En la piscina ovetense del Parque del Oeste, las risas se mezclan con los ejercicios de calentamiento. Laura Fernández muestra a sus compañeros su nueva prótesis de color morado. "Es un poco llamativa, pero me encanta", explica. Laura tiene 14 años, nació con un fémur corto y es la benjamina de Mareastur, el único club de natación adaptada de Asturias. Sus integrantes compiten en las modalidades de discapacidad física, discapacidad sensorial y parálisis cerebral.

"Hoy el agua está más fresca", advierten los primeros nadadores que se lanzan a la piscina. Son las ocho de la tarde del viernes. Para algunos es su quinto día consecutivo de práctica, y el cansancio acumulado durante la semana ya se hace notar. "Los entrenamientos son duros, pero tienen que ser así", argumenta Esther Bermúdez con la voz entrecortada. Acaba de completar su tercera vuelta y sólo se ha detenido un par de veces a tomar bocanadas de aire, una gesta impensable hace 13 años, cuando los médicos le dijeron que no podría volver a caminar. "Sufrí un accidente de coche cuando iba a trabajar y pasé un mes en coma, me reventé la cara y perdí un ojo; la piscina se convirtió en mi tabla de salvación". Esther lleva tres años en Mareastur, vive en Avilés y practica en Oviedo tres días por semana. "Después del accidente, empecé a entrenar en un club convencional, pero me exigían lo mismo que a mis compañeros y lo pasé muy mal. Bea me devolvió las ganas de nadar".

Bea es Beatriz Álvarez Valderrama, la entrenadora y el alma del equipo. Su vínculo con los nadadores es muy estrecho porque muchos de ellos fueron alumnos suyos en la escuela del Fedema, la federación de deportes para personas con discapacidad del Principado. "Aquí no vemos lo que les falta, vemos lo que podemos sacar de ellos", asevera Beatriz en el resumen de su filosofía. Esta onubense de 29 años es también un ejemplo de superación: nació con espina bífida y dio la vuelta a los peores pronósticos gracias a la práctica del deporte: "Llegué a Oviedo hace seis años para competir en un club de natación adaptada que acabó desapareciendo, y decidí implicarme en este proyecto".

Mareastur se fundó en 2013 para que los niños de la escuela de natación adaptada del Fedema pudieran seguir desarrollándose y llegar a competir a nivel nacional y autonómico. "Necesitábamos una alternativa como ésta porque, en los clubs convencionales, la igualdad de oportunidades no es real y hay momentos en los que te sientes inferior", enfatiza Beatriz Álvarez.

"Yo no me atrevía a competir porque me daba miedo hacer el ridículo", apunta Laura Alvarado, una de las últimas incorporaciones. "Tengo parálisis cerebral y problemas de movilidad; Bea era mi entrenadora en la escuela del Fedema e insistió para que me uniera al equipo, y ahora me arrepiento de no haber venido antes", agrega la joven,

Esta temporada, el equipo está formado por 12 nadadores con grados de discapacidad muy diferentes. "No podemos meter a más porque no hay espacio; sólo nos ceden una calle de la piscina y es muy difícil entrenarlos a todos a la vez", lamenta Beatriz Álvarez, quien añade: "El gran problema de la natación adaptada son las ayudas. Si a nivel convencional ya hay pocos recursos, imagínate en nuestra categoría". A pesar de las dificultades, Mareastur sigue evolucionando y mejorando tiempos en los campeonatos en los que participa.

Dos de las grandes promesas son Adriana Pérez y Sergio Maté. Ella forma parte del equipo de promesas de la natación paralímpica española; él se ha incorporado este año a la tecnificación de la Federación Española de Deportes para discapacitados físicos. "Hay que entrenar a fondo, nadie regala nada", indica Adriana. Su siguiente reto es el Campeonato de España absoluto por comunidades autónomas, para el que están convocados nueve nadadores de Mareastur. "Nunca habíamos tenido una representación regional tan numerosa. Junto a nosotros van dos nadadores del Santa Olaya y uno del grupo Covadonga. Por primera vez en mucho tiempo, Asturias va a poder presentar un relevo masculino y esperamos buenos resultados", celebra la entrenadora.

La socialización es otro de los objetivos que ha llevado a Mareastur a ser más que un club de natación. Lo ratifica el avilesino Alejandro Álvarez, un fichaje reciente. Empezó a nadar por recomendación médica tras un accidente en el que perdió el brazo y la pierna derechos. "Lo que más me gusta son las competiciones, porque al final coincides con la misma gente y acabas haciendo buenos amigos".

Laura Fernández: "Aquí nos apoyamos entre todos"

Laura Fernández nació con un fémur corto y usa una prótesis desde que era pequeña. "Siempre me he apañado muy bien. Me sigue molestando que me pregunten, pero creo que es una ventaja, porque gracias a ella he conocido a gente maravillosa", explica. Laura tiene 14 años, y lleva más de una década en el agua. Llegó a Mareastur sin saber lo que era la natación adaptada, pero ahora -asegura- no la cambiaría por nada. "En el otro club me sentía diferente porque yo era la única que tenía una discapacidad; aquí nos apoyamos mucho". Ahora nada con la vista puesta en el próximo campeonato de España, una cita de la que espera volver con los mejores resultados posibles.

Laura Alvarado: "He aprendido de lo que soy capaz"

Laura Alvarado nació prematura y sufrió una parálisis cerebral que le provocó problemas de movilidad en las extremidades. Nadar fue la alternativa a colocarse un corsé "con el que no podría caminar", explica. El deporte le ha servido "para descubrir de lo que soy capaz". Además, ver a otras personas con discapacidad "me ayuda a aceptar la mía", argumenta. A sus 21 años, Laura está a punto de culminar los estudios de comercio y marketing, y ya planea cursar un máster fuera de Asturias: "Mi meta es alcanzar las mínimas para ir al campeonato de clubs que se celebrará este verano en Cataluña, estoy trabajando duro".

Alejandro Álvarez: "En el agua me siento mucho más libre"

El avilesino Alejandro Álvarez sufrió la amputación del brazo y la pierna derecha cuando tenía ocho años. "Recuerdo que estaba jugando y luego me contaron que me caí a las vías del tren", explica. Empezó a nadar por recomendación médica, pero la piscina acabó enganchándole. "En el agua me siento mucho más libre", enfatiza. Empezó entrenando con el Club Natación Avilés, para probar si seguía el ritmo en natación convencional, y acabó compitiendo con ellos, aunque hace tres años lo dejó para centrarse en la carrera. "Estudio Ciencias de la Actividad Física en León y aprovecho los viajes a Asturias para entrenar con Mareastur". La meta ahora es recuperar sus tiempos.