A sus 19 años Isabel de Bélgica, duquesa de Brabante y heredera del trono flamenco, ha emprendido su formación militar, una decisión que no ha estado exenta de polémica porque una parte de sus futuros súbditos no termina de ver la utilidad de que una reina moderna sepa desfilar y disparar. Sea como sea, Isabel de Bélgica, se ha incorporado a la Real Escuela Militar, en Bruselas, donde estudia Ciencias Sociales y Militares, y lo ha hecho tras haber cursado el bachillerato en el el UWC Atlantic College de Gales, donde estudiará la Princesa de Asturias a partir del curso que viene.

La futura monarca de los belgas, cuatro años mayor que Leonor de Borbón, está marcando el paso a las jóvenes princesas destinadas a reinar en algunas de las monarquías europeas más antiguas, Holanda, Noruega y también España.

La monarquía belga, como la española, ha sido muy cuestionada en estos últimos años. Se ha visto involucrada en escándalos que se extienden desde el África ecuatorial, por el brutal proceso de colonización al que fue sometida la población congoleña, hasta el corazón de Europa, por su connivencia con el régimen nazi, y antiguos asuntos de alcoba, protagonizados por el rey emérito Balduino, han debilitado aún más su imagen pública.

Hay muchas expectativas puestas en la princesa Isabel, la hija primogénita de los reyes Felipe y Matilde, que está llamada a convertirse en la primera mujer en el trono de los belgas, tras la derogación de la ley sálica en 1991. Tantas, probablemente, como las que los monárquicos españoles tienen puestas en la Princesa de Asturias.

En el caso de Isabel de Bélgica, las prácticas militares, para asumir en un futuro la jefatura de las Fuerzas Armadas, suponen un paréntesis en su educación, antes de emprender su carrera universitaria, muy probablemente en el extranjero. Está por ver si el año que viene continuará en la academia militar o se tomará un año sabático.

En su etapa escolar, la duquesa de Brabante acudió a clase al Sint-Jan Berchmans College, un centro católico y neerlandés, en el centro de Bruselas. Isabel habla con fluidez holandés, francés, alemán e inglés; practica el esquí, el tenis, la vela y el buceo; toca el piano y le gustar leer y viajar con sus amigos. Ha hecho voluntariado en varias organizaciones. Durante esta pandemia de coronavirus, la princesa belga acompañó a muchas personas mayores aisladas en centros residenciales llamándolas y conversando con ellas por teléfono.