Nunca un rodaje le costó tanto esfuerzo a Javier Gutiérrez. El actor nacido en Luanco y Karra Elejalde vivieron días muy duros que les llevaron a la extenuación para hacer posible “Bajocero”, una película que mañana llega a Netflix con una incendiaria mezcla de trama entre rejas, “road movie” nocturna y western. Rodajas de thriller y gotas de terror además para servir al espectador un buen trago de sabores intensos.

Los escalofríos empiezan pronto. Un furgón blindado traslada a unos presos a través de un paisaje helado. Nieve, niebla. Frío extremo. Bajo cero. El vehículo es asaltado: alguien quiere rescatar a uno de los prisioneros. Pero no contaba en sus minuciosos planes con Martín, el conductor, que no está dispuesto a dejar que se salga con la suya. Se hace fuerte dentro del furgón: enemigos dentro, enemigos fuera. Y qué larga se hará la noche.

La sierra madrileña acogió un rodaje con los termómetros tiritando. La cárcel de Segovia fue otro escenario donde echarse a teblar. Un rodaje “duro por el frío, por las condiciones climatológicas, porque el rodaje era nocturno y porque teníamos un director muy exigente, extremadamente exigente, muy duro, que nos llevaba a la extenuación”, comentó a la agencia “Efe” el actor asturiano, ganador de dos “Goyas”. Y eso que “con Karra he hecho películas muy físicas, como ‘Los últimos de Filipinas’, y en ‘Águila roja’, a las ocho de la mañana estabas subido a un caballo dando espadazos con temperaturas muy gélidas, pero esto ha sido lo más duro y lo más complicado que he hecho jamás. El director nos llevaba al límite”.

Gutiérrez no se considera “especialmente dotado” para la acción, pero aquí “al director le interesaba mucho más la mirada del personaje que los golpes o los disparos. Él me hablaba mucho del personaje de Dustin Hoffman en ‘Perros de paja’ (Sam Peckinpah,1971) , cómo la violencia puede envolver a un hombre normal de tal modo que acaba entrando en esa espiral y acaba convirtiéndose en el más violento de todos ellos y desde ahí entendí la película. Mi físico juega a favor, es un hombre corriente con el que el espectador empatiza mucho más con ese terror y esa estupefacción que vive el personaje, asustado en todo momento, y que al final, muy a su pesar, tiene que tomar unas decisiones”.

Debuta en el largometraje Lluis Quílez. ¿Basada en hechos reales? “No se basa en ningún caso en concreto, pero la noticia del cierre de la cárcel Modelo de Barcelona –cuando era pequeño vivía a diez minutos de esa cárcel–, me encendió la lucecita sobre un asalto en un traslado de presos. El cine bebe de la realidad, eso es innegable”, explicó a “Efe” en la presentación de su obra, “una película sobre la criminalidad, un thriller duro, seco”, que se inspira en noticias de crímenes dignas de una denuncia social.