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El bróker gijonés que conquistó París haciendo toallas de playa

Mario Menéndez y su socio, Philippe Duprez, creadores de la firma Ôbaba, encargan los tejidos de sus productos, de finísimo algodón, a la fábrica que surte de ropa blanca a hoteles de lujo de la capital francesa

El bróker gijonés que conquistó París haciendo toallas de playa

"París bien vale una misa" dijo Enrique IV, y en el caso del economista gijonés Mario Menéndez, bien que le mereció. Con 24 años, el asturiano trabajaba para la multinacional Henkel en Milán, y decidió iniciar una nueva andadura en un compañía de inversiones internacionales especializada en fondos asiáticos. Hoy. además de presentar una exitosa trayectoria como bróker, Menéndez es cofundador con Phillipe Duprez de la marca Ôbaba, que elabora productos para la playa.

El gijonés llegó a la Rive Gauche en 1999 y en 2000 conoció a Philippe Duprez, de familia vinculada a la industria textil. En 2012 el bróker, algo cansado de levantarse cada día con las cotizaciones de los principales mercados de valores internacionales, dio rienda suelta a su creatividad y emprendió con su socio la aventura de fabricar sábanas para playa, una especie de pareos de algodón de calidad extra que por su enorme extensión y peculiar modo de anclaje a la arena, a través de cuatro ligeras piquetas, resultarán ideales para marcar territorio, ahora que hay que guardar las distancias.

Los diseños, tal como cuenta el gijonés, surgieron de la pasión común por los viajes y la playa que sienten Menéndez y Duprez. De hecho, pasan parte del año en Ibiza, un buen campo de prueba para productos, elaborados íntegramente en Francia, como un modo de apoyar las manufacturas locales y de paso cuidar el medio ambiente. "Las telas se tejen en la región de Vosges (localizada en el este de Francia) especialmente para nuestra marca, en la fábrica que suerte a hoteles de lujo como el Crillon, Georges V o Bristol. La coloración del tejido y los estampados se realizan en la región de Lyon. Todo ello respetando el medio ambiente", explica Menéndez.

El nombre de la marca, fue inventado por Louise una niña de Lille de 10 años. Todo en los productos se cuida al máximo: "vendemos solo en tiendas de diseño, de regalo o de decoración y en nuestra propio comercio online", indica Menéndez, que en sus veranos gijoneses siempre lamentaba lo poco confortables que resultaban las toallas convencionales.

"Esta crisis ha revelado la importancia que tiene hacer las cosas en Europa, sin depender de mercados exteriores; vamos a un nuevo modo de consumo de moda que no solo atenderá aspectos estéticos, sino también de durabilidad y resistencia", señala Mario Menéndez, que sigue trabajando como director de la compañía financiera a la que llegó en 1999.

"París me encanta; el pasado invierno tuve ocasión de estar en el desfile de Chanel, y siempre hay cosas interesantes que hacer; aunque también adoro venir a Asturias", reconoce. En realidad, no ha parado desde que en el último año de carrera se fue de Erasmus a Bari, en el sur de Italia. "Mi padre era auditor y quería que me pusiese a trabajar con él, pero cuando acabé me fui a Cambridge; luego me dieron una beca Leonardo y a partir de ahí ya nunca volví a vivir en España".

Reconoce que cuando se trasladó a París llegó a tener pesadillas, ante la nueva responsabilidad que se le presentaba. Ahora, desde su privilegiada posición de analista en dos sectores tan significativos como el financiero y el de la moda, se muestra convencido de que va a cambiar el modo de trabajar. "Espero que se racionalice todo un poco. No tiene ningún sentido que cada temporada las colecciones cambien radicalmente varias veces al año; se comprarán menos cosas de una calidad mejor y que consumidor gastará de forma más consciente y cuidando la naturaleza".

Mario Menéndez considera que el problema ahora no lo tiene la alta costura, que seguirá manteniendo su clientela y su forma artesanal de trabajar. "Lo importante es la educación; las marcas se adaptarán a lo que el consumidor quiera", sostiene. De momento, en la suya han decidido utilizar los recortes de algodón para gomas de pelo y bolsas de playa, que confecciona una modista de Lille.

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