La batalla legal iniciada hace siete años por Delphine Boël para demostrar que es hija del rey Alberto II, que abdicó en el 2013 en su hijo Felipe, ha terminado con éxito para la escultora belga de 52 años. El Tribunal de apelaciones de Bruselas ha fallado a su favor y reconocido la legitimidad de su demanda, con lo que oficialmente será reconocida como princesa de Bélgica y podrá llevar el apellido paterno, Saxe-Coburgo-Gotha. La decisión también implica que sus hijos, Josephine y Oscar, pasarán a ser reconocidos como princesa y príncipe de Bélgica.

Su abogado, Marc Uyttendaele, reconoce que, aunque una victoria judicial "no reemplazará jamás el amor de un padre", sí concede un "sentimiento de justicia".

La existencia de Boël, hija de la baronesa Sybille de Sélys Longchamps, se conoció por primera vez en 1999 gracias a una biografía de la reina Paola en la que se apuntaba a una relación extramatrimonial del monarca de la que nació una niña en la década de los 60. Boël no supo que era hija de Alberto II hasta su mayoría de edad. Durante mucho tiempo intentó un acercamiento con su padre biológico, pero sin éxito.