José Luis Llorente Pendás (Oviedo, 1960) dirige el área de Otorrino del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Su equipo -diez médicos de plantilla y ocho residentes- configura el servicio de la sanidad regional con mayor prestigio fuera de nuestras fronteras. En los últimos años se ha llevado la mayor parte de los premios en los congresos de la Sociedad Española de Otorrinolaringología. Atiende a LA NUEVA ESPAÑA en su despacho del HUCA un domingo, y para él no es una excepción: los fines de semana suele dedicar al trabajo una parte de las mañanas. Hijo de médico, hermano de médico, marido de médica, padre de futuro médico, el doctor Llorente es un profesional con una vocación gigantesca cuya autoridad dimana más de su competencia y dedicación que de un modo de expresarse llano y ajeno a cualquier signo de grandilocuencia.

- Un domingo en el HUCA...

-En parte, es por comodidad mía. Durante la semana, siempre surgen cosas que te interrumpen. En cambio, los domingos esta zona de consultas externas está vacía y no te molesta nadie. Suelo venir los sábados y domingos, desde las ocho y media hasta media mañana. Antes lo hacía todo en casa, pero ahora las cosas de gestión están en el sistema informático Millennium, y hay que manejarlo desde aquí.

- ¿De quién ha copiado esta dedicación tan intensa?

-De mi padre. Soy médico 365 días al año y dedico todo el tiempo que haga falta. Es verdad que en la vida familiar tengo la ventaja de que Mercedes, mi mujer, que también es médica, es una todoterreno.

- ¿Los médicos del servicio ven su ejemplo como un estímulo?

-No lo sé, pienso que sí. Puedes hablar mucho y dar muchos consejos, pero si no das ejemplo... Puedes decir a los residentes que hay que publicar, pero si tú no publicas es clamar en el desierto. Si dices que hay que llegar pronto, y tú llegas tarde, qué más da que lo digas. La cuestión es dar ejemplo, y luego cada uno es cada uno. Además, hay factores, como la familia, que pesan más en un determinado momento, y eso se comprende... En el servicio tenemos una cultura de dedicación no digo máxima, pero sí enorme.

- Y eso se traduce en muchos premios en los congresos nacionales.

-Aunque no hubiera premios, daría igual. Es más bien una cuestión de responsabilidad. Sientes el peso de las necesidades asistenciales de toda Asturias.

- ¿Cuesta trabajo implicar a fondo a las nuevas generaciones?

-No, es una cuestión personal. Cada uno tiene la implicación que tiene. También hay que entender a quien no la tiene. Esto no es un sacerdocio, es un trabajo, pero resulta difícil salir un viernes y decir que te olvidas hasta el lunes... Aquí no hay nadie que lo haga. Esta mañana he estado enviando dos comunicaciones para el congreso americano de otorrino, que se celebrará en octubre, pero el plazo se cierra ahora. Siempre hay cosas.

- ¿Cómo elige a un miembro del servicio?

-Yo no soy el que lo pide; el sistema de selección no depende de mí.

- Si dependiera?

-Pediría implicación y disciplina de trabajo.

- ¿Formación?

-Ya se da por supuesta. Aparte de que, lo que no sabes, puedes aprenderlo si tienes disciplina. Suele decirse que es muy fácil ser una promesa con 20 años, y que lo difícil es ser una realidad con 50. Trabajar un año a tope lo hace cualquiera. Lo difícil es trabajar cuando va bien y cuando va mal. Eso, sostenido en el tiempo, es lo que marca la diferencia.

- ¿Da mucha importancia a que vengan a su servicio los mejores clasificados del MIR?

-Han pasado por aquí muchos, y es cierto que una buena nota presupone capacidad. Pero hay excepciones por todos los lados. Una cosa es estudiar el MIR, un examen tipo test, durante un año, y otra cosa es trabajar todos los días, ver pacientes? Es otra dinámica. Y a lo mejor el que es muy bueno en una cosa no lo es tanto en otra. El examen MIR mediatiza mucho la carrera. Todos los estudiantes están desde primero de carrera enfocados hacia un examen tipo test, pero eso no es medicina. La medicina es ver pacientes, y uno va bien, y otro va mal, y uno es agradable, y el otro no... La nota del MIR es un plus, pero no es algo definitivo.

- La selección de personal médico por criterios de antigüedad no le convence mucho, ¿verdad?

-Procuro no meterme mucho de lo que no depende de mí. Eso depende de otros, del Servicio de Salud (Sespa). Ahora bien, sobre todo en un hospital universitario como es el HUCA, que tiene que ser punta de lanza, debe haber gente en todas las décadas de la vida profesional. Necesita tener médicos en la década de los 30, de los 40, de los 50 y de los 60.

- ¿Y eso lo tiene su servicio?

-Sí, pero estamos casi todos en la de los 50. Si lo que prima fundamentalmente es la antigüedad, este hospital, a la vuelta de cinco años, no tendrá prácticamente médicos menores de 55 años.

- ¿Y qué sucederá?

-El papel lo aguanta todo. Hay gente valiosísima con 60 años, con 50 y con 30. Pero si quieres mantener una trayectoria, debes tener en cuenta que los más jóvenes aprenden de los mayores. Hay servicios que fueron buenos, se corta la línea y queda un servicio flojo.

- ¿Qué es, a su juicio, un servicio bueno? ¿Cómo se mide?

