A Magüi Mira (Valencia, 1945), reconocida y admirada actriz, la vida le ha cambiado el tercio. Casi sin darse cuenta, esta temporada ha tenido en cartel tres obras como directora, "aunque eso no quiere decir que no esté loca por volverme a subir a un escenario". Ha contado las penas y alegrías de una pareja longeva en El estanque dorado, las idas y venidas entre ellos y ellas, según Vargas Llosa, en Kathie y el hipopótamo y las mil y una máscaras que emplea la corrupción para destruir la democracia, en la comedia Pluto, escrita por Aristófanes 384 años a.C. pero de evidente vigencia. "Esta comedia increíble sobre algo que masticamos cada día me ha dado qué pensar sobre qué ocurriría si las mujeres ostentasen poder real", explica. "Pero claro, eso ahora mismo no se puede saber porque es el hombre el que está en lo alto de la montaña. Yo no quiero quitarle el sitio, pero sí compartirlo. Y como directora teatral -de las poquísimas que hay-, reclamo ese lugar. Las mujeres seguimos teniendo que pelearnos la visibilidad".

Cree en las diferencias entre géneros y así lo manifiesta, "pero no en el ´tú menos, yo más´. Vemos el mismo paisaje, pero de forma distinta, y eso viene de la cueva, que tampoco hace tanto. La tradición ha optado siempre por subrayar lo que nos separa hasta que la evolución nos ha llevado a comprobar que es un gran error, y estamos aprendiendo a fusionarnos a zancadas. Es un proceso muy interesante" y, en su opinión, dificultoso. "El hombre está en shock, porque va todo demasiado rápido para él", reflexiona. "En un par de generaciones ha tenido que interiorizar que la igualdad es un hecho. Y lo entiende perfectamente. Eso en sí es un gran paso. Pero de ahí a que pueda llevar ese concepto a la práctica como si no pasara nada hay una distancia".

Para ella, hombre y mujer se distinguen en las emociones. "Al expresarlas y arriesgar con ellas. Somos más valientes en ese terreno, pero luego lo maternalizamos todo. Eso nos vuelve algo posesivas y excesivamente protectoras. Y hay que aceptar que el hombre es infiel. No sé si por configuración hormonal o miedo al paso del tiempo, pero es así. Mucho más que la mujer".

Le maravilla que, pese a todo, la pareja -"como montaje, institución o lo que sea"- funcione. "Tener un proyecto de vida común, complicidad y además atracción sexual es tenerlo todo; un seguro de cariño, amor, solidaridad y placer". Para ello, prefiere a un hombre "solidario y al que pueda admirar. Y que me guste como huele". No soporta a los traidores. "Es un rasgo que detesto en cualquier ser que tenga alma".