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Cómo gestionar el miedo a la pandemia: el testimonio de la mujer que más decisiones tuvo que tomar durante la crisis sanitaria en Asturias

La directora de Atención y Evaluación Sanitarias del Servicio de Salud del Principado (Sespa) destaca el coraje de los profesionales sanitarios y una colaboración ejemplar entre numerosas instituciones

Militares de Cabo Noval desinfectan el entorno del HUCA Miki López

La pandemia de coronavirus tiene muchos relatos: tantos como personas la han sufrido. El que ofrecemos en este caso comienza en la cafetería Chelsea, de Oviedo, y tiene como narradora a Alejandra Fueyo, directora de Atención y Evaluación Sanitarias del Servicio de Salud del Principado (Sespa), una de las personas que más decisiones de calado hubo de tomar durante la crisis sanitaria en Asturias. Este texto recoge un amplio extracto de la conferencia pronunciada por la doctora Fueyo en el curso sobre la pandemia de covid-19 celebrado entre el 30 de agosto y el 1 de septiembre en la Escuela de Verano de La Granda (Avilés).

Respondo ya de mano, antes de que nadie me pregunte: el miedo.

Sí, el miedo ha sido lo más complejo de gestionar en esta pandemia. El miedo es el sentimiento más poderoso que existe. En ocasiones es bueno, porque te hace ser prudente. En otras, llevado al extremo, es malo porque te hace dudar. Incluso te paraliza.

Como gestora del Servicio de Salud del Principado (Sespa), en más de una ocasión estuve muerta de miedo, pensando que quizás no estaba a la altura de las circunstancias, que podía equivocarme al tomar decisiones y cometer un error, que no podía mantenerlo todo bajo control. Y voy más allá... Miedo como gestora y como persona, temiendo lo peor para la ciudadanía; miedo por mi entorno de personas a las que quiero, especialmente por mis mayores.

En septiembre de 2019, acepté la Dirección de Atención y Evaluación Sanitaria del Sespa con unos proyectos y una hoja de ruta establecida y me encontré, a los tres meses de asumir el cargo, con la pandemia del siglo. Esta situación puede dar idea de la abrumadora responsabilidad que conlleva y el miedo que puede inducir en quien es consciente de lo que se le viene encima.

La tragedia.

La pandemia de covid-19 ha sido una tragedia sin paliativos. Llevamos casi 71.000 contagiados, unos 16.000 ingresos hospitalarios (de los cuales 1.422 precisaron UCI) y cerca de 2.100 muertos en Asturias. Si sirve de referencia, este número de personas fallecidas equivalen a los muertos en accidentes de tráfico durante los últimos 55 años en Asturias. Ésta es la dimensión mortal de la pandemia. Luego están los componentes psicológico, económico, social... tanto individual como colectivo). Ruego, por ello, que cualquier atisbo de triunfalismo no se tome como tal. Pienso que hicimos lo que había que hacer. El tiempo, juez inexorable, ha refrendado que lo hicimos bien (o no lo hicimos mal), pero el precio de la pandemia (no de nuestra gestión) siempre será inaceptable.

El inicio de todo.

Un día de finales de enero de 2020, mientras parte del equipo del Sespa (la Directora Gerente, la Directora Económico-Financiera, la Subdirectora Asistencial y yo) comíamos un pincho, donde siempre, en el Chelsea (no en Londres, sino en Oviedo, al lado del Sespa, veíamos la televisión. Hablaba de los datos que trasladaba la OMS de lo que estaba pasando en China respecto a un brote de un nuevo coronavirus. Sabiendo que el virus viaja en avión, comentamos que la situación no era algo nuevo. Ya habíamos vivido situaciones de epidemias y posibles pandemias estando en otros puestos del Sespa (gripe A, ébola, gripe aviaria...). Habían sido alertas no acompañadas, por suerte, de una transmisión posterior, pero en todas las ocasiones tuvimos que estar preparados en cuanto a procedimientos, protocolos y material (EPI, respiradores...). Por eso, en ese mismo instante, comenzamos a prepararnos, ya que había muchas posibilidades, en este mundo globalizado, de que aquel coronavirus llegara a España y a Asturias.

Anticipación y dudas.

Decidimos, en aquella mesa del Chelsea, anticiparnos, “desempolvar” los procedimientos utilizados en aquellas alertas previas, adaptarlos a la posible nueva pandemia y adelantar la llegada de los materiales que utilizamos habitualmente: EPI, guantes, mascarillas, gafas, monos... Es decir, solicitar a nuestros proveedores (con los que tenemos contratos establecidos) el adelanto de lo que usábamos habitualmente durante cuatro meses. Si volvía a ser una falsa alarma, podríamos utilizarlo; y, si llegaba la epidemia a Asturias, tendríamos un estocaje mínimo de ese tipo de material básico para la seguridad de profesionales y pacientes. Eso fue el principio y así lo hicimos. Envueltas en las dudas, conseguimos un colchón de material que luego resultó fundamental.

