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Familias a las que el hijo de otros les cambió la vida

Casi 50 niños han vivido este año en acogidas familiares en Asturias y Cruz Roja busca voluntarios para convivencias que no conllevan adopción

Así es el día a día de cuatro familias de acogida asturianas: "Es una experiencia que te cambia la vida"

Amor Domínguez

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Amor DOMÍNGUEZ

“Siempre habíamos colaborado con distintas iniciativas solidarias pero nunca habíamos oído hablar de los programas de acogimiento. Un domingo, por casualidad, nos dieron un folleto de una campaña de Cruz Roja. En la foto aparecía una niña con una sonrisa guapísima y unos ojos muy tristes que decía ‘¿Quieres tener menos tiempo para ti y ser más feliz?’”. Así comienza la historia de la familia Velasco Ordóñez.

Mariano y Maite llevan nueve años abriendo las puertas de su casa a menores que, por distintos motivos, no pueden vivir con sus familias biológicas. A día de hoy ya suman ocho acogimientos.

“La gente nos decía, estáis locos, ¿por qué no adoptáis?”, destaca Maite: “Yo ya soy madre de dos hijos y no tengo esa necesidad. Lo que queremos es que el bebé tenga un hogar y no esté en un centro mientras llega el momento de que pueda estar con su familia”. “El acogimiento es una alternativa de convivencia en familia para los menores que se encuentran en una situación de desamparo con el fin de proporcionarles un entorno familiar estable cuando las circunstancias les impiden desarrollar su vida con su familia de origen”, explica Eva Fanjul, psicóloga del programa de acogimiento temporal de menores con carácter de urgencia y diagnóstico de Cruz Roja. “Este programa es el que se conoce habitualmente como “familias canguro” y está dedicado a niños de cero a seis años que viven con la familia de acogida de forma habitual hasta que puedan volver con su familia biológica o se busque otra alternativa permanente, que podría ser la adopción u otro tipo de medida”.

Luis Fernández y Cristina Pecharromán

“Este acogimiento nos aporta la experiencia de cuidar de alguien”

Luis Fernández y Cristina Pecharromán

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Mariano y Maite realizaron un curso de formación en agosto de 2011 y pasaron a ser familia acogedora. “Acabamos el 24 de agosto y el 26 nos dijeron que había una nena que nos necesitaba”, recuerda Mariano. “Fue como la llegada de un hijo con la diferencia de que no hay dolor”, destaca Maite. La alegría de esa llamada se juntó con una sensación de miedo. “El mayor temor era que pudiera ponerse malina o que no supiéramos cuidarla. Con tus hijos biológicos parece que asumes esos riesgos de otra manera”, cuenta Mariano. “Desde el principio teníamos asumido que iba a venir un tiempo a casa, que íbamos a ser sus amigos mayores y que se iba a marchar”, argumenta Maite.

Ese primer acogimiento de la familia Velasco Ordóñez duró cuatro meses. “Lo disfrutamos mucho porque nuestros hijos eran mayores, aunque teníamos miedo por la reacción de nuestra hija pequeña cuando el bebé se fuera. Al final ella lo entendió perfectamente porque sabía que era un niño que necesitaba cuidados una temporada”.

En este momento en Asturias hay 17 acogimientos activos en 15 “familias canguro” pero a lo largo de este año un total de 24 menores participaron en esta modalidad de acogimiento. El octavo bebé de Maite y Mariano llegó en pleno confinamiento. “El tres de marzo se había ido una niña y el 20 nos volvieron a llamar. Tuvimos muchas dudas porque era un bebé muy prematuro pero sabíamos que tenía que venir a casa porque era una situación de emergencia”, explica Maite. “Hubo muchas visitas al HUCA porque era muy delicadín. Ir al hospital en plena pandemia nos daba miedo pero todos se volcaron con nosotros y al final lo estamos disfrutando mucho”, reconoce Mariano. “Esto te cambia la vida de tal manera que si no hay un bebé en casa te falta algo. Necesitas preocuparte por algo”. “Cada vez que acabamos un acogimiento hablamos con nuestros hijos. El mayor tiene ahora 28 años y aunque no vive en casa sufre mucho cada vez que los niños se van. Ellos son acogedores”, destaca Maite.

Yeslenia García y Nacho Fernández

“Es un compromiso importante, no puedes defraudar a ese niño”

Yeslenia García y Nacho Fernández

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Es importante recalcar que el objetivo de este acogimiento no es la adopción y, por eso, el mayor miedo de las familias es el momento de la separación: “Sabemos que el momento de la despedida es el más duro pero los que se acercan al programa comprenden cuál es la medida a la que tienen que dar respuesta y la labor que se espera de ellos”, asevera la psicóloga Eva Fanjul. “Todo depende de cómo entres, de lo que piensas, si te sientes realizada con madre”, explica Maite. “La despedida no es fácil porque a ese niño lo quieres desde el momento en el que se produce la llamada de Cruz Roja pero no tienes ese sentimiento de propiedad, no piensas que lo quieres para ti”. “La gente te pregunta qué vas a hacer cuando te lo quiten. Esa frase demuestra que están pensando en ellos no en el bebé. Los adultos tenemos ese sentimiento de propiedad que los niños no tienen”, argumenta Mariano,

Cada marcha supone un duelo que las familias viven de forma diferente. Luis Otero y Loreto Avello se despidieron de “su princesina” en septiembre. “Nuestro hijo de seis años ya tiene ganas de que venga otro bebé. La despedida le dolió mucho pero entendió que ella se merecía tener unos padres al igual que él tiene los suyos”, cuenta Loreto.

