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Álvaro González Franco | Director del área de Medicina Interna del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA)

“La planta covid es la más dura y desoladora en la que he trabajado nunca”

Álvaro González Franco, en el HUCA. Luisma Murias

Álvaro González Franco (Gijón, 1971) dirige desde hace dos años el área de gestión clínica de Medicina Interna del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), piedra angular del tratamiento a los infectados por coronavirus de la región en el año que llevamos de pandemia de covid-19.

Estudió Medicina en Oviedo, se especializó en el Hospital San Agustín (Avilés) y ha sido, entre otros cargos, subdirector médico del HUCA y director de asistencia sanitaria del área de Gijón.

Ejerce como coordinador del grupo de insuficiencia cardiaca de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI). Ha sido presidente nacional de la ONG Médicos del Mundo. Vive en Candás (Carreño).

¿Cuál es su situación anímica y emocional tras un año de pandemia?

Es complicado describirlo en una frase. Una mezcla de distintos sentimientos: saturación, por tanto tiempo de presión constante; hartazgo, porque parece que todo en nuestra vida gira alrededor del covid; frustración, por tanta gente que sigue sin aceptar unas reglas mínimas y antepone sus intereses o necesidades personales por encima del bien colectivo, sin tener en cuenta el riesgo que implica para sus vecinos o familiares de mayor edad; también esperanza, por los resultados que están empezando a verse con las vacunas...

¿Hace ahora un año usted se esperaba lo que después nos ha venido?

Creo que nadie se esperaba esta realidad. Solo nos la imaginábamos en un contexto de ciencia-ficción. Eso sí, una vez que empezamos a ver cómo se transmitía el virus y las neumonías que generaba, tuve claro que entrábamos un momento histórico que nos iba a cambiar la forma de vivir y relacionarnos.

Álvaro González Franco. Luisma Murias

Usted trata con muchos colegas médicos y sanitarios. ¿Observa una fatiga física y mental preocupante?

Desde luego, hay fatiga, y hay síntomas evidentes de lo que los expertos llaman estrés postraumático. Pasamos por distintas fases, o lo expresamos de distinta manera, con menor paciencia, con mayor indiferencia por el día a día, con sensación de agotamiento. No sé cuánto de preocupante es este nivel de fatiga, supongo que lo iremos viendo, pero la tensión que estamos viviendo es algo que nunca antes habíamos experimentado, y creo que tendrá su impacto emocional en próximos años.

Estoy convencido de que hay algún factor individual que genera que un paciente evolucione mal; el día que lo conozcamos, habremos dado un gran paso

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¿Influye más el temor por la salud propia o por la de la familia más cercana?

Ese miedo fue intenso al principio, cuando diariamente vivíamos y trabajábamos con la incertidumbre de no saber muy bien a qué nos enfrentábamos. Lógicamente había preocupación por nosotros mismos, pero creo que mayoritariamente nos preocupaba el riesgo de contagiar a nuestros seres más queridos. Actualmente, esa tensión, una vez demostrada la seguridad de los circuitos de trabajo sucio-limpio y la efectividad de la vacunación, claramente se ha reducido.

¿Cómo incide asistir a tantas muertes con absoluta impotencia?

A eso me refería antes con que va a pasar factura. Lógicamente, como sanitarios, estamos acostumbrados a tratar con la enfermedad y la muerte. Pero cuadros tan repentinos, con tan escaso margen de tratamiento, no son habituales. En mi opinión, es especialmente dura la limitación que esta pandemia está generando a la hora de dar calor y humanidad a nuestros pacientes. Se hace lo que se puede, pero la imposibilidad del contacto físico por los EPI y la distancia de seguridad, la limitación de las visitas de familiares, hacen que el aislamiento y la soledad de los pacientes sea abrumadora. Es una situación que nunca antes se nos había presentado.

¿Ha vivido, o le han contado, la angustia derivada de tener que “elegir” entre unos y otros a la hora de proporcionar respiradores o camas en UCI?

La verdad es que esta situación no la hemos vivido en el HUCA. Lógicamente, hay pacientes que no reúnen criterios para medidas tan agresivas como la intubación y la ventilación con un respirador, porque se sabe por estudios previos que la probabilidad de superar dichas medidas son realmente mínimas cuando un paciente tiene determinadas comorbilidades o una situación basal por debajo de un nivel concreto. Hemos de ser conscientes y explicar que lo realmente duro no es intubar y conectar a un respirador a un paciente. Lo realmente complicado es conseguir que supere esa situación, y que lo haga sin secuelas o con las menores posibles.

¿Cómo lo han gestionado?

