Tantos años de evolución y convivencia con los perros y todavía no los entendemos del todo. La verdad es que a menudo damos por sentado que su forma de pensar es la misma que la nuestra. En realidad, nunca debemos olvidar que el perro simplemente tiene un cerebro diferente al nuestro. No ve los colores como nosotros. No percibe los sonidos con la misma intensidad. Por eso, algunos silbidos que apenas son audibles para nosotros pueden convertirse en una auténtica tortura para ellos. Asimismo, no tienen un pensamiento racional, y a menudo se ven desbordados por razones que a nosotros nos parecerían absurdas. Basta con decir que el viento podría asustarles por razones insospechadas.

La vida en el hogar para ellos es a menudo una cosa bienvenida. Tienden a amar el afecto de la gente que les rodea. Les encanta tener una familia con la que jugar. Aunque cada raza tiene sus propias inclinaciones. Sin embargo, podemos observar un comportamiento constante y repetido.

El perro suele asomarse al balcón o a la ventana. Tal vez venga a pasar toda la tarde haciéndolo. No está aburrido ni harto de nosotros. Y no está necesariamente tratando de escapar o huyendo. Sin embargo, hay que observarlo detenidamente para entender las razones de su comportamiento.

Recuerda que el perro suele tener una tendencia innata a la protección. El balcón o ventana representa lo que para los soldados de la Edad Media era el punto de avistamiento de los enemigos. Y esto es aún más cierto en las ciudades o en las calles más transitadas. En este caso, el perro tiene una gran conciencia de cómo manejar un lugar. También puede ocurrir en perros que por diversas razones tienen poco contacto con otros cuadrúpedos. Así, desarrollan una especie de sospecha natural de los demás.

En otros casos, sin embargo, el balcón puede convertirse en un lugar frustrante para el perro. Ver el mundo pasar puede, de hecho, hacerle sentir aislado. Esto debe evitarse, porque debe asociar el hogar con un lugar feliz. Y no de privaciones. Por lo tanto, tratemos de animarle a experimentar otras partes de la casa.

Podríamos montar un rincón para él: juegos, mantas, mimos asegurados. Se sentirá protegido en lugar de aislado. Entonces, no olvidemos que si el perro tiene las habilidades sociales adecuadas y pasa el tiempo correcto fuera de casa, no debemos suponer aburrimiento, depresión o un estado de alerta.

El perro es un animal a veces curioso y sociable. Puede que simplemente le resulte divertido y agradable observar lo que ocurre. Por ello, se trata de echar un vistazo a lo que ocurre en el mundo.