ese abrigo heredado, o ese pantalón para el que tanto ahorramos, y esa camiseta con la que estamos cómodos y está como nueva después de cada lavado. Tendríamos un armario mucho más vacío y 150 prendas quizás se reducirían a 40, pero tendríamos una relación mucho más personal con cada una de ellas", concluye la diseñadora gijonesa.

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