Antes de nada, un aviso: vaya por delante que no hay milagros. "Me gusta el paciente que sabe dónde puede llegar y cuáles son los límites. La perfección absoluta no existe", señala Francisco Menéndez-Graíño. "Hay que olvidarse de que en el quirófano se arregla todo. No vale todo para todos. El diagnóstico previo es fundamental", remata Nazaret Ruiz López. Las advertencias están hechas. Corren a cargo de dos expertos en la materia: el ovetense Menéndez-Graíño, doctor en Medicina y Cirugía, especialista en plástica, reparadora y estética; y Nazaret Ruiz Gómez, también cirujana de estas tres especialidades, volcada principalmente en la rama estética, al tiempo que se encarga en los hospitales de Cabueñes y de Cruz Roja -ambos en Gijón- de la reconstrucción mamaria inmediata después del cáncer.

Son dos médicos a los que la carga de trabajo les crece esta temporada. A las consultas de los especialistas en cirugía plástica y estética han comenzado a llegar muchas personas (mujeres en abrumadora mayoría, rondan el 90 por ciento, pero los hombres cada vez van a más) preocupadas por su aspecto: el verano está a la vuelta de la esquina, toca enseñar más cuerpo, y partes ocultas bajo la ropa en invierno quedarán expuestas a la vista de la gente. ¿El problema? Que hay algunas cosas que no gustan a su dueño, pueden llegar a obsesionarle, y de ahí a que estos reparos le limiten en su vida diaria (ocio, trabajo, familia) hay un pequeño paso. Unos conviven con ese complejo para siempre, pero cada vez más personas se ponen en manos de un especialista para tratar de arreglarlo.

Es un hecho: un 60 por ciento de la cirugía o tratamientos estéticos se concentra de enero a junio (en noviembre también hay un repunte, con vistas a lucir estupendo en las fiestas de Navidad). Se sale más, se alterna más, se viaja y la gente quiere verse y que la vean más guapa. Menéndez-Graíño y Ruiz coinciden en que los asturianos, sin ser en exceso, se preocupan por su aspecto. "Sí que somos presumidos", apunta la doctora. "Nadie pretende grandes cambios ni quitarse diez años de encima, sino que se busca un retoque pequeño que mejore su vida", añade.

¿Por qué? "Creen que pueden mejorar algo: una nariz fea, unas arrugas en los párpados... Es por uno mismo, no por nadie más", sentencia el doctor. ¿Frivolidad? "Eso lo decidimos nosotros, cada uno es libre de pensar lo que quiera. Pero cuando hablamos de casos que son trascendentales y que con una intervención te mejora la vida poca frivolidad hay", concluye.

Durante su larga trayectoria profesional, Francisco Menéndez-Graíño ha tratado numerosos casos en los que la citada etiqueta de "frivolidad" brilla por su ausencia, aunque el motivo que llevó al paciente a su consulta no fuera por salud, sino simplemente por mejorar el aspecto. La cuestión es que detrás de la idea de verse más guapo hay, precisamente, motivos de salud, no física, cierto, sino mental. "Un caso habitual: una chica joven con complejo de pechos pequeños. Eso le hace ser introvertida, no disfruta en la playa con los amigos. Viene, se opera y por medio de esa pequeña intervención deja atrás un gran complejo. Hay que escucharla y ver cómo mejora su vida para darse cuenta de que de frivolidad, nada", abunda el doctor. En cierta medida podría decirse que los cirujanos plásticos tienen algo de psicólogos: "Puede ser, a veces abordamos las situaciones más insospechadas".

Nazaret Ruiz cifra en uno de cada diez los casos que rechaza. "Es porque no tiene sentido y está fuera de lugar lo que plantean, además de ser muy arriesgado. Muchas veces no merece la pena someterse a una cirugía para un pequeño resultado. Esto no se trata del sencillo photoshop", explica. Son los jóvenes, mujeres sobre todo, las principales víctimas de la nueva "droga", como se podría llamar: están enganchados al Instagram. Entran en la consulta con la foto en el móvil del famoso de turno: "Quiero esto". Y "esto" es un culo como el de tal actriz, unos pechos como los de tal modelo, la nariz de cierto cantante, la boca, los pómulos... "Aquí en Asturias vamos más tapados, la demanda es sobre todo facial, más que corporal", asevera Ruiz.

