El dolor crónico y recurrente debe considerarse como una enfermedad por sí misma. El dolor que persiste o recidiva durante más de seis meses está presente, según la Sociedad Española del Dolor, en el 11% de la población española.

El dolor crónico está causado por diversas lesiones y enfermedades y puede afectar a todo el cuerpo, pero generalmente afecta a la región cervical, lumbar y a las extremidades inferiores.

La alta prevalencia del dolor de espalda tiene importantes consecuencias económicas y sociales.

El médico que trata al paciente con dolor crónico necesita tener presente que el dolor crónico es de naturaleza multifactorial... -el dolor crónico implica la interacción de factores físicos, psicológicos y sociales.

El dolor crónico no tratado o mal tratado puede causar incapacidad, desempleo, problemas familiares, baja autoestima, depresión, ansiedad, reclusión y suicidio.

Según la fisiopatología el dolor crónico se puede clasificar en dolor nociceptivo y neuropático.

-En el dolor nociceptivo el funcionamiento del sistema nervioso es normal y este tipo de dolor es una respuesta fisiológica a una agresión o lesión.

-El dolor neuropático se origina como consecuencia directa de una lesión o enfermedad que afecta al sistema somatosensorial. El dolor neuropático afecta de diferentes formas las fibras nerviosas.

Las Unidades del Dolor disponen de dos tipos de arsenales terapéuticos para el tratamiento del dolor crónico. Por una lado, está el tratamiento farmacológico, que incluye distintos medicamentos como los analgésicos, antiinflamatorios, antiepilépticos, antidepresivos, relajantes musculares, opioides y derivados opiáceos. El otro arsenal engloba a las técnicas intervencionistas mínimamente invasivas. La combinación de ambos tratamientos aumenta notablemente el éxito terapéutico en el dolor crónico rebelde.

El especialista en tratamiento del dolor debe tener una formación amplia para saber utilizar todas las opciones terapéuticas que tiene en sus manos, no sólo farmacológicas, sino también intervencionistas. El tratamiento intervencionista incluye técnicas que utilizadas de forma precoz pueden ser beneficiosas para el paciente, a la vez, que disminuiría la dosis y efectos secundarios de su tratamiento farmacológico, consiguiendo a veces incluso la resolución de la sintomatología.

Para asegurar un buen resultado es imprescindible una correcta selección del paciente que se va a beneficiar de la técnica. En la valoración del paciente es necesario tanto un análisis de la historia clínica, exploración física como de las exploraciones complementarias, pruebas de imagen y los test neurofisiológicos...

Algunos procedimientos terapéuticos intervencionistas se basan fundamentalmente en la infiltración de la estructura diana, con anestésicos locales, agentes antiinflamatorios (corticoides), agentes neurolíticos (alcohol, fenol), agentes enzimáticos (hialuronidasa), ácido hialurónico, toxina botulínica, ozono, factores de crecimiento. Entre las técnicas se incluyen intervenciones sobre las articulaciones hombro, rodilla, cadera sacroiliaca...; sobre músculos espinales, lumbares, pélvicos..., terapias intradiscales, etcétera.

Otros procedimientos intervencionistas habituales incluyen el abordaje epidural o la vía transforaminal con administración de anestésicos locales y corticoides para el tratamiento de lumbalgias y dolores radiculares producidos por una raíz nerviosa.

Las técnicas de neuromodulación con radiofrecuencia (aplicar un campo electromagnético sobre el tejido nervioso para anular la transmisión nerviosa del dolor por las vías correspondientes) están indicadas en el tratamiento del dolor de columna por artrosis (procesos degenerativos), radicular (ciática), tanto a nivel cervical, dorsal y lumbar, bien actuando sobre los nervios con radiofrecuencia pulsada (RDFP) o continua (RDFC), produciendo lesiones térmicas en este último caso.

En la neuroestimulación de la médula con esta técnica se aplica un campo eléctrico a las vías que modulan o que regulan la transmisión del dolor con el fin de provocar un cortocircuito en dicha transmisión para interrumpir el dolor.

Aplicación intrarraquídea de fármacos con bomba de perfusión. Habitualmente son necesarias técnicas de neuroimagen ecografía, radioscopia, para poder realizar las técnicas intervencionistas, con el fin de identificar las estructuras a tratar, minimizando los riesgos y efectos adversos de las mismas, así como aumentando las efectividad.

Las indicaciones para la ejecución de las técnicas intervencionistas son múltiples en relación a los diferentes dolores que pueda presentar el paciente:

-Dolor de espalda cervical, dorsal, lumbar (radicular/ciática, facetas, hernia discal...).

-Dolor de espalda baja: sacroiliacas, coccix.

-Muscular, miofascial: los músculos más habituales son paravertebrales, cuadrados lumbares, piramidales, glúteos, trapecios, supraescapulares...

-Grandes articulaciones: hombro, cadera, rodilla.

-Pequeñas articulaciones.

-Neuralgias periféricas.

En definitiva, en el abordaje multidisciplinar del dolor crónico, al combinar el tratamiento farmacológico con técnicas mínimamente invasivas, el resultado final se alcanza antes y con mayor eficacia. Se consigue además una mayor satisfacción en el paciente, pues tiene una mejoría clínica más temprana, adelanta su reincorporación laboral, así como su regreso a la vida social y familiar.