A pocas días de celebrarse las elecciones presidenciales en Estados Unidos -3 de noviembre-, vuelve a escena el estilo de primeras damas como Jacqueline Kennedy, Melania Trump, Pat Nixon o Michelle Obama, mujeres que con sus estilismos han lanzado mensajes y realizados guiños diplomáticos.

En el mundo de la política, la elección de la vestimenta no es casualidad. "Los diseños y colores juegan un papel muy importante, envían mensajes y hacen guiños diplomáticos en momentos importantes", explica s a EFE Miguel del Amo, experto en Protocolo Social y Etiqueta de RedScreen.

La imagen de la primera dama de la Casa Blanca importa, representa a su país, "basta recordar la imagen imborrable de Jackie Kennedy luciendo peineta y mantilla junto a la duquesa de Alba en la corrida de toros del domingo de Resurrección en la Real Maestranza de Sevilla, en 1966", recuerda Miguel del Amo.

Aunque han sido 44 primeras damas, "quizá desde la llega de Jacqueline Kennedy la moda se ha utilizado como una herramienta para construir y reforzar su imagen", explica la estilista Pepa Fernández.

Unas conservadoras y otras modernas, las esposas de lo presidentes de Estados Unidos han apoyado con su vestir causas sociales y han mostrado su sensibilidad con el medioambiente.

También han hecho guiños diplomáticos para adaptarse a la cultura del país que se visita. "Inolvidable Nancy Reagan bailando flamenco en el Teatro Real de Madrid durante su visita oficial a España", añade del Amo.

En solo tres años, Jacqueline Kenndy refrescó y modernizó la estética más clásica americana. Su nombre, íntimamente ligado al buen gusto y al refinamiento, hoy representa la clase americana y sigue siendo una de las mujeres más imitadas por su elegancia y estilo optimista.

Etérea y romántica apostaba por vestidos con largo a la rodilla y sueltos en colores luminosos como el rosa palo, el fucsia, el amarillo, el salmón o el verde esmeralda. Le gustaba utilizar firmas como Chanel, Dior o Givenchy y apostaba por sombreritos y "pillbox", como el icónico casquete que perdió el día que asesinaron a su marido.

Claudia Johnson, esposa de Lyndon B. Johnson, conocida como "Lady Bird", marcó su estilo con conjuntos sencillos de colores vistosos. Recordado es el vestido amarillo con abrigo a juego que lució cuando su marido, Lyndon B. Johnson, tomó el mando del país en 1965.

Pat Nixon, que adoraba comprar antigüedades, ha pasado a la historia como una primera dama de estilo conservador y clásico, aunque durante los primeros años apostó por prendas llamativas como vestidos cortos y trajes de chaqueta pantalón, "una prenda que llevaba un mensaje: la igualdad de las mujeres", añade Fernández.

Betty Ford, la primera mujer modelo y bailarina en llegar a la Casa Blanca, adoraba lucir la mayoría de las tendencias de los años setenta de manera valiente, así como promover los derechos de la mujer,

Por su parte, práctica y funcional, Rosalynn Carter no mostró interés por la moda, prefirió mantener un perfil bajo y apostar por la austeridad, corrían malos tiempos económicos, tal es así que para la inauguración de la presidencia de su marido, Jimmy Carter, optó por lucir un modelo antiguo.

Amante de rojo y de estilo femenino, Nancy Reagan devolvió el "glamour" a la Casa Blanca con un fabuloso vestido blanco con hombro al descubierto de alta costura con el que acompañó a su esposo, Ronald Reagan en la toma de posesión en 1981. Adoraba los diseños de Oscar de la Renta y siempre vestía de forma maravillosa, como si estuviera en Hollywood.

Las perlas blancas y el color azul fueron las señas de identidad de Barbara Bush, una mujer que apostó por el traje de chaqueta como fiel compañero, una imagen a la que fue desde principio a fin de mandato de su marido, George H. W. Bush.

El estilo Hillary Clinton evolucionó mucho desde que llegara a la Casa Blanca en 1993, "habitualmente utiliza faldas y americana", dice Fernández, que recuerda uno de los vestidos más famosos de esta primera dama, "un arriesgado diseño negro de Donna Karan que dejaba sus hombros al descubierto".

Tras esa etapa, cuando regreso como Secretaria de Estado, prefirió prendas clásicas y prácticas como trajes pantalón con abrigo, "piezas que hacía que la opinión publica hablara de su carrera política, no de su estilo", apunta Fernández.

Laura Bush, sobria y conservadora, se sumó al gusto de vestir trajes de pantalón estrechos en colores luminosos como rojos, verdes, rosas y naranjas o beige.

Carismática y de gran personalidad, Michelle Obama, arrolló con un estilo funcional y colorista. Solía llevar prendas que lanzaban mensajes subliminales, en cada viaje oficial trataba de vestirse de un diseñador del país.

No temía arriesgar y le gustaba lucir prendas que dejaban al descubierto sus brazos torneados, desde un principio se decantó por diseñadores latinos e independientes. La naturalidad fue su mejor baza para forjarse un estilo actual y contemporáneo en el que también cabían prendas informales como calzado deportivo y "leggins".

Hierática y misteriosa, Melania Trump, antes de llegar a la Casa Blanca se atrevía con escotes de vértigo y brillantes satenes, un estilo más osado del que se deshizo durante la campaña electoral de su marido.

Aprovechó la toma de posesión de Donald Trump para hacer un guiño a la alabada estética de Jackie Kennedy con un conjunto abrigado de Ralph Lauren en azul celeste. Pero rápidamente, esta americana de origen esloveno, siempre con altísimos zapatos, impuso su rúbrica con prendas de lujo.

Aunque su imagen es siempre impecable, Melania Trump también ha cometido errores estilísticos como cuando decidió llevar zapatos de tacón para subirse al avión presidencial para visitar zonas devastadas por el huracán Harvey.