En el HUCA puedo decir que todas las decisiones se han tomado en base a criterios médicos y de reserva funcional y pronóstico vital, exactamente igual que con el resto de patologías. En ningún caso porque no hubiese suficientes camas de críticos o faltasen respiradores.

En el HUCA todas las decisiones se han tomado en base a criterios médicos, en ningún caso porque no hubiese suficientes camas de críticos o faltasen respiradores

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¿Cómo influye la soledad del paciente, aislado de sus seres queridos? ¿Se ve el médico más obligado a aportar calor humano y comunicación fluida y cercana?

La planta covid es la planta más dura y desoladora en la que he trabajado nunca. Sin posibilidad de visitas de familiares por razones obvias de seguridad; con ausencia de contacto humano, salvo a través de los EPI y de las mascarillas, que sólo te permiten expresarte con la mirada; donde todos parecemos iguales y tenemos que escribirnos nuestro nombre en los equipos de protección para poder reconocernos.

¿Mucha frustración?

He vivido guardias duras en mis 24 años de vida profesional, con pacientes que se han puesto muy enfermos o que finalmente han fallecido a pesar de haber hecho todo lo humana y médicamente posible. Pero la sensación de vacío, de irrealidad, de impotencia que te queda después de una guardia donde hemos estado ingresando un paciente detrás de otro, la soledad con que los dejas en esas habitaciones aisladas, con sus miedos y sus dudas... es simplemente desolador, la experiencia más dura que he tenido.

¿Cómo ha visto la respuesta del HUCA y del conjunto del sistema sanitario regional?

Pues, sinceramente, creo que a la altura de lo que se necesitaba. Hubiésemos necesitado más personal en los momentos más complicados, sobre todo para poder haber dado un poco más de humanidad a nuestros pacientes, para haber podido dar más información a sus familiares, pero todos hemos dado lo máximo de nosotros mismos. Todo es mejorable, y seguro que habremos cometido errores, pero el nivel de compromiso de todos y cada uno de los profesionales sanitarios con los que he compartido esta experiencia ha sido irreprochable, anteponiendo nuestra profesión y nuestras obligaciones a nuestra vida personal.

¿Se han sentido bien protegidos y dirigidos por los gestores sanitarios?

En el entorno de Medicina Interna, en el hospital, con las plantas covid, he de reconocer que nunca nos ha faltado material de protección, cosa que soy consciente que no ha sido igual en todos los niveles asistenciales.

Articular respuestas que satisfagan a todos es absolutamente imposible, así que, sinceramente, no envidio en nada a los altos cargos políticos en estos momentos.

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¿Y si esto volviera a empezar?

Haríamos muchas cosas diferentes, pero en la parte que como internista me ha tocado participar, sólo puedo reconocer que nuestros gestores directos siempre han tenido muy en cuenta lo que los clínicos planteábamos sobre la base de las evidencias que iban saliendo en cada momento. Es decir, las decisiones se tomaban en su inmensa mayoría por criterios técnicos, sin influencia de otros aspectos.

¿Cómo valora la actuación de los gobiernos central y autonómico?

La situación es muy compleja y hemos tenido muchos vaivenes. Es indiscutible que en muchos momentos se han tomado decisiones que, desde un punto estrictamente sanitario, son incomprensibles. Entiendo las presiones y las dificultades que otros colectivos están sufriendo y viviendo en este contexto, y que articular respuestas que satisfagan a todos es absolutamente imposible. Sinceramente, no envidio en nada a los altos cargos políticos en estos momentos.

Álvaro González Franco.

¿Y la del doctor Simón?

Creo que ha intentado explicar conceptos complejos y desconocidos para una gran mayoría de la población. Me parece insoportable el grado de exposición mediática que vive desde que se inició la pandemia, con ruedas de prensas prácticamente diarias. Creo que en más ocasiones de las necesarias ha entrado a hacer valoraciones más políticas que técnicas, y en varias ocasiones ha realizado aseveraciones incomprensiblemente categóricas para el nivel de incertidumbre al que nos obliga una situación epidemiológica sin precedentes por un proceso infeccioso no conocido hasta la fecha.

Con esta crisis sanitaria, ¿se ha agrandado o reducido la distancia entre los epidemiólogos y los médicos?

Creo que se ha reducido. En mi experiencia hemos tenido diferencias importantes en algunos conceptos particulares entre la visión de los epidemiólogos y la de los médicos asistenciales, pero considero que nuestras realidades son absolutamente complementarias, y que necesitamos trabajar coordinadamente.

¿Cómo han evolucionado los tratamientos?

Pues básicamente han evolucionado a menos. En la primera ola, por desesperación y con mínimas evidencias, solo contrastadas a nivel de laboratorio, iniciamos tratamientos con fármacos que hemos visto en pocos meses que no sólo no han demostrado ninguna eficacia contra el coronavirus, sino que además generaban importantes efectos secundarios.

