El ADN de los pergaminos sobre los que se escribieron los Manuscritos del Mar Muerto se ha usado para intentar reconstruir partes de esa colección de más de 25.000 fragmentos que, entre otros textos, incluyen las copias más antiguas de la llamada Biblia hebrea. Investigadores de la Universidad de Tel Aviv (Israel) y Uppsala (Suecia) han usado este nuevo enfoque, basado en las "huellas" de ADN tomadas de las pieles de animales en las que se escribieron esos textos, para tratar de encontrar una forma de reconstruirlos y ordenarlos, lo que hasta ahora ha sido un desafío.

Los Manuscritos de Mar Muerto, con una antigüedad de más de 2.000 años y redactados en su mayoría en hebreo y arameo, fueron descubiertos en la década de los cincuenta del siglo pasado y es uno de los hallazgos arqueológicos más importantes.

Las secuencias de ADN revelaron que la mayoría de los pergaminos analizados se hizo de oveja, algo que no se sabía.

El equipo se ha encontrado con casos como que dos piezas que se pensaba que iban juntas estaban hechas de animales diferentes, oveja y vaca, lo que sugería que no deberían estar juntos. El ejemplo más notable es el de dos rollos que incluyen diferentes copias del libro bíblico de Jeremías. El análisis "sugiere que no solo pertenecen a distintos pergaminos, sino que representan diferentes versiones del libro profético", ha señalado Noam Mizrahi de la Universidad de Tel Aviv.