¿Qué es el ictus? Una enfermedad del cerebro que consiste en la pérdida brusca de una o varias de sus funciones como consecuencia de un trastorno de la circulación sanguínea. En la mayoría de los casos se produce por la obstrucción de una arteria cerebral y la consiguiente interrupción del flujo de sangre, portadora de oxígeno y alimento, hacia la región irrigada por esa arteria (es el llamado ictus isquémico). En otros casos, la causa es la rotura de la arteria, que deja una zona del cerebro anegada en sangre y sin función (se trata del llamado ictus hemorrágico).

¿Cómo de frecuente es? Mucho: la primera causa de muerte entre las mujeres en nuestro país, la segunda en los varones, la principal causa de discapacidad en la edad adulta y la segunda causa de demencia. Aunque tiende a ser más frecuente en personas de edad avanzada, en los últimos años se asiste a un inquietante incremento de la incidencia en edades juveniles.

¿Cuáles son los factores de riesgo para padecerlo? Existen algunos no modificables, como la edad, la historia familiar de ictus o el hecho de haber padecido uno con anterioridad, y otros modificables, sobre los cuales es necesario incidir. Entre ellos destaca la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, las cifras elevadas de colesterol, el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, el sedentarismo, la alimentación inadecuada, el estrés emocional, la contaminación ambiental y un largo etcétera. En su mayor parte tienen que ver con el estilo de vida, muy relacionado con las condiciones de vida.

¿Cómo reconocer el ictus cuando se presenta? Si bien los síntomas pueden ser muy variopintos, existen unos cuantos que, aislados o en combinación, nos permitirán reconocer la inmensa mayoría de los casos. Así, si una persona sufre una pérdida brusca de fuerza o sensibilidad en la mitad de su cuerpo, o en uno de sus miembros, si presenta una desviación de la comisura de la boca, si tiene dificultades repentinas para expresarse o entender lo que se le dice, si experimenta una brusca sensación de desequilibrio o un inusual e intensísimo dolor de cabeza, es probable que esté sufriendo un ictus.

¿Qué hacer? Llamar al 112. Esa llamada, si se mantiene la sospecha de ictus y el paciente cumple una serie de requisitos definidos, activará el “Código Ictus”. Y pondrá en marcha con la máxima prioridad todos los recursos del sistema para trasladarle a un hospital que tenga los recursos necesarios para suministrarle un tratamiento óptimo en el mínimo tiempo. Es prioritario realizar una TAC cerebral para definir si se trata de un ictus hemorrágico o isquémico. En este último subtipo, el más frecuente, las posibilidades de tratamiento se han multiplicado en pocos años.

¿Por qué es preciso actuar de inmediato? El ictus isquémico es una de las llamadas enfermedades tiempo-dependientes. Una vez que la arteria cerebral se ha obstruido, el tejido cerebral comienza a dañarse, de modo que cuanto antes se pueda restaurar el flujo sanguíneo, más tejido cerebral podrá salvarse, y más probabilidades tendrá el paciente de recuperarse sin secuelas, o de que sean mínimas. El tiempo es cerebro.

¿Qué se puede hacer para limitar el daño? En el ictus isquémico, la clave es desobstruir la arteria y permitir que la sangre vuelva a fluir. Existen tratamientos farmacológicos (que intentan disolver el trombo) y mecánicos (intervenciones altamente especializadas que extraen el trombo de la arteria accediendo a él mediante un catéter que se introduce a través de una arteria que pasa por la ingle). En cada paciente podrá aplicarse un tratamiento u otro en función de las características del ictus. En algunos casos las circunstancias específicas del paciente o del ictus pueden impedir la recanalización.

¿Qué hacer pasada la fase aguda? Independientemente de que la arteria se haya recanalizado o no, es fundamental que el paciente ingrese en una Unidad Hospitalaria donde se pueda llevar a cabo una cuidadosa monitorización que permita minimizar el riesgo de complicaciones y abordarlas precozmente. En función de la gravedad y de las circunstancias del paciente, podrá ser atendido en una Unidad de Hospitalización convencional, en una de Ictus o en UCI.

¿Es posible conocer la causa que ha producido el ictus? En la mayoría de los casos. Durante la hospitalización se llevarán a cabo diversas pruebas para determinarlo. Las causas más frecuentes son la arterioesclerosis de las arterias de gran o mediano calibre (carótidas, arterias vertebrales, circulación intracraneal), los embolismos producidos por patologías del corazón (tales como las arritmias), la enfermedad de las pequeñas arterias intracerebrales (muy ligada a la hipertensión) y un largo etcétera. En función de la causa, el tratamiento preventivo será distinto.

¿Cuál es el pronóstico? Pese a los avances terapéuticos de los últimos años, el ictus sigue siendo una patología grave, que comporta una mortalidad elevada y produce discapacidad a buena parte de quienes lo padecen. Aunque el panorama está cambiando tímidamente, siguen siendo una minoría los pacientes que logran una recuperación completa. A veces las secuelas son evidentes: parálisis de uno o varios miembros, dificultades para la deambulación, trastornos del lenguaje, problemas visuales... Otras veces se trata de trastornos menos visibles: dificultades de atención o concentración, lentitud del pensamiento, problemas emocionales...

¿Cuál es el papel de la rehabilitación? Es central en la recuperación de los pacientes y debe ser protagonista desde los primeros días tras el ictus y por un tiempo variable. Debe ser entendida en un sentido amplio, incluyendo fisioterapia, logopedia, terapia ocupacional o la rehabilitación neuropsicológica, abordando en cada paciente las complicaciones específicas que se hayan producido, con la máxima intensidad y durante el tiempo que sea necesario.

¿Existen ictus transitorios? Así es. A veces el trombo que obstruye la arteria se disuelve espontáneamente y los síntomas del ictus desaparecen. Es muy importante manejar esta situación con la misma urgencia que en el ictus: si no se encuentra y pone freno a la causa que lo ha producido, es muy probable que en las horas o días siguientes sobrevenga un ictus grave. El ataque isquémico transitorio es una oportunidad única para actuar, pero hay que hacerlo rápido.

¿Qué pasa con los ictus hemorrágicos? Por desgracia no se han producido avances significativos en los últimos años en su tratamiento, que pasa por la vigilancia estrecha del paciente en unidades especializadas, cirugía en casos seleccionados y rehabilitación intensiva.