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Un estudio revela que el HUCA salvó vidas de enfermos covid al incorporar antes que otros centros un tratamiento anti trombos

Una investigación realizada por médicos del HUCA e investigadores del ISPA evalúa la eficacia de algunos tratamientos aplicados a enfermos de covid-19

Los autores de la investigación, ante el HUCA. De izquierda a derecha, Laura Gutiérrez Gutiérrez (investigadora principal), Daniel Martínez Carballeira e Inmaculada Soto Ortega (ambos hematólogos), Carmen Palomo Antequera (internista), Andrea Acebes Huerta (investigadora posdoctoral), Alberto Caro Gómez y Ángel Bernardo Gutiérrez (ambos hematólogos), Blanca Leoz Gordillo (MIR de UCI) y Patricia Martínez Botía (investigadora predoctoral y responsable del análisis de datos). Irma Collín

Los médicos del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) salvaron un considerable número de vidas de enfermos de covid-19 al incorporar antes que otros centros sanitarios –y en plena vorágine inicial de la pandemia– un tratamiento dirigido a evitar la formación de coágulos de sangre. Esta es la principal conclusión de un estudio publicado en la revista “Journal of Clinical Medicine”, según el cual la supervivencia lograda en el complejo sanitario ovetense es muy superior a la registrada en un grupo de hospitales de otros lugares de España que fueron tomados como referencia comparativa.

Los investigadores asturianos han comprobado, por una parte, “el beneficio de administrar anticoagulantes, en forma de heparina de bajo peso molecular, a los pacientes hospitalizados”, subraya Laura Gutiérrez, una de las responsables del proyecto. Por otra parte, han podido constatar que el uso generalizado de corticoides “no suponía una ventaja ‘per se’ para todos los pacientes tratados, como se había asumido”. Otra observación indica que el tratamiento de comorbilidades –como la hipertensión– o la administración de ibuprofeno u otros antiinflamatorios “no son contraproducentes para los enfermos”.

El trabajo ha sido realizado por el Grupo de Investigación en Plaquetas del Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA), gracias a una colaboración multidisciplinar entre investigadores básicos y clínicos del ISPA y del HUCA. El estudio ha sido dirigido por Laura Gutiérrez (investigadora principal del grupo y profesora contratada doctora I3 de la Universidad de Oviedo) e Inmaculada Soto Ortega (jefa de la sección de Hemostasia y Trombosis del servicio de Hematología, e investigadora asociada del grupo).

Los investigadores asturianos han tenido que desbrozar la selva de información apresurada, volátil y, a menudo, escasamente rigurosa que meses atrás desató a nivel mundial la pandemia de covid-19. Parte de esta catarata de información y desinformación generaba principios y presunciones erróneos. La irrupción del coronavirus sorprendió a la comunidad médica sin un elenco de pautas sólidas que les permitieran administrar terapias de eficacia contrastada a los pacientes que se agolpaban en los servicios de urgencias, las plantas y las unidades de cuidados intensivos (UCI).

Este maremágnum fue lo que condujo al grupo del ISPA y del HUCA a “evaluar la situación real que vivíamos en nuestro medio con el objeto de extraer nuestras propias conclusiones para mejorar en lo posible el abordaje terapéutico”, señala Inmaculada Soto. Laura Gutiérrez puntualiza que no se trata de “un artículo a la usanza, ya que aborda muchos aspectos de manera global, varios brazos de tratamiento”, con el objetivo último de “responder a muchas cuestiones de la práctica clínica diaria”.

En el momento actual, catorce meses después del inicio de la pandemia, aún no existe un tratamiento específico para el covid-19. Las manifestaciones clínicas que presentan los pacientes, tanto los que permanecen en sus domicilios como los que requieren hospitalización, pueden ser muy variadas. Tan variadas como los efectos de fondo de la infección, que acaba con la vida de unos (incluso aunque no padecieran patologías previas) y cursa sin síntomas en otros muchos (también en personas con la salud muy quebradiza).

Las manifestaciones de tipo respiratorio son las más frecuentes entre los infectados por el SARS-CoV-2. Sin embargo, también se dan expresiones derivadas de la afectación de otros sistemas y aparatos, como las neurológicas. ¿Hay algo común a todos los pacientes y que incluso se manifiesta pasada la infección? “Sí”, subraya Laura Gutiérrez: “La tendencia protrombótica, que también se produce en otras infecciones víricas, ya que la hemostasia y la respuesta inmune se encuentran estrechamente interrelacionadas”.

Por consiguiente, y a falta de un tratamiento específico, “lo mejor para estos pacientes es tratar las manifestaciones clínicas que presenten, derivadas de patologías crónicas subyacentes o adquiridas por la enfermedad, de una manera dirigida e individualizada, siempre estudiando el balance beneficio-riesgo en cada caso”, señala Inmaculada Soto.

Las conclusiones obtenidas por el grupo del HUCA y del ISPA van acompañadas de una hipótesis, que puede resumirse así: en aquellos pacientes cuyo sistema inmune no responde de forma adecuada, se desencadena una respuesta anómala, con una cascada de citoquinas (proteínas que coordinan la respuesta del sistema inmunológico). De manera sistémica, va a registrarse una formación de trombos o coágulos, lo que se conoce como inmunotrombosis.

Por consiguiente, prevenir la activación de la coagulación y los fenómenos trombóticos “reduce el daño orgánico y da al sistema inmune más tiempo para reajustar su acción”, precisa Laura Gutiérrez.

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