El trabajo de laboratorio del HUCA.

Al mismo tiempo, y por suerte, microbiólogos del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) estudiaban el nuevo coronavirus y una fórmula para llegar al diagnóstico. Un procedimiento de diseño propio que, posteriormente, nos permitió depender del mercado en muy baja medida a la hora de comprar reactivos. Así llegamos a ser la comunidad donde más PCR se realizaron (1.639.049), con una capacidad de diagnostico precoz muy elevada. Y muy importante para aislar los casos y sus contactos y parar la evolución de la pandemia.

Reuniones sin respiro.

Llegaron decenas de reuniones a lo largo de semanas en las que ¡siempre! Salud Pública y el Sespa actuaron en común. Fuimos una sola pieza indivisible. Reuniones con los equipos directivos, con especialistas en medicina preventiva, profesionales de prevención de riesgos laborales, técnicos de salud, jefes de servicio de Urgencias, Medicina Interna, UCI..., sindicatos, diputados de la Junta General del Principado, sociedades científicas... No quiero pasar por alto esta cohesión y la importancia del trabajo coordinado de los equipos humanos que fueron capaces de mantenerlo en todo momento y bajo mucha presión. Y, todo ello, tratando desde el punto de vista asistencial de solucionar todas las patologías no demorables e intentando no retrasar diagnósticos. De hecho, las consultas presenciales o telefónicas y las pruebas se mantuvieron casi en su totalidad.

Y llegó el virus...

Fueron tres tardes en la Consejería esperando el primer caso, esperando el resultado de casos sospechosos. El primero, una familia China que había llegado de allí con fiebre y clínica respiratoria. Después, una chica joven que había llegado de Italia. Acto seguido, el primer caso en Asturias: Luis Sepúlveda, el 29 de febrero.

Plan de contingencia.

En las semanas previas, ya se estaba trabajando, sin descanso, junto con los profesionales de la Dirección General de Salud Pública, en un Plan de Contingencia de actuación del Servicio de Salud, que vio la luz oficialmente el día 9 de marzo. Aún recuerda Pía Giménez, subdirectora de Atención Sanitaria del Sespa, cómo ese mismo día, el lunes 9 de marzo de 2020, irrumpió en su despacho la gerente del Sespa, Conchita Saavedra, diciendo: “Hay que disminuir la actividad no urgente de los hospitales y centros de salud; hay que estar preparados para lo que nos puede llegar”.

Confinamiento.

El 11 de marzo se produjo el primer muerto por covid-19 en Asturias. Y el 14 de marzo fue la declaración del estado de alarma y del confinamiento. Para ese momento, ya se habían tomado decisiones en Asturias que aún no se habían adoptado en otras comunidades autónomas. Pienso que la de más enjundia fue el cierre precoz de los centros educativos debido a un brote importante en un centro en Oviedo. Esta decisión se tomó bastantes días antes de que se decidiese en el resto de las comunidades autónomas.

“Señoras, ¿a dónde van?”.

Mientras el resto de la población estaba confinada, nosotros, el sistema sanitario, como elemento esencial, comenzó jornadas intensas de trabajo, de reuniones en la distancia. Recuerdo las salidas del trabajo. En una ocasión, la primera vez que escuchamos los aplausos a los sanitarios y la canción “Resistiré” del Dúo Dinámico, a las ocho de la tarde en una plaza del Carbayón desierta. Gran emoción. O el día que nos llamaron la atención a Conchita (la gerente) y a mí unos trabajadores que recogían la basura cuando salíamos del Sespa a las tantas, y nos gritaron que nos fuéramos a casa, que qué hacíamos por la calle a esas horas. O cuando, muy al principio, tuve que confinarme y hacer varias PCR por un contacto estrecho mientras intentaba seguir con todo el trabajo de forma telemática.

Un vuelco al sistema sanitario.

En ese momento, el Plan de Contingencia del Sespa ante la epidemia del SARS-CoV2 dio una vuelta de tuerca al sistema de salud asturiano. Se aumentaron las presencias en el centro coordinador del SAMU, única entrada para los ciudadanos, junto con los teléfonos puestos en marcha. Se reorganizó la Atención Primaria, clave durante toda la pandemia, con el control y seguimiento de la población, con una respuesta telefónica y un seguimiento de los pacientes sintomáticos leves en domicilio. Esto evitó la saturación de nuestros centros sanitarios, situación que ocurrió en otras comunidades. Se agruparon centros de atención primaria para extremar las medidas de seguridad y establecer circuitos diferenciados de atención.

Una imagen imborrable.

El 19 de marzo llegó algo impensable hasta días antes: ¡El Ejército llegó al HUCA y en seis horas transformó el parking cubierto de urgencias en un hospital de campaña! Es otra imagen imborrable. Ver llegar los camiones del Ejército por la avenida hacia al HUCA nos hizo ser conscientes de que vivíamos algo excepcional y terrible. Quiero detenerme aquí para agradecer al Ejército español que siempre esté ahí cuando se le necesita. También se instalaron puestos médicos avanzados en Gijón y Avilés.

