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Los Sánchez: diplomacia vaticana ante el Papa

Begoña Gómez prescinde de la mantilla, como ya hicieron la Reina Letizia y Ana Botella

Monseñor Leonardo Sapienza recibe a Pedro Sánchez y a Begoña Gómez en la plaza de San Dámaso (Ciudad del Vaticano). REUTERS

A cabello descubierto, de negro y cumpliendo a rajatabla el código "SED" (sobrio, elegante y distinguido). Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se presentó ayer en El Vaticano, ante el Papa Francisco, con indumentaria seria y discreta, acorde con la ocasión y siguiendo por el libro el "dress-code" de la Santa Sede que, aunque dejó de ser obligatorio en los años 80, se perpetúa.

El matrimonio presidencial fue recibido por monseñor Leonardo Sapienza en la plaza de San Dámaso hacia las nueve de la mañana, protegiéndose de la lluvia con un paraguas blanco y amarillo, colores de la bandera vaticana. Pedro Sánchez, con traje y corbata negra también siguió las normas protocolarias, que hace años exigían frac o chaqué a los caballeros. La visita al Estado ubicado en el corazón de Roma, tan difícil de encajar por las circunstancias sanitarias actuales, duró unos 35 minutos y dada su relevancia -Sánchez tenía entre sus objetivos alejar la imagen de presidente de izquierda radical- todos los detalles se pulieron a conciencia. El ceremonial para visitas de Estado y audiencias con el Papa dicta, para las damas, vestido negro largo y sin escote, manga larga y velo o mantilla negra, que las españolas pueden colocarse con peineta.

A tono con las reglas, Begoña Gómez eligió un vestido negro recto de manga francesa y cuello a la caja, evitando mostrar hombros, brazos y espalda, que jamás debe llevarse al aire en esos casos. La mujer del presidente, con salones de tacón, medias mascarilla y cartera negras, tampoco portó joyas, aunque es frecuente que las señoras se adornen con perlas, perfectas con atuendo negro. El gesto de prescindir de la mantilla suma precedentes. Ana Botella, esposa del expresidente José María Aznar, no la llevó en 2004 con Juan Pablo II; tampoco la utilizó la Reina Letizia en 2014, en su audiencia con Francisco, en la que en cambio sí vistió de blanco; ni la vicepresidenta Carmen Calvo con el actual Papa en 2018. Algunas reinas católicas pueden usar el llamado "privilegio del blanco" y vestir de ese color ante el sucesor de Pedro. La concesión fue hecha a las monarquías que mantuvieron su fidelidad al catolicismo cuando otras abrazaron el protestantismo. Sólo ocho reinas, princesas o consortes de monarcas en activo y eméritos poseen el también llamado "privilège du blanc" o "privilegio del bianco": la reina Letizia; la reina emérita Sofía; Matilde y Paola de Bélgica; la gran duquesa María Teresa de Luxemburgo; la princesa Charlene de Mónaco, la princesa Marina de Nápoles; y la princesa de Venecia, Clotilde Courau, de la Casa de Saboya, depositaria de los derechos al trono de Italia.

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