El habitual selfie o la foto a uno mismo es también muy pernicioso, más que nada porque uno nunca se verá perfecto. Una reciente encuesta entre cirujanos plásticos concluyó que uno de cada diez españoles que acuden a las consultas lo hacen por los selfies y los comentarios (no siempre positivos) que reciben al mostrarlos.

Con todo, la obsesión por estar guapo y lucir un buen aspecto no es nueva, sino tan antigua como la Humanidad. Y el verano es la estación que pone a prueba, sin lugar a dudas, el grado de aceptación del cuerpo. Hay que exhibirlo en la playa, en la piscina, en la terraza, además de en multitud de actos sociales: fiestas, bautizos, bodas, comuniones... Miente quien no admita que quiere estar lo más presentable posible para mostrarse en sociedad, y esto pasa bien por una sencilla sesión de peluquería o maquillarse ese día algo más de lo habitual, bien por someterse a un tratamiento estético o, por qué no, por pasar por el quirófano. Cada uno decide qué quiere y está dispuesto a hacer.

De entre todas las intervenciones de cirugía estética, la liposucción (extracción de grasa para remodelar la silueta) es la reina. Tanto en hombres como en mujeres gana por abrumadora mayoría en las consultas. El aumento de pecho le sigue en el caso de ellas (entre 25 y 50 años), mientras que ellos acuden, en cambio, a reducirlos. Ésta última es una intervención habitual por estas fechas entre los varones que sufren la denominada ginecomastia (agrandamiento de las mamas), que en los jóvenes hace verdaderos estragos por el ridículo que sienten al tener que exhibirse descubiertos en la playa o la piscina. La cara es lo que más preocupa a partir de los 50 años, tanto en hombres como en mujeres, que optan por retocarse párpados, cuello, nariz o el famoso lifting facial. Y una nueva preocupación, ésta entre las adolescentes: complejo por la hipertrofia de los labios menores que hace que tengan un tamaño excesivo. La labioplastia para corregirlo es una demanda cada vez más habitual entre las chicas, horrorizadas ante la idea de lucirse en bañador o bikini, prendas ajustadas al cuerpo y que marcan especialmente esas partes.

Sin pasar por quirófano se abre todo un mundo de posibilidades en la medicina estética. "Son las pacientes que tienen un determinado compromiso social y quieren arreglarse algo con técnicas mínimamente invasivas", explica Nazaret Ruiz. Aquí se habla de bótox, vitaminas, en féminas de entre 35 y 45 años. Buscan disminuir arrugas, borrar la expresión de cansancio, mejorar la textura de la piel. Cada vez surgen nuevos tratamientos, posibilidades, productos... "Siempre digo que si viviera mi maestro para ver lo que se hace hoy en día, le daría un infarto de la impresión. No lo creería", añade con humor Menéndez-Graíño.

El mundo de la cirugía y medicina estética es amplio y, aunque parezca lo contrario, desconocido. El intrusismo es uno de los azotes de la profesión. Tan importante es acudir a un cirujano plástico "de verdad", recalca la doctora Ruiz, en busca de un diagnóstico correcto, como tener claro que todo tiene un precio. Porque, aparte de saber qué se quiere hacer y hasta dónde se está dispuesto a llegar, también lo es el dinero. ¿Caro o barato? Según se mire, sentencian los médicos. A partir de 150 euros se hacen tratamientos de medicina estética y, a partir de aquí, todo sube, y una sesión completa de bótox alcanza los 1.000 euros. De 1.000 a 4.000 euros se puede pagar por retocarse los párpados, 5.000 por una rinoterapia o retoque de nariz y desde 5.000 ó 6.000 hay que empezar a contar para ampliarse el pecho. La liposucción oscila en función de cómo sea retirada la grasa y cuánta: las más complejas rondan tranquilamente los 8.000 euros.

Si es mucho o poco dinero, lo deciden el paciente y su bolsillo. Quizás volver a la playa relajado después de años oculto tras un pareo, que uno no se quita ni dentro del agua, no tiene precio. Como tampoco lo tiene disfrutar por fin de la piscina con la pandilla en vez de pasar los veranos en casa encerrada por complejo de poco pecho. La cuestión es sin con esto es suficiente. Lo básico, concluyen los especialistas, es cuidarse. Tanto de cuerpo como de mente. Cuestión de salud física y, cómo no, mental.