El desafío de proteger a los profesionales.

Seguíamos con el material, una terrible lucha asociada. Un gran equipo en el Sespa (liderado por Elena Garzo, directora Económico-Financiera) trabajó muchísimas horas, habló con chinos, turcos, embajadas de países europeos o aduanas al no llegar el material (si no aparecía o sencillamente “desaparecía”). La competencia con otras comunidades y países era grande, y los precios subían cada día. Nosotros seguimos dos reglas: nunca adelantamos el dinero y procurábamos acudir a nuestros distribuidores habituales o, por lo menos, conocidos.

Apoyo social.

Fue un momento de gran solidaridad. Muchas empresas asturianas nos donaron material, comida y bebida, colaboraron en buscar equipos o contactos en otros países para poder proveernos de Equipos de Protección individual... Y luego la lucha contra la falsificación de certificados de los materiales de esos equipos. Todos sabemos que también hubo personas que se beneficiaron durante la crisis de forma muy poco ética, por decirlo suavemente. Tuvimos que poner en marcha varios circuitos de validación del material antes de que llegara a nuestros profesionales. Gracias a ello no tuvimos casos de retirada o sustos de seguridad hacia los profesionales y pacientes.

Test PCR al por mayor.

Las reuniones con Salud Pública eran diarias. En algunas de ellas, nos acompañaba Daniel López Acuña, exdirector de Acciones de Salud de la OMS y experto en la materia. En la primera reunión, nos dijo que teníamos que realizar PCR al mayor número posible de ciudadanos, para poder realizar un diagnóstico precoz de forma muy accesible para la población y así contener la transmisión. Se montaron para ello los autocovid, que permitían realizar las pruebas PCR sin bajar del vehículo. Incluso se creó un autocovid pediátrico en el HUCA. Asturias consiguió así ser la comunidad autónoma con más pruebas diagnósticas por habitante.

La falta de aseos.

La primera vez que tuvimos que organizar un autocovid en unas horas, nos reunimos por la aplicación Teams con todos los equipos directivos para establecer circuitos, necesidad de material, de personal, modular los sistemas de información... Sin embargo, nos faltó algo fundamental: no habíamos alquilado unos aseos portátiles para los profesionales que realizaban las pruebas, ya que este primer autocovid estaba alejado de los servicios públicos.

Triplicar plazas de UCI.

En otra de esas primeras reuniones, Daniel López Acuña nos dijo que teníamos que triplicar nuestras camas de UCI, que era la parte más sensible. Salimos de la reunión pensando que, si llegábamos a ese número, la situación sería insostenible... Pero pasamos de 90 a 257 camas de UCI operativas. Se transformaron en UCI espacios dedicados a otras actividades (salas de reanimación, un helipuerto, varios gimnasios...), con un trabajo ímprobo de los servicios de ingeniería y mantenimiento de nuestros hospitales. En diez días estaba todo preparado. Afortunadamente, en ningún momento necesitamos utilizar todas las camas: el máximo fue 158 en la segunda onda epidémica (noviembre de 2020). En Asturias, como es bien sabido, todo paciente que necesitó cuidados hospitalarios o de UCI, independientemente de su edad, fue ingresado y atendido. Mientras tanto, en otros lugares, no había más remedio que determinar quién tenía respirador y quién no. Una situación en la que no quisiera verme como directora asistencial por nada del mundo...

Feria de Muestras y Credine.

En plena escalada de la pandemia, que como saben tuvo su pico de la primera ola en la primera semana de abril, se tomó la decisión de habilitar el Credine (Centro para enfermedades neurodegenerativas situado en Langreo) para poder cuidar y aislar adecuadamente a personas infectadas y a contactos estrechos. También se montó el hospital de campaña H144 en la Feria de Muestras de Gijón con el mismo fin. Esta decisión se tomó porque somos la comunidad con la población más envejecida de España y, además, hay casi 15.000 usuarios en residencias sociosanitarias, por lo que entendimos que teníamos que anticiparnos nuevamente. Finalmente, en esa primera onda epidémica no fue necesario usar el H144. Sí lo fue en la siguiente.

Coordinación.

Fue fundamental la coordinación sociosanitaria en el control de las residencias y la salud de nuestros mayores. El Sespa llegó a tener intervenidos 178 centros sociosanitarios. En cada uno, había un profesional responsable de la intervención (enfermeras, en la mayor parte de las ocasiones) y, además, un equipo de apoyo sociosanitario en cada una de las áreas de nuestro mapa sanitario.

Lo más duro.

Pasó la primera ola y llegó un verano tranquilo, el verano de 2020. Podíamos decir “Asturias paraíso sanitario natural”. Algunos proclamaban que en Asturias la pandemia, durante la primera ola, no había sido tan dura como en otras comunidades autónomas porque nuestra situación geográfica nos protegía... Pues debieron de desaparecer a finales de septiