En la habitación de este piso del centro de Oviedo reina un enorme silencio. Pero no de ése opresor, ni tenso. Sino uno muy relajante, que invita a dejarse llevar por las sensaciones que vaya experimentando el cuerpo y, por supuesto, a meditar. De eso se trata. La tranquilidad sólo la rompen los ruidos amortiguados que se cuelan desde la calle. Nada que rompa el ambiente. De repente, Samikannu Peter coge un cuenco y comienza a darle golpecitos dejando un buen espacio entre uno y otro. Todo muy armónico. Sobre unas sillas minúsculas descansan con los ojos cerrados cinco personas, con mucha paz y calma. Es la última clase de un curso sobre "mindfulness", una técnica de meditación que de forma literal quiere decir atención plena y que en los últimos años ha adquirido un enorme auge como terapia para reducir el estrés crónico. Una de las epidemias psicológicas que se expande con fuerza.

En apariencia, el grupo no está haciendo nada más que reposar tranquilamente. No es así. Una de las bases del "mindfulness" consiste en centrar una atención plena en lo que se está haciendo en ese momento. Por ejemplo, fijar todos los sentidos en observar y sentir cómo la respiración entra y sale, y poner freno a los pensamientos distractores. Dejándolos de lado y centrándose en sentir cómo el aire pasa por la nariz, llega a los pulmones y vuelve a expulsarse a la atmósfera de la habitación en la que manda el silencio, roto cada poco por el tintineo del cuenco que sujeta Peter.

Luis Velasco y Adela Otero son alumnos. Ambos trabajan como agente comercial. Una actividad estresante, señala el primero. Por eso decidieron probar el "mindfulness" para conseguir rebajar esa tensión que va acumulándose día a día. "He aprendido a relajarme y a ver las cosas de otra manera. A tener una mayor sensación de placer cuando los momentos no son buenos y a ver todo con un poco más de objetividad. La verdad es que nos viene muy bien para nuestra profesión", apunta Velasco. A partir de ahora, promete aplicar esas técnicas de meditación y de atención plena, de las que ha ido empapándose en estas últimas semanas, en su día a día y, especialmente, en su vida laboral. "Es un trabajo estresante, pero esto te protege un poco de esas agresiones externas que recibes", sostiene.

Lo mismo opinan Alejandra García y Natalia de la Grana. La primera se dedica al mundo de la sanidad y promete llevar estas técnicas para relajarse a los pacientes con los que tiene que tratar. La segunda apunta: "Empecé un poco por curiosidad y he aprendido a sentir más el presente y el momento. Ahora toca llevarlo a la práctica".

Cuando la meditación acaba, los alumnos intercambian experiencias. Cuenta Alicia Fernández que, hace un tiempo, estuvo durante varios días en unas jornadas de meditación en Ávila. La norma principal era que no se podía hablar con el resto de compañeros. Otra vez el silencio. Ahora, con el "mindfulness" asegura que ha conseguido "redescubrirse". "Todas y cada una de las veces que te sientas a meditar descubres algo nuevo y eres una persona completamente diferente. Entonces, llega un momento en el que lo que te mueve es esa curiosidad de decir a ver qué pasa hoy", explica.

El psicólogo asturiano Pablo Pérez, que trabaja también con este tipo de técnicas, asegura que el "mindfulness" tiene la ventaja, respecto a otros sistemas de meditación más tradicionales, de que "está más adaptado a nuestra cultura y sistema de vida". Por otro lado, "se han realizado muchas investigaciones científicas que avalan su efectividad".

En sus amplios beneficios incide Maribel Fernández Bueno, psicóloga especialista en "mindfulness" y desarrollo personal. La lista es larga. Practicarlo día a día "puede ayudarnos a tener mayor capacidad para calmarnos, para actuar reflexivamente, a aliviar los síntomas de ansiedad o depresión, el estrés, a tener mayor concentración, a aumentar la amabilidad con nosotros mismos, con los demás y con el planeta, y aumenta la capacidad de disfrutar de la vida".

El "mindfulness" ha ganado popularidad en los últimos años como forma de hacer frente al estrés, pero su origen está enraizado en la meditación budista. Samikannu Peter asegura que se trata de mezclar meditación con psicología. "Consiste en ver cómo interactúa la mente con el cuerpo y entender cómo se relaciona nuestro comportamiento con las emociones, sentimientos o sensaciones. Es una forma de meditación occidentalizada".