He vuelto al teatro, he vuelto. Fue el viernes pasado: vi "Rita", de Marta Buchaca en el teatro Palacio Valdés. Han pasado seis meses desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) decretó que el covid-19 era una pandemia y no sólo una enfermedad. Han sido seis meses larguííísimos?

Somos en este hueco del periódico muy de Juan Mayorga, el señor ese que dijo cuando ingresó en la Academia de Doctores, en la real, que "el teatro es el arte del encuentro -y, por tanto, del conflicto- entre un actor y un espectador, y todos los demás participantes -el autor, el director, el vestuarista, el escenógrafo, el iluminador, el músico- tienen el importante pero subordinado trabajo de ayudar a que actor y espectador se encuentren -se enfrenten- en un compromiso de fingidores". Y es que para Mayorga uno va al teatro a fingir que se cree que esa historia que le cuentan sobre el escenario es cierta. Y de ese ejercicio de fingir sobreviene un rearme del pensamiento. Que uno es más feliz después de haber fingido creer la historia que tan fingidamente le han contado. De verdad. Mayorga sigue explicando: "La transfiguración se produce no en el escenario, sino en la imaginación del espectador. Sucede porque el espectador la desea, y la misión del actor consiste en provocar ese deseo".

Nos habían acostumbrado en Avilés a que sucediera todo esto cada fin de semana, pero hemos vuelto, he vuelto.

La productora La Zona es la responsable de que "Rita" haya sido la obra elegida para la reapertura del Palacio Valdés. Se trata de una comedia dramática que escribe Marta Buchaca, que es guionista de cine y dramaturga, que dirige Lautaro Perotti (actor de Claudio Tolcachir, hace tres lustros estuvo en Avilés con "La omisión de la familia Coleman", que es un espectáculo que dio realidad a la escena de tal modo que eso de la transfiguración de la que habla Mayorga se pueda articular como Dios manda). Y los protagonistas son dos actores de esos grandes grandes: Mapi Sagaseta y su esposo Carlos Hipólito, que es un tipo tan vinculado al Palacio Valdés como para haber sido uno de los primeros protagonistas de su reapertura, allá a principios de los noventa. O sea, Hipólito contribuyó a la reapertura del odeón avilesino y también a su rereapertura, la del viernes pasado. Y eso no lo pueden decir todos.

Hipólito y Sagaseta no habían coincidido en la escena desde "La mentira", hace tres años, entonces bajo las órdenes del propio Tolcachir, el maestro de Perotti, que la familia no se omita.

Tanto Hipólito como Sagaseta son hermanos y sobre ellos coinciden dos especies moribundas. Cuando la madre se apaga. ¿Se apaga el pasado de sus hijos? La mascota que debe morir, ¿detienen el tiempo? Estas son herramientas para un melodrama de domingo por la tarde, pero Buchaca decide pintar la muerte con pinceladas cómicas que salvan el dolor de la pérdida, que todos, alguna vez, hemos perdido todo. Y a ello contribuyen dos actores que están plenos de química (y es normal, llevan juntos un cuarto de siglo, que se dice pronto). "Rita" se desarrolla sobre una escena luminosa con una escenografía tan sencilla como efectiva -de Alessio Meloni-, un biombo que siente las nubes que cubren la historia triste (y la alegre) de esos dos hermanos tan hermanos como la realidad que les ha unido. Da gusto volver al teatro y aplaudir comedias dramáticas como "Rita". De verdad.