"Ahora tengo dos cumpleaños, y la misma madre de los dos", subraya Maite Sánchez Villa, mientras lanza una mirada de complicidad a su madre, María Teresa Villa Sánchez. Trabajan juntas en la tienda de alimentación que regentan en Oviedo. Hay sintonía entre ambas, y desde el pasado 31 de mayo aún más: ese día, la madre donó a su hija uno de sus riñones.

"Siempre supe que iba a ser yo, lo tenía clarísimo, no había nada que discutir" afirma María Teresa, de 54 años. Su hija tiene 32 años, y le fue diagnosticada una insuficiencia renal a los 18. Este trastorno era progresivo, y después de 13 años de tratamiento, llegó el momento de recibir un nuevo órgano, en una operación realizada en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Sólo se lo habían contado a un reducido grupo de allegados. Maite nunca llegó a sentir molestias por su enfermedad: incluso el diagnóstico fue más bien casual. Eso sí, llevaba largo tiempo sometida a una dieta que califica de "severa".

Cuando los médicos le comunicaron que había llegado la hora del trasplante, la joven ovetense ya sabía que el riñón lo tenía garantizado siempre que su madre cumpliera los requisitos de salud y compatibilidad exigidos. "Tenía miedo y dudas, miedo al dolor, y sobre todo miedo de que le pasara algo a mi madre por curarme a mí", explica. Cosas de la vida, su madre no tenía temor alguno: "Yo estaba preocupada por Maite, pero no por mí".

Ambas coinciden en que las intervenciones quirúrgicas no les ocasionaron mayores trastornos. "Ni me enteré, ni un dolor. A los tres días, estaba en casa. Únicamente las molestias de las cicatrices. Empecé a trabajar a los tres meses, un poco tarde porque en el trabajo tengo que coger peso", señala la donante, quien apostilla que los profesionales sanitarios "son muy buenos, de admirar, te aclaran todas las dudas".

Para Maite Sánchez, la calidad de vida ha mejorado de forma muy notable: "Tengo que seguir una dieta baja en grasa y en sal, pero me quitaron todas las restricciones previas. Puedo comer de todo, pero sin pasarme", resume. María Teresa Villa se muestra muy convencida de las bondades de la donación de vivo: "A quienes estén en una situación parecida les diría que no se lo piensen dos veces. No saben lo gratificante que es ayudar a una persona, y más si es de tu familia".