Administrar zinc a los enfermos de covid-19 puede acelerar su recuperación y evitar que lleguen a estados más graves, según un estudio de médicos e investigadores del Hospital del Mar, del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y de la Universidad Pompeu Fabra (UPF).

El estudio, que publica la revista Nutrients, ha demostrado que los pacientes infectados por el coronavirus SARS-CoV-2 con niveles más bajos de zinc en sangre sufren una mortalidad más alta y un tiempo de recuperación más largo.

En concreto, la mortalidad en los pacientes con menos nivel de zinc en sangre fue del 21 %, frente al 5 % de aquellos con niveles más altos, según el estudio, que ha incluido ensayos in vitro en los que se demostró el efecto protector de este elemento a la hora de limitar la proliferación del coronavirus en las células humanas.

Por eso, los médicos del Hospital del Mar han visto que suplementar con zinc a los pacientes con covid-19 con niveles bajos de este elemento es una estrategia para reducir la mortalidad, el tiempo de recuperación y evitar los peores efectos de la enfermedad en los grupos de riesgo, como las personas de más edad.

El trabajo, liderado por Robert Güerri, médico del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital del Mar, ha analizado los niveles de zinc de 249 pacientes adultos tratados en el centro entre el 9 de marzo y el 1 de abril de 2020, con una edad media de 65 años y con síntomas más frecuentes de fiebre, tos y disnea.

A todos estos pacientes les analizaron sus niveles de zinc en sangre, considerando niveles bajos aquellos situados por debajo de los 50 µ/dl.

Güerri ha explicado que "el zinc es un elemento esencial para el mantenimiento de una gran variedad de procesos biológicos, y la alteración de sus niveles provoca un incremento de la susceptibilidad a infecciones y un incremento de la respuesta inflamatoria".

Por eso, "dadas las comorbilidades asociadas al déficit de zinc y por su acción inmunomoduladora y antiviral, los niveles de este elemento y su suplementación pueden ser herramientas útiles para tratar los casos de COVID-19".

El estudio observó que uno de cada 4 pacientes presentaba niveles bajos de zinc y que este grupo tenía síntomas más graves, así como niveles más elevados de inflamación, medidos a partir de dos marcadores, tanto la proteína C reactiva (PCR) como la interleucina 6 (IL-6), que indican la respuesta inflamatoria.

Su estancia hospitalaria fue, en promedio, 3 veces más larga que la de los pacientes con niveles más elevados de zinc (25 días frente a 8).

Con relación a la mortalidad, los niveles de zinc eran significativamente más elevados en los enfermos que sobrevivieron a la infección, 62 µ/dl, frente a los 49µ/dl de los que murieron.

Mientras que uno de cada 5 pacientes con niveles bajos de este elemento murió, aquellos que presentaban niveles más elevados a la hora de la admisión en el hospital sufrieron una mortalidad del 5 %.

Así, el estudio revela que el incremento de una unidad de zinc en el plasma sanguíneo está directamente vinculado a la reducción de un 7 % del riesgo de morir por coronavirus.

Según Güerri, "hemos demostrado la importancia de los niveles de zinc en la sangre de los pacientes como un predictor adicional de pronóstico en covid-19, así como su potencialidad como herramienta terapéutica de tratamiento. Por ello, proponemos esta variable como un nuevo parámetro para predecir la evolución de los enfermos y proponemos iniciar ensayos clínicos sobre suplementar con zinc a pacientes con niveles bajos ingresados con coronavirus SARS-CoV-2".

Los grupos de investigación de Rubén Vicente y Juana Díez en la UPF se han encargado de estudiar en paralelo el efecto de los niveles de zinc con la capacidad de expansión del virus, mediante técnicas in vitro.

Los resultados obtenidos corroboran que el mal pronóstico en los pacientes con bajas concentraciones de zinc está causado tanto por el efecto que su carencia provoca en el desequilibrio inmune como por el incremento de la carga viral, ya que observaron que los niveles bajos de zinc promueven la expansión viral en las células infectadas.