Este lunes 22 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Tartamudez, una dificultad de la que se desconoce oficialmente su origen y de la que no se ha encontrado aún una cura efectiva. Según estima la Asociación Internacional de Tartamudos (ISA) hay más de 60 millones de personas en el mundo que sufren esta condición médica.

Para recordar a todas estas personas, la Fundación ONCE ha compartido un vídeo en el que Miriam, una joven de 19 años, cuenta su experiencia como tartamuda bajo el lema "Yo no me callo". "Lo que hacía yo era esconderme, sentirme que estoy yo sola contra el mundo, sin ayuda", cuenta antes de comentar el "infierno" que suponía para ella ir al instituto.

El Imserso, las 17 comunidades autónomas, el Consejo General de Colegios de Logopedas y la Fundación Española de la Tartamudez (TTM) están ultimando la creación de una Estrategia Nacional de Tartamudez para atender las necesidades de las 600.000-700.000 personas estimadas que sufren esta dificultad en España.

Así lo ha señalado en una entrevista con Europa Press el presidente de la Fundación TTM, Adolfo Sánchez, que está participando personalmente en este grupo de trabajo constituido hace ya seis meses, que trabaja en un borrador con varias medidas sociosanitarias, y que hasta la fecha ya se ha reunido en cinco ocasiones.

La siguiente será este miércoles 24 de octubre, apenas 48 horas después del Día Internacional de la Tartamudez, en la que intentarán "sacar adelante de una vez" esta Estrategia, que fue puesta en marcha el pasado 1 de marzo, con un plazo de implantación fijado de seis meses, por el Consejo Territorial de Servicios Sociales y del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia.

Las propuestas de la Fundación TTM implican hacer la tartamudez una asignatura obligatoria en las carreras de Logopedia y Pediatría o enseñar a los profesores a evitar el acoso escolar que los niños tartamudos sufren en las escuelas por parte de sus compañeros.

La tartamudez se inicia en la infancia. Por lo general, comienza a presentarse entre los 2 y 5 años. Se da más en hombres que en mujeres, en una proporción de 4 a 1. Es involuntaria y cíclica, aparece y desaparece por períodos de tiempo variables. No lleva aparejada ninguna otra clase de deficiencia ni anormalidad, solamente la necesidad de emplear un poco más de tiempo en la exposición del mensaje. Aún no se sabe a ciencia cierta cuáles son sus causas, pero algunos estudios sugieren que puede ser una combinación de factores fisiológicos, psicológicos, sociales y biológicos.

"En 500.000 hogares españoles hay al menos una persona que tartamudea. La cifra, por tanto, oscila entre las 600 y 700 mil personas en toda España", detalla Adolfo Sánchez, quien lamenta la marginación que hoy en día sufre el colectivo.

En este sentido, cuenta que en el aspecto laboral la marginación era "total" hasta hace no mucho. "Hasta el año 2005, el primero que nos marginaba era el propio Estado: las personas con tartamudez no podían ser empleados públicos en pleno siglo XXI", cuenta el dirigente de la Fundación, que narra a continuación cómo se solucionó esta situación: "Comparecimos un miércoles en el Parlamento Europeo para denunciar cómo nos discriminaba el Gobierno de España. El jueves nos reunimos con el presidente Zapatero y el viernes se aprobó en el Consejo de Ministros la anulación de la tartamudez como causa de exclusión".

Acoso escolar a niños

Pero lo que preocupa verdaderamente al colectivo es la tartamudez en niños, y cómo les afecta en forma de acoso escolar. "Los niños son muy crueles cuando ven a alguien diferente y, además, se une la dificultad de que los maestros no saben bien cómo atajarlo, tienen un gran desconocimiento sobre lo que sufre un niño que tartamudea", explica.

Por ejemplo, afirma que el profesor debe saber que no tiene que preguntar el último a un niño en clase, "porque todo ese tiempo que pasa hasta preguntarle le genera una angustia anticipada". "Hay que preguntarle sin que lo espere para que no le dé tiempo a ponerse nervioso, que es cuando comienza a tartamudear", añade.

Lo mejor, en cualquier caso, es abordar "cuanto antes" el tartamudeo, a los primeros síntomas, como asegura a Europa Press la vicepresidenta de la Asociación de Logopedas de España, Miriam Gómez García. "Si los síntomas empiezan entre los dos y los tres años, se puede hacer ya una valoración para comprobar dónde suceden los síntomas o la frecuencia con la que aparecen. A partir de los cuatro, ya está establecida, no remite. Lo único que se puede hacer es intentar moldear la forma y ritmo del habla", expone.

A partir de los cinco años, la tartamudez ya "prácticamente acompaña a lo largo de la vida". "Se puede disminuir mucho. Incluso hay gente que puede llegar a casi eliminarla, pero en momentos puntuales, como estrés, vuelve a aparecer", agrega la experta, quien apunta que "cuanto más temprana es la intervención, mejores son los resultados, con unas tasas de mejora mucho mayores".

Las prácticas de Logopedia que se ponen en marcha recogen técnicas de relajación muscular, control de la respiración diafragmática, patrones de habla, técnicas de fluidez, canciones y aprender un ritmo establecido. Todo esto, además, se puede combinar con psicoterapia en edades más avanzadas, para trabajar aspectos de habilidades sociales y emocionales.

"No somos bichos raros"

"Cuando empiezan a darse cuenta de que tartamudean, los niños en ocasiones suelen retraerse, e incluso dejar de hablar. A veces, hay que ayudarse de los psicólogos para afrontar esos problemas", concluye la experta. El presidente de la Fundación TTM reivindica que esta ayuda psicológica es buena también para los padres, que deben aceptar que tienen "un hijo perfecto, solo que tartamudea".

En cualquier caso, si el niño "lo acepta y no le afecta", Adolfo Sánchez recuerda que el tartamudeo es como ser "alto, bajo, calvo o gordo". "No tenemos rabo ni cuernos. No somos bichos raros", defiende sobre el colectivo.

Por último, cuenta su propia historia personal. "Mi hijo pequeño tartamudea, es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Tiene cinco másteres. trabaja en una multinacional y tiene apenas 30 años. Ha triunfado profesional y socialmente. Es un crack. No somos gente rara. La tartamudez no es una enfermedad, es una peculiaridad más", zanja.