Algunos casos reales

Pecho

Amparo (nombre ficticio) piensa ya en todo el verano que tiene por delante para disfrutar de la playa con sus amigos. Esta ovetense de 32 años lleva muchos sin pisar la arena relajada y sin estar siempre pendiente de la camiseta. Todo por el gran complejo que arrastraba por sus pechos, pequeños y con una malformación congénita. Acaba de operarse para aumentarlos y, de paso, el doctor Francisco Menéndez-Graíño aprovechó para quitarle unos fibroadenomas (tumoraciones benignas) que no revestían riesgo para la salud. "Desde pequeñina empecé a preocuparme y, cuando mis amigas comenzaron a desarrollar, adquirí gran complejo", asegura esta mujer que llevaba tiempo con la idea de someterse a una intervención, aunque le echaba para atrás pasar dolor. "Una vez que te decides, no tienes miedo ni reparos. Sabes que es una decisión trascendente, que hay riesgos... Pero tienes claro que quieres estar guapa y natural", explica a LA NUEVA ESPAÑA con gran satisfacción mientras se somete a una revisión dos días después de pasar por el quirófano. "No he tenido nada de dolor, ni molestias", asegura. Después de alguna revisión más, en quince días llegaría el alta y, por decirlo de alguna manera, una vida nueva. ¿Cambios? "Iré más a la playa, estaré más relajada por mi aspecto. Se acabó comprar siempre sujetadores con copa para disimular y no habrá limitaciones a la hora de elegir vestido, eso se nota mucho", celebra.

Cuello

En 2019 se casa el hijo de María (nombre ficticio). Bodas, bautizos, comuniones y eventos sociales de este tipo se concentran principalmente en los meses de buen tiempo (primavera y verano), en los que se exhiben más partes del cuerpo. Hay gente a la que se le pone cuesta arriba enseñar las piernas, los brazos o, como en el caso de esta paciente de 57 años, el cuello. Para el evento familiar de dentro de un año quiere estar perfecta y dejar sus complejos en casa. Ha pedido ya cita para valorar el estado de su piel y conocer qué le plantea el especialista para mejorar su aspecto. Tiene mucho tiempo por delante para someterse a algún tipo de tratamiento o intervención si fuera necesario.

Párpados

Mirarse al espejo y ver un hombre de 70 años y no de 50, los que tiene, es lo que ha movido a Benjamín (nombre ficticio) a pedir consejo a la cirujana Nazaret Ruiz. Este empresario asturiano está preocupado por el estado de sus párpados con bolsas, piel sobrante, inflamaciones, arrugas... "Está preocupado por su aspecto, se ve cansado y quiere mejorarlo", explica la doctora. Su caso está ahora en valoración, y en verano piensa someterse a la intervención oportuna. "Mucha gente elige el verano para ello, unos por lucir mejor aspecto en esta época, pero otros, como éste, debido a que aprovechan las vacaciones del trabajo para ello", añade Ruiz.

Abdomen

Agobio y también cierto terror es lo que siente Elvira (nombre ficticio) cuando se imagina este verano en la playa levantándose una y otra vez de la toalla para correr detrás de sus dos hijos, gemelos, que tuvo hace dos años. Ella tenía 43 años y hasta entonces había sido una mujer delgada, con buen tipo y sin grandes complejos. Pero el parto fue por cesárea y su abdomen se ha resentido. Además, ha sufrido ciertas alteraciones funcionales que, en resumen, le hacen la vida imposible. No quiere ponerse en bañador, pero el deseo de jugar con sus hijos en la arena la ha movido a embarcarse en una intervención quirúrgica, una liposucción, para reducir su abdomen.

Cuello

Abuela de 60 años. Y siempre con la bufanda al cuello. Algo que en los próximos meses, cuando apriete el calor, será, como poco, extravagante. Esta mujer ha desarrollado un complejo tremendo que ya llega a preocupar a su entorno, que teme que acabe encerrada en casa sin salir. Con su marido ha acudido a la consulta en busca de una solución que le permita cuidar de sus nietos, ir a buscarles al colegio, pasear y hacer la compra sin tener que llevar siempre un pañuelo al cuello, ahora arrugado y con mucha papada producto de la edad.