Con más de 3.500 ictus anuales registrándose en Asturias el volumen de población que sobrevive con secuelas a un ictus no hace sino incrementarse. Y mucha de esa población es conductora habitual lo que hace que una habilidad de la vida diaria de la intensidad y complejidad como es la conducción pueda verse afectada. De ahí que uno de los apartados que incluyeron los especialistas del HUCA en la guía sobre el ictus publicada este año en Asturias es tan claro como necesario: “¿Se puede volver a conducir tras sufrir un ictus?”.

La respuesta que dan los expertos deja poco margen a hacerse el despistado: “si se ha sufrido un ictus y se presentan secuelas que pueden interferir en la conducción hay que evitar conducir y comunicarlo a la Dirección General de Tráfico”.

Hace cuatro años una modificación por Real Decreto del Reglamente General de Conductores tuvo que atender, específicamente, a la situación que se estaba generando con los conductores que sufrían ictus. La normativa, desde entonces, prohíbe conducir “hasta al menos 12 meses tras un ictus después de establecidas las secuelas. Para volver a conducir, con informe del neurólogo o neuróloga, excepcionalmente y a criterio facultativo, se podrá obtener o prorrogar el permiso o licencia con un período de vigencia máximo de un año”.

La advertencia que hacen los expertos es que a veces las secuelas físicas del ictus pueden imposibilitar la conducción, pero esas secuelas suelen ser evidentes. “Sin embargo, la conducción es una actividad muy compleja en la que también intervienen otras capacidades cerebrales como son las sensoriales (visuales y auditivas), la atención, la memoria y la orientación” que pueden estar limitando las posibilidades de alguien de seguir al frente de un vehículo sin poner en riesgo su vida y la de otros. Como norma general los expertos asturianos indican que “para poder conducir los y las pacientes deben ser capaces de participar en actividades comunitarias sin necesidad de supervisión, moverse sin ayuda hacia dentro y hacia fuera del coche, poder realizar varias tareas simultáneamente, seguir instrucciones verbales o escritas simples sin necesidad de ayuda o de apoyo gestual, entender términos relativos a la posición y dirección o conocer las señales de tráfico”.

Más accidentes de tráfico en mayores

A falta de estudios que crucen con fiabilidad los siniestros de tráfico con posibles trastornos neurológicos de los conductores, por ejemplo las secuelas de un ictus en personas mayores, lo que sí es cierto es que el Observatorio de la Dirección General de Tráfico ha vuelto a señalar en su último informe la preocupación que genera el incremento de víctimas de tráfico entre las personas de 65 años y más. España tiene 39 fallecidos por millón de habitantes y en el año 2018 fueron 496 los fallecidos de 65 años o más, lo que supone un crecimiento de 31 personas más respecto a 2017.