Si tuviéramos que configurar una genealogía fundamental alrededor del imaginario de la modernidad en el inconsciente de nuestro país, la Santa Trinidad correspondería a Picasso, Miró y Dalí. Puede que el cuarto puesto correspondiera a Kandinski pero, ¿qué pasa con Mondrian? Al contrario de lo que ocurre en otras latitudes, en España su figura no había sido lo suficientemente reivindicada. Tres de sus obras pueden verse en el museo Thyssen-Bornemisza, y poco más.

Por eso ahora, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, dentro de la conmemoración de su 30º aniversario, se encarga de revisar su trayectoria y de ponerlo en valor como uno de los grandes referentes de la pintura abstracta a través de lo que sin duda será una de las exposiciones más importantes del año, que podrá visitarse hasta el 1 de marzo. Como apunta el director de la pinacoteca, Manuel Borja-Villel, Mondrian ha sido en ocasiones malinterpretado y reducido a una consideración simplista (sinónimo de líneas azules, rojas, amarillas y negras), pero detrás de sus obras (denominaba composiciones) se esconde una potente reflexión teórica que la exposición intenta analizar.

Arquitectura y diseño

Por una parte, a través de su evolución desde la pintura figurativa a la depuración de su estilo neoplasticista. Por otra, a través de su relación con el grupo De Stijl, del que se convirtió en su ideólogo y que se encargó de aplicar sus fundamentos a la arquitectura o el diseño a través de piezas rompedoras que ahora forman parte de nuestra vida cotidiana.

La exposición está formada por 95 obras, 35 de Mondrian y 60 de artistas de De Stijl como Theo van Doesburg, Bart van der Leck, Georges Vantongerllo o Vilmos Huszár. También encontramos diversa documentación de la época, como ejemplares de la revista original De Stijl (nacida en 1917), correspondencia, catálogos o fotos. Y numeroso material adicional que incluye maquetas y mobiliario, como la mítica silla de Gerrit Thomas Rietveld o la atribuida a Mart Stam. El recorrido comienza con los primeros pasos de Piet Mondrian a finales del XIX. Podemos ver bodegones, naturalezas muertas y piezas de corte naturalista que siguen la tradición holandesa. Sin embargo, su evolución es vertiginosa. Pronto comienza a integrar elementos de corrientes artísticas emergentes (puntillismo o el cubismo).

La naturaleza se convertirá en una de las temáticas fundamentales de su obra. El autor buscaba capturar la pureza y la belleza del universo a través de la esencialidad de las formas y de los colores, hasta que fue depurando su estilo hasta sus últimas consecuencias. Los paisajes figurativos irán poco a poco perdiendo los contornos hasta que comienzan a aparecer las líneas geométricas, la horizontalidad y la verticalidad, y todo empezará a tener un sentido racional.

A principios del siglo XX descubriría el color (hasta el momento su paleta había sido algo lóbrega) y la luz. Es casi un encuentro espiritual. En la década de los 20, tras entrar en contacto con las vanguardias parisinas, comenzará a abordar sus hallazgos compositivos que arrasaron con el orden tradicional implantando una nueva estética y convirtiéndose en icónicos.

La muestra está formada por 95 obras, de las que 53 son de Mondrian

Obras célebres

En la muestra vemos algunas de sus obras más célebres, como “Composición C (nº III) con rojo, amarillo y azul” (1935), cedido por la Tate, “Lozenge Composition with Eight Lines and Red (Picture nºIII)” (1938) o “Composición en azul y blanco”, situadas en el mismo espacio, ya que se ha intentado respetar el orden en el que fueron expuestas originalmente. Mondrian ha sido también una influencia fundamental en la cultura popular. Hermès ha revisitado su estilo en su última colección otoño-invierno, algo que ha copiado también la marca de Inditex Pull and Bear a precios populares. Sin embargo, el pionero a la hora de vincular moda y arte fue Yves Saint Laurent gracias a su serie Mondrian, que constituyó una auténtica revolución en los años 60, con vestidos de corte minimalista y geometrías en blanco, negro, rojo, azul y amarillo. La portada de la revista Vogue se encargaría de consagrar esta pieza convirtiéndola en un objeto pop que generaría miles de imitaciones.

En el terreno musical, la banda “The White Stripes” tituló su segundo álbum De Stijl y se inspiraron para la portada en el movimiento, ya que Jack White era un admirador del Neoplasticismo. Más tarde seguirían su estela bandas como “Silverchair” en “Young Modern” (2007) o “New Order” en “Music Complete” (2015). Incluso Kate Perry utilizó la estética de Mondrian en su videoclip “This Is How We Do”, aunque fue la banda “Force MD’s” la que mayor partido le sacó en “Loveis a House” a finales de los 80, que homenajea el Victory Boggie Woogie, la última e inacabada obra del artista.