Enrique Morente entendía que la tonada asturiana y el “quejío” flamenco tenían muchos colores en común. El flamenco no renunciaba a otras músicas. Para la historia ha quedado “Omega”, esa joya que Morente y “Lagartija Nick” grabaron en el 96. El mismo espíritu se vivió ayer en el Teatro Filarmónica de Oviedo. Su hija mediana, Soleá, compartió sesión con el dúo asturiano “L-R”, Leticia Baselgas y Rubén Bada. Así se volvieron a unir en un mismo espacio el rock, el pop, el flamenco, la muñeira o la jota.

Soleá celebraba ayer que su nuevo disco, “Lo que falta”, fue considerado disco del año por la prestigiosa revista “Rockdelux”; se enteró en los camerinos del Filarmónica, media hora antes de salir al escenario. La madrileña y granadina une todas las músicas que la habitan, desde el Albaicín al rock internacional, pasando por el pop más suave. Ayer quedó patente que “lo que falta” son arrestos para subirse a un escenario en estos tiempos y hacerlo, además, sin prejuicios para fusionar, ese verbo tan denostado, lo que a uno le apetezca.

De eso se trataba ayer, de romper los límites. Lo hicieron primero Leticia y Rubén, con esa propuesta que combina dos mundos, el del sonido de los tradicionales panderos con el rock que emana de una guitarra eléctrica.

Las mezcolanzas, una y otra, hicieron que Oviedo volviese a vivir una noche de música en directo en la que solo faltó el público, empeñado en reservar entradas de eventos gratuitos y luego no acudir a la cita. Los boletos se habían agotado, pero fueron muchos los que no asistieron, dejando bloqueadas las localidades.

El concierto puso fin al ciclo Ciudad Sonora, organizado por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo para apoyar a las salas de conciertos de la ciudad. Ya que no podían programar conciertos en sus locales, el Ayuntamiento les brindó los espacios municipales para seguir haciendo que la música suene incluso en tiempos pandémicos.