En la primera ola, por desesperación y con mínimas evidencias, iniciamos tratamientos a pacientes con covid con fármacos que hemos visto en pocos meses que no han demostrado ninguna eficacia y generaban importantes efectos secundarios

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¿Y ahora?

En el momento actual, el tratamiento hospitalario prácticamente se sustenta en oxigenoterapia, corticoides, antibióticos si produce una sobreinfección convencional y, cuando el paciente entra en fracaso respiratorio, la intubación y la ventilación mecánica. Hay opciones que se están investigando, pero faltan estudios que nos den una evidencia científica consolidada.

Los médicos internistas tratan con muchos pacientes mayores y crónicos. ¿Cuánta factura les está pasando la pandemia?

Lo expresado previamente. El sobresfuerzo que estamos realizando para dar respuesta a la pandemia y, a la vez, intentar seguir atendiendo a nuestros pacientes habituales, está generando un elevado estrés y agotamiento, al igual que en todas las demás especialidades y profesionales sanitarios y sociosanitarios, que están haciendo exactamente lo mismo

¿Hay algún perfil de paciente que le preocupe de forma especial?

Nos faltan muchos aspectos todavía por conocer con seguridad sobre este coronavirus. Pero, en el día a día, quizás el aspecto que a nivel personal más me preocupa es la imposibilidad de poder saber con antelación qué paciente es el que va a evolucionar mal, frente al que va presentar un cuadro más leve. Estoy convencido de que hay algún tipo de factor individual que genera que un paciente entre en la cascada inflamatoria que le genera un fracaso respiratorio severo y refractario en cuestión de días. El día que conozcamos ese factor concreto, o ese perfil de paciente, la gestión sanitaria de la pandemia de covid habrá dado un gran paso.

¿Cuándo se verá con perspectiva el coste de la pandemia en los enfermos no covid?

Creo que es muy pronto para saber eso y, en todo caso, será unos años después de dar por controlada la pandemia actual. Hablo de la pandemia, no de la ola actual. En cualquier caso, es evidente que será muy elevado.

Esta pandemia, ¿marca un antes y un después en la organización y el enfoque de la medicina interna?

Creo que no tanto, ya que los internistas, con la visión holística e integradora que nos define, estamos en constante evolución para adaptarnos a las necesidades de nuestros pacientes. En esta pandemia nuevamente hemos demostrado esta versatilidad y capacidad de dar respuesta a las necesidades asistenciales que van surgiendo. Lo que es evidente es la irrupción de la tecnología en la gestión diaria de nuestros pacientes: me refiero a la implantación de las consultas telefónicas o virtuales, el desarrollo de la telemedicina, el acceso remoto a la historia clínica electrónica..

Muchos expertos nos llevan advirtiendo de la necesidad de modificar y actualizar nuestro sistema sanitario, muy enfocado a ser reactivos y responder a patologías agudas (me pongo enfermo y me curan)

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¿Y habrá que restructurar el conjunto de los servicios sanitarios?

Quizás aquí sí que pueda tener un mayor impacto. Hay muchos expertos en gestión sanitaria que llevan advirtiendo de la necesidad de modificar y actualizar nuestro sistema sanitario, muy enfocado a ser reactivos y responder a patologías agudas (me pongo enfermo y me curan), cuando actualmente deberíamos de ir a un modelo más proactivo, centrado en el paciente crónico complejo con reagudizaciones frecuentes, que es, con mucho, el motivo más frecuente de valoración en todos los ámbitos asistenciales: atención primaria, urgencias, consultas hospitalarias...

¿Cuándo vaticina que llegará la ansiada “normalidad”?

Ya me gustaría tener una bola de cristal para saberlo. Va a depender de lo que entendamos por nueva normalidad. Personalmente, quiero ser optimista y pensar que, si conseguimos que la desescalada de esta tercera ola se base en criterios epidemiológicos y no de otro tipo; aceptamos, como sociedad, que seamos vacunados de forma masiva; y asumimos individualmente que el uso de mascarilla y de la higiene de manos, junto a evitar las aglomeraciones son medidas que han venido para quedarse, entonces, la nueva normalidad la tendremos más cerca.

¿Habrá cuarta ola?

Ya digo que dependerá de la prudencia en la desescalada de esta tercera. Comprendo que hay otros intereses muy legítimos, pero nos jugamos un nuevo repunte. Y después será decisiva la rapidez de la vacunación, que de momento es muy inferior a la deseable para conseguir la inmunidad comunitaria debido a la escasez de vacunas.

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