Han pasado 80 años desde que Alfred Hitchcock dirigiera "Rebeca". Ochenta años resonando en el imaginario colectivo esa primera frase de la protagonista mientras se introducía en un universo amenazador dispuesto a devorarla: "Anoche soñé que volvía a Manderlay". Y así nos introducíamos en su pesadilla.

Ahora, uno de los directores más iconoclastas del panorama británico, Ben Wheatley, se atreve a hacer un "remake" de este clásico imperecedero para Netflix. "Un 'remake' no, una adaptación de la novela", puntualiza. En efecto, no nombra en ningún momento el nombre de Alfred Hitchcock. Puede que su sombra sea demasiado alargada, o puede que esté harto de que todas las entrevistas se centren en la comparación entre ambas obras. En cualquier caso, el director tiene claro qué era lo que le interesaba del libro de Daphne du Maurier. "Creo que estaba troleando a los lectores. Escogió los arquetipos de las novelas románticas y los hizo comportarse de una manera totalmente diferente al canon habitual. Puso patas arriba las convenciones para siempre y lo hizo de una manera brillante".

El punto de partida inicial de "Rebeca" permitía al director una de sus grandes especialidades, jugar con los géneros. "La novela es como una muñeca rusa en la que hay romance, thriller psicológico y drama, y se combinan todos entre sí hasta el final de la historia". Su versión de "Rebeca" es mucho más romántica de lo que fuera la de Hitchcock, aunque quizá la diferencia más evidente entre ambas sea la explosión pop de color que se utiliza en contraposición al blanco y negro original. "Quisimos emular el color de las primeras películas de los años 30. Tenían algo muy puro, una intensidad tan artificiosa como absorbente, a base de una paleta muy primaria", continúa.

La protagonista ( Lily James) se sentirá fuera de lugar por no pertenecer al ambiente elitista de su marido ( Armie Hammer) y la sombra de la perfección de la exmujer se convertirá en una amenaza que pasa del plano psicológico al real. "Por un lado están los privilegiados, por otro, los supervivientes, los que se salen siempre con la suya y los que tienen que esforzarse para conseguir lo que quieren en un sistema de valores corrupto".

Siempre se ha dicho que "Rebeca" es una historia gótica de fantasmas. Pero Wheatley no quería recurrir a los corredores misteriosos, a las sombras y los sonidos inquietantes. "Para mí es más terrorífica una arquitectura que resulte familiar. Convertir ese espacio cotidiano en un agujero negro que se tragase toda la energía de los personajes". Si hay una imagen que inmediatamente viene a la cabeza cuando se piensa en la señorita Danvers es el rostro impenetrable de Judith Anderson. " Kristen Scott Thomas era perfecta para ese papel. Es intimidadora, incluso aterradora, pero también tiene algo vulnerable. Es increíble, tiene la clase de autoridad que necesita ese personaje en la pantalla".