“No te preparas para la separación porque no sabes el tiempo que vas a estar con el niño. Lo empiezas a pensar cuando te llaman y te dicen que será en breve”, asevera Luis. “Es una mezcla de sentimientos, por un lado estás triste porque se va, pero también sientes alegría porque piensas que va a tener su familia”, añade Loreto. “Yo cuando vi a sus padres me di cuenta de que iba a estar bien y me ayudó a llevarlo mucho mejor”.

Mariano Velasco y Maite Ordóñez

“Antes de empezar un acogimiento hablamos con nuestros hijos”

Mariano Velasco y Maite Ordóñez

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Luis y Loreto decidieron ser familia acogedora hace un año y medio aunque Loreto siempre tuvo en mente la idea de dar a un niño la oportunidad de tener una infancia feliz. “Al final descubres que ellos te dan mucho más que tú a ellos. Estos diez meses nos aportaron felicidad y empatía. Descubrimos nuestra capacidad de dar amor”.

Cristina Pecharromán y Luis Fernández no tienen hijos biológicos pero desde hace cinco años su hogar se abre cada fin de semana para recibir a los adolescentes que también pasan con ellos las vacaciones escolares. “Este acogimiento nos aporta la experiencia de cuidar de alguien y retos a la hora convivir o poner normas. Hemos aprendido a dar cariño y también a recibirlo”, subraya Luis.

El programa de acogimiento de menores en fines de semana y vacaciones está destinado a niños mayores de seis años que viven en centros de protección y necesitan una familia para compartir una alternativa de ocio en los periodos no lectivos. “El compromiso que pedimos es tener tiempo y dedicación. Estos niños necesitan un referente y ese es el papel que deben jugar estas familias”, explica Lucía Selgas, psicóloga de este programa de Cruz Roja. “Ellos no necesitan un acogimiento de todos los días y de hecho el tiempo que dure depende de sus necesidades”.

Este año 23 menores y 19 familias participaron en este programa y en este momento son una veintena los que acuden cada fin de semana a 16 hogares acogedores. “Cuando una persona está en el proceso el mayor temor son las dificultades que pueda suponer la historia de vida de ese niño o esa niña”, detalla Lucía Selgas.

Luis Otero y Loreto Avello

“La despedida fue dura pero todos los niños merecen crecer en una familia”

Luis Otero y Loreto Avello

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Para Cristina Pecharromán el mayor miedo era el día a día. “En nuestra casa nunca habían vivido niños, solo sobrinos e hijos de amigos, así que te preguntas si le caerás bien o si a ti te gustará. La convivencia hace que las dudas se despejen”. Su historia en el programa de acogimiento de Cruz Roja comenzó hace casi nueve años. “Primero tuvimos a un niño y ahora a dos chicas explica Luis Fernández. “Sé que no van a estar siempre con nosotros pero es lo mismo que pasa con los hijos biológicos, tú les marcas el camino y ellos deciden lo que quieren hacer con su vida”. “El primer niño que tuvimos se fue a los tres años con su madre biológica, era lo que él quería y hay que estar preparado para este tipo de situaciones”, puntualiza Cristina. “Una de las dos niñas que tenemos ahora viene a casa cada quince días porque quiere quedar con sus amigos. Es algo que tienes que normalizar porque al final eso también es vivir en familia”.

Yeslenia García y Nacho Fernández hicieron los trámites con Cruz Roja justo antes del confinamiento. “Siempre quisimos ser familia de acogida pero teníamos dudas sobre el tipo de acogimiento. Al final el programa de fines de semana y vacaciones es el que mejor se adapta a nuestra situación”. En el puente de diciembre, y tras pasar un periodo de acoplamiento, recibieron a un niño que resultó ser el mejor compañero de juegos para su hijo biológico. “Primero fuimos nosotros a conocerle, luego pasamos unas horas en familia y ahora ya se está adaptando a las rutinas de casa”, explica Yeslenia. “No nos quedaron manualidades que hacer ese primer fin de semana”, recuerda Nacho. En su entorno ya había antecedentes de acogimiento así que su decisión no sorprendió. “Esto no lo haces por quedar bien, es un compromiso importante porque no puedes defraudar a ese niño”.

“Mucha gente me dice que ellos no podrían hacerlo pero no hace falta ser un superhéroe para ser familia de acogida. Hay días muy bonitos y días muy cansados, eso sí”, concluye Mariano Velasco. Y que nadie espere lo contrario. Pero de amor irán sobrados todos.

De izquierda a derecha: Lucía Segas, Eva Fanjul y María José Ibáñez. En la imagen falta Patricia López, coordinadora de los programas de acogimiento. A. Domínguez

Quien pase por un mal momento personal no debe pensar en acoger

El tiempo y la motivación son las claves de cualquier modalidad de acogimiento. Los dos requisitos para incorporarse a a esa nóminasolidaria son haber cumplido 26 años y tener una estabilidad emocional y económica. “Lo primero que hay que tener en cuenta es que si una persona no está en un buen momento en su vida pesonal no puede dar a un niño de acogida las herramientas que necesita”, asegura Lucía Selgas, psicóloga del programa de acogimiento de fines semana y vacaciones.

“Las familias de acogida tienen que tener muy claro su objetivo”, explica María José Ibáñez, educadora social de los programas de acogimiento. “El primer paso cuando contactan con nosotros es citarles de forma presencial para explicar todos los detalles. Si no hay dudas les facilitamos el modelo de solicitud y la documentación que tienen que presentar”, detalla María José.

“La formación es obligatoria para acceder a los programas y es de 15 horas para las familias canguro y 6 horas en el caso del acogimiento de fines de semana y vacaciones. Nosotros les damos algunas claves pero también queremos que escuchen los testimonios de otras familias que son las que mejor pueden explicar su experiencia”.

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