-Es discutible, por supuesto. Un criterio claro de un buen servicio es cuando a un paciente puedes darle lo mejor de lo que se conoce en ese momento. Eso no es fácil. Las cirugías complejas no aprendes a hacerlas bien en un año, ni en dos, ni en cinco. Si en el HUCA, debido a los traslados por antigüedad, te quedas con gente de 55 años hacia arriba, el que lo sabe, lo sabe, pero el que no, ya no va a aprenderlo, o al menos es más difícil que lo aprenda.

- Su servicio hace cirugías muy largas y complejas.

-Sobre todo tumores, muchos de ellos localizados en la base del cráneo. Son más largas si exigen reconstrucción con colgajos libres. Entramos a las ocho y media de la mañana y salimos sobre las ocho de la tarde. Unas veces los otorrinos solos, otras acompañados de los cirujanos plásticos.

- ¿Qué sucede si el cirujano senior se bloquea mentalmente?

-Es muy raro, pero en ese caso me llama a mí o llama a otro compañero. Ese aprendizaje del que hablábamos significa que no experimentas nada, no te lanzas a una aventura desconocida.

- ¿Es muy relevante la predisposición a trabajar en equipo?

-Trabajamos en equipo constantemente. Por la mañana, a las ocho, en la sesión, ya estamos todos y se plantea todo el trabajo que vamos a hacer. No todos tenemos la misma relación con todos, sino que depende de la afinidad, de la dedicación de unos y de otros, pero hay mucho trasvase de conocimientos.

- A veces el paciente echa de menos un médico de referencia que le atienda con continuidad.

-Hay diversos modelos organizativos, y todos tienen ventajas e inconvenientes. Nosotros damos prioridad a que cada caso sea atendido por el médico que mejor pueda resolverlo.

- ¿Hay alguna prestación o alguna técnica que su servicio no pueda dar a los pacientes por falta de recursos en la sanidad pública?

-Ahora mismo, creo que no. Todo es mejorable, pero estoy satisfecho de lo que tenemos. No derivamos pacientes a ningún lado. En los congresos aprovechamos para ponernos al día. Los congresos en medicina tienen mala fama. Parece que vamos a hacer turismo, pero no es así. Si no vas un año a congresos, no pasa nada. Si no vas dos, tampoco. Pero si no vas cinco, ya hay muchas cosas nuevas, que cambian, que aparecen y desaparecen. En la medicina, en diez años te has quedado atrás.

- ¿Nunca se ha sentido tentado por la sanidad privada?

-No, trabajo aquí y no tendría tiempo. A mí me parece bien, pero hacer una jornada por la mañana y otra por la tarde es posible durante un tiempo; a largo plazo es duro.

- En su servicio casi nadie compagina pública y privada.

-Dos médicos de los diez que somos. No tengo queja ninguna.

- Su mujer es médico. Uno de sus hermanos, también. ¿Sus hijos?

-Mi hijo está en quinto de Medicina; tiene mucha vocación, como mi padre. Mi hija estudia ADE.

- ¿Qué aprendió usted de su padre?

-Todo. Desde pequeño sabía que iba a ser médico, nunca tuve dudas. Estuvo en Tebongo, en Tuña y en Tineo. Yo iba con él a los pueblos. A veces no podía acompañarle, porque él iba a caballo, por ejemplo a un pueblo de Tineo que se llama Espinaredo. Sobre todo aprendí la dedicación: 365 días al año. No recuerdo una cena de Nochebuena o de Año Nuevo que no tuviera que levantarse. Íbamos a la playa un día al año. Mi padre conocía familias enteras porque había asistido a los partos de los cuatro hijos. Es una relación con los pacientes que hoy un médico no puede lograr. También debo todo lo que soy profesionalmente como otorrino a Carlos Suárez, que fue nuestro jefe de servicio durante 40 años.

- ¿Cuántos pacientes de fuera de Asturias atiende su servicio al año?

-Operar, a unos 50. Sobre todo tumores, y algunos implantes cocleares de Cantabria. En tumores complejos tenemos mucha experiencia, la exponemos en congresos, y la gente recurre a nosotros.

- ¿Cuál es el presente y el futuro de los tratamientos de la sordera?

-Hay sorderas que se curan y otras que no. Cuando es una degeneración del oído interno, no. Se palía, se ponen implantes cocleares, que mejoran la situación, pero no tienen solución. Una persona sorda no adquiere lenguaje y está muy limitado su desarrollo intelectual. En los implantes cocleares Asturias es un ejemplo, porque hay un diagnóstico universal, de todos los niños que nacen. Eso no lo tiene casi ningún país. Nos gustaría ampliar e implantar un programa de diagnóstico y consejo genético.

- Su servicio desarrolla la mayor actividad investigadora de todo el país en el área de otorrino.

-Tenemos varios proyectos en marcha. Ahora, para nuestras investigaciones de los tumores nasosinusales, que corresponden a la nariz, los senos nasales, hemos obtenido una ayuda del FIS de 200.000 euros y otra de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de 300.000. Es un éxito tremendo. Esos 500.000 euros nos permitirán realizar contrataciones.

- ¿Se curará la sordera algún día?

-Probablemente haya casos que no. Pero hoy hacemos cosas que hace 30 años ni imaginábamos. Lo previsible es que los implantes cocleares progresen.

- Asistencia, docencia, investigación, gestión. ¿Cuánto tiempo le queda para las redes sociales?

-No tengo redes sociales.