¿Se siente usted representado en esta queja?: "Me gustaría hacer ejercicio físico. Es más, lo necesito. El médico me lo ha advertido. Estoy cogiendo mucho peso, tengo la tensión alta, el colesterol me aumenta cada año? Pero no tengo ni un minuto libre en todo el día". Sobre la base de que muchos lectores y lectoras habrán dicho: "Sí, ése soy yo", SALUD ha recabado el consejo de Benjamín Fernández García, profesor del departamento de Morfología y Biología Celular de la Universidad de Oviedo. El doctor Fernández ha trabajado en la Fundación Deportiva Municipal de Avilés, en las federaciones de Piragüismo y de Deportes de Invierno, y en los equipos ciclistas Clas-Cajastur, Mapei-Gb y Mapei-Clas. Como se verá a continuación, no será fácil que este experto dé por buenas las excusas de los superocupados:

- ¿Cómo hacer deporte si no se tiene tiempo?

- Es una de las preguntas del millón. Cada uno tiene que buscar una estrategia personal. La actividad física fue una actividad esencial para la supervivencia de la especie humana, y ahora lo es para la salud. Pero estamos todo el día sentados. Por lo tanto, existe una discordancia entre nuestro diseño estructural y orgánico, y el uso que hacemos de él. Nuestro cuerpo está diseñado para cazar, moverse, correr... Y, claro, la realidad conspira contra este diseño: mando a distancia, llamo por teléfono en vez de acercarme, uso el ascensor en vez de las escaleras...

- O sea, que el estilo de vida actual es exactamente lo contrario del que aconseja nuestro diseño?

- Tenemos el genoma del neolítico, más o menos, en el que cada día comían un poco, y cuando más hambre tenían iban a cazar. Imagínate que vas a correr sin haber comido. Pues es eso, más o menos. Ellos comían, almacenaban dentro del panículo adiposo, y cuando no tenían comida iban utilizando esa energía. Ahora las coronarias se llenan de grasa, y eso es muy problemático. Hay que asumir una responsabilidad. No es decir: "Que me lo resuelva el médico dándome pastillas del colesterol". "Que me lo resuelva el cardiólogo poniéndome un stent cuando me dé un infarto". No, es tu problema, es tu responsabilidad. Tu cuerpo debes cuidarlo.

- Usted apuesta por desmedicalizar los problemas de salud, y por poner en marcha soluciones preventivas adaptadas a las circunstancias de cada uno.

- Se dice que el efecto negativo del sedentarismo equivale al del tabaco. Con el tabaco se hicieron unas políticas muy claras. ¿Por qué no se hace lo mismo con el sedentarismo? ¿Por qué no fomentamos la actividad física? Quien no tiene tiempo ha de inventarlo, y cada uno tendrá sus recursos. Uno será capaz de salir a correr por la tarde; otro, a las siete de la mañana; otro va caminando al trabajo... Esta entrevista íbamos a hacerla mientras paseábamos, pero la lluvia lo ha impedido. Esa actividad física puede ser parte de mi ocio, por ejemplo, si salgo a correr cuando llego a casa después del trabajo. O parte de mi vida cotidiana, cuando voy a trabajar caminando, o cuando, en vez de llamar por teléfono, subo o bajo un par de pisos para hablar con un colega de trabajo.

- Usted es de los que llevan en su teléfono móvil una aplicación que mide todos sus movimientos?

Hoy llevo unos 10.000 pasos. Ayer hice 15.000 pasos y 66 pisos. Pero da igual: se ha demostrado, y está publicado, que hay gente que tiene aparatos de este tipo y que eso no supone caminar más ni hacer más ejercicio. La tecnología ayuda, pero no te sustituye, no hace las cosas por ti.

- ¿Y usted cómo se aplica estos principios?

- Vivo en Avilés y trabajo en Oviedo, en la Facultad de Medicina. Me levanto a las seis y cuarto. Si vengo en coche, sólo puedo conducir. Pero vengo en autobús, leyendo, y ése es el mejor momento del día, nadie me molesta. Leo, reflexiono... Transformas un tiempo que es una pesadez, conduciendo, en un momento activo. Como llego a las ocho menos cuarto a Oviedo, a la zona del Campoamor, y las clases empiezan a las nueve, me bajo del autobús en el Campoamor y me voy caminando hacia el Cristo. A las ocho y cuarto llego al despacho, y ya he caminado casi media hora. Llego a clase fresco y dispuesto a empezar las clases. Has convertido un problema, la distancia a tu trabajo, en una oportunidad, la de caminar. Y, tirando de tecnología, mientras camino voy escuchando podcasts de artículos científicos. Estoy haciendo lo que haría en mi despacho, pero además aprovecho para caminar. No he perdido nada. Y, para hacer esta entrevista, a la redacción de LA NUEVA ESPAÑA he bajado caminando. Es la una de la tarde y llevo unos seis kilómetros, unos 10.000 pasos, la dosis recomendable para una jornada completa.

- ¿Pueden aportar algo los políticos, los poderes públicos?

- A la gente hay que darle oportunidades. Es fundamental abrir sendas que estén cerca de las ciudades. Yo obligaría a hacer corredores verdes en las ciudades para que la gente pueda ir caminando, con los niños de la mano, en bicicleta... Hay que crear esos espacios. Al principio nos alarmábamos por las zonas peatonales, después todo el mundo lo entendió. En Avilés hay una senda, la de la Magdalena, a cinco minutos de mi casa, desde la que veo vacas, un río, garzas, águilas, el otro día corzos... Es corta, quince minutos corriendo, pero da para mucho. En Oviedo está la de Fuso de la Reina. Gijón es un sitio muy bueno desde el punto de vista deportivo: carril bici, espacios abundantes y además municipales, gratuitos... En Finlandia hay muchas horas de oscuridad, y está nevado, pero la gente sale a esquiar porque hay farolas por los caminos. Crear una senda es crear un tratamiento preventivo para muchas enfermedades. Hay que facilitar este tipo de recursos. Hay gente que no puede gastarse dinero en ir a un gimnasio. Muchas veces voy de viaje a diversas ciudades, y suelo salir a correr. Visito la ciudad corriendo. Hay que facilitar que la gente haga ejercicio. La actividad física tiene valor, ha de ser una prioridad. Por ejemplo, ayuda a trabajar mejor, reduce las bajas laborales. Las empresas deberían fomentarla, facilitar que sus trabajadores puedan hacer ejercicio...

- ¿Opciones sin salir de casa?

- Puedes inventarte ejercicios en tu casa, con una silla y una mesa, de fuerza, de lo que quieras. Son ejercicios a coste cero. Hombre, hay que aprender. La cuestión es cuidar tu cuerpo y tu cerebro. El dinero que invirtamos en ejercicio vamos a ahorrarlo en sanidad. Insisto: mi salud es responsabilidad mía, no de mi médico.