El mundo de la nutrición es, de unos años a esta parte, una constelación de tendencias y modas, muchas de ellas con principios contrapuestos. Y una de esas tendencias es la alimentación macrobiótica, una filosofía oriental que ya se ha colado en las cocinas de famosos como Gwyneth Paltrow, Alejandro Sanz o Elsa Pataky. En España, uno de los referentes de este tipo de alimentación es Olga Cuevas, reputada experta en temas de nutrición y doctora en Bioquímica.

De la mano de Cuevas aprendió los principios de la macrobiótica la avilesina Nuria Granados, que sugiere como ejemplo de menú una sopa de verduras con miso, de segundo un cereal como arroz integral o quinoa con verduritas (puerro, calabaza, cebolla) y unos garbanzos al lado con semillas de sésamo tostadas con sal. Y de postre, una manzana asada con canela. "Esta alimentación se basa en la medicina tradicional china, en la energía de los alimentos. Es un concepto totalmente diferente del nuestro, que se basa en calorías y nutrientes", explica. Así que hay que cambiar la perspectiva y ver que los ingredientes que se alinean en los estantes de la cocina son canalizadores de energía, que se mueve según las leyes de la medicina tradicional china: la de los cinco elementos y la del ying y el yang. Y eso, de mano, no es fácil. De hecho, Granados considera complicado adoptarla totalmente en las cocinas occidentales. "Es demasiado oriental para muchas personas, es difícil de realizar tanto por los ingredientes como por la forma de cocinar, el clima, la forma de vida de la sociedad, la cultura..." No obstante, asegura esta nutricionista, la macrobiótica contiene principios que sí pueden adaptarse a la cocina del día a día.

"Lo que más me gusta es trabajar la energía de los alimentos para aplicarla a tu estado energético, que incluye también el emocional". Y pone un ejemplo, basado en los conceptos del ying y el yang, que traduce como frío-calor: "Si estamos ahora en una época fría, un zumo de naranja por la mañana no viene bien, según este tipo de filosofía. La fruta te refresca más. Necesitas mejor una sopa de miso, una infusión de jengibre...". Y lo mismo ocurre en el ámbito emocional: si estás enfadado, excesivamente irritado, conviene tomar algo frío.

"Además tiene alimentos-medicamentos que son una pasada para el sistema gastrointestinal. Por ejemplo el 'umeboshi', una ciruela japonesa fermentada durante años en agua y sal, es un producto muy alcalino, y todo lo alcalino es sinónimo de salud. Va muy bien cuando empiezas a notar los síntomas de un catarro o has estado convaleciente, o con resaca, o tienes agujetas". Combina muy bien, explica Granados, con el "kuzú", una raíz volcánica muy rica en almidón que se toma en agua caliente y equilibra mucho el pH del intestino grueso. "Regula el estreñimiento y la diarrea. También ayuda con ardores y vómitos de embarazo".

La macrobiótica comparte con otras propuestas de alimentación saludable criterios como utilizar productos cuanto más naturales y ecológicos y menos procesados, mejor. "También limita al máximo las carnes, pero permite algo, sobre todo pescado. Y en cuanto a los lácteos, también los margina, aunque permite, por ejemplo, tomar de vez en cuando queso de cabra. "Comparándola con una alimentación vegana es mucho más permisiva", asegura la nutricionista. Las bases de la macrobiótica son "mucho cereal integral (arroz, mijo, quinoa, trigo sarraceno, bulgur...), legumbres, frutas y verduras cocinadas, algas y semillas tostadas". Además, la filosofía en la que se basa la macrobiótica desaconseja usar aparatos eléctricos como batidoras, por el exceso de energía que transmite el movimiento tan rápido de las aspas. "Es un estilo de vida muy consciente del concepto energético, en el que influye incluso el estado en el que tú cocinas. Para muchos occidentales esto es poco menos que una chorrada". Pese a las dificultades para adaptarla a los usos occidentales, la macrobiótica tiene sus adeptos. "Y para cualquier persona que no coma de forma saludable, si empieza a quitar azúcar, lácteos, carnes... es una maravilla". Donde primero se nota, asegura, es en una mejor energía. "Hay gente que empieza con ella y que le cuesta mucho. Puedes quedarte con las cosas que te encajen y hacerlo en la medida que puedas. Hay muchos fanáticos que acaban sufriendo, pero la nutrición está ahí para hacernos sentir mejor y no para convertirnos en una angustia", sostiene Nuria Granados.

Ella, que realizó estudios de nutrición, naturopatía, kinesiología y psiconeuroinmunoendocrinología clínica, tiene por lema "una alimentación consciente", que rechaza la incongruencia de ser vegano y a la vez hincharse con alimentación basura. "Cada cosa tiene su punto bueno y su punto malo y es válido dentro de la consciencia. Seas macrobiótica, paleolítica, vegana o crudivegana, también hay que ser flexible: la vida son dos días, comer es un placer y vivimos en sociedad. La alimentación tiene que mejorarme la vida".