La hipertensión arterial es muy frecuente entre la población anciana. Pocos son los que se libran. Aunque pueda parecer mentira tiene una explicación muy sencilla ya que, con el paso del tiempo, se endurecen nuestros vasos sanguíneos, por lo que se necesita más presión para que la sangre llegue a todas las partes del cuerpo y el corazón tiene que latir más fuerte para que la sangre progrese.

"Si se coge una manguera de agua nueva, con muy poca presión el agua llega a todos lados. No obstante, con el paso de cinco años ésta se hace más rígida y necesita más presión para que llegue el agua. Se debe al endurecimiento de los vasos sanguíneos, y por principio de física puro y duro, de presiones hidroestáticas, la sangre necesita más presión para llegar a los sitios y esto hace que la presión arterial aumente", explica a Infosalus el presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), José Antonio López Trigo.

Así, es importante controlarla porque con ella se tiene una mayor incidencia de accidentes cerebrovasculares, cardiovasculares y el deterioro renal es de dos a cuatro veces superior que en la población normal, según advierte la Sociedad Española de Nefrología (SEN). A su vez, es notoriamente más acusada en las mujeres.

Concretamente, define a la hipertensión arterial, o a la presión arterial alta, como "una enfermedad cardiovascular de origen complejo que se diagnostica por un signo clínico, la elevación de la presión arterial". Según especifica, el criterio más habitual para hipertensión arterial toma como límite una presión arterial sistólica igual o superior a 140 mmHg y/o una presión arterial diastólica igual o superior a 90 mmHg de forma sostenida.

Las tasas absolutas de ancianos hipertensos han ascendido del 40 % hasta cifras absolutas en torno al 60-70 % de esta población. La prevalencia de la hipertensión arterial sistólica aislada en España es un 35 % en la población mayor de 65 años, según precisa la SEN.

Cómo detectar la hipertensión

El procedimiento básico de detección de la hipertensión arterial es la medición protocolizada de ésta en todos los enfermos que acuden a la consulta médica, puesto que este es un proceso frecuentemente asintomático. En los pacientes ancianos este procedimiento requiere de un especial cumplimiento, dada la elevada prevalencia de hipertensión arterial en este grupo de población, su bajo coste y su elevado rendimiento.

En este sentido, subraya que es importante detectar factores de riesgo cardiovascular en los pacientes ancianos, como el consumo de alcohol o de tabaco, medir el perímetro abdominal del paciente (es patológico > 102 cm en el varón y > 88 cm en la mujer), además de determinar la glucemia, el colesterol total, así como los triglicéridos.

A su vez, destaca la importancia de evaluar la intensidad del daño del 'órgano diana', ya que ocasionalmente la detección de la hipertensión arterial alta puede coincidir con un acontecimiento agudo o subagudo (infarto de miocardio, aneurisma, accidente vascular cerebral, hipertensión arterial maligna) que requiera de un ingreso.

Cómo controlar una subida de tensión

El tratamiento de la hipertensión arterial en mayores puede conllevar tratamiento farmacológico, que siempre prescribirá el especialista, y el no farmacológico. Para controlarla, el presidente de la SEGG subraya que la dieta en personas mayores tiene menos valor, aunque no por eso haya que dejar de hacerla, ya que los fenómenos de hipertensión arterial en las personas mayores se deben más a problemas vasculares que renales.

"En personas mayores no hay que ser tan estricto en la retirada de la sal porque el problema no está en lo mal que trabaja el riñón sino en el aumento de la presión en el árbol vascular porque los vasos sanguíneos se han endurecido. Por tanto, tiene más sentido que caminen porque disminuye la resistencia y presión dentro de los vasos, y además mejorará toda la presión arterial del organismo.

En este sentido, desde la Sociedad Española de Nefrología recomiendan:

1.- Reducción de la ingesta calórica en caso de sobrepeso.

2.- Evitar tomar alimentos precocinados, enlatados y embutidos.

3.- Se podrá utilizar 1,5 gramos de sal al día y es preferible su utilización sobre la comida una vez cocinada, en vez de utilizarla durante la cocción.

4.- Aumento del consumo de potasio (frutas frescas, vegetales y cereales).

5.- Aumento de la ingesta dietética de calcio (100 gramos de queso proporcionan entre 700 y 1.180 miligramos de calcio dependiendo del tipo).

6.- Andar diariamente más de media hora al día, preferiblemente entre 1 y 2 horas. En los sujetos no entrenados, el objetivo se debe alcanzar de forma paulatina.

7.- No ingerir más de 30 gramos de alcohol al día (equivalente a 300 mililitros de vino, 500 de cerveza o una copa de licor).

8.- La indicación de las medidas no farmacológicas debe tener en cuenta las condiciones socio-económicas del paciente.

9.- La aplicación simultánea y moderada de varias medidas no farmacológicas suele dar un resultado terapéutico superior a la aplicación estricta de una sola de ellas.

10.- Valorar juiciosamente la relación beneficio terapéutico/ perjuicio de la calidad de vida antes de comenzar en el anciano cambios en su dieta y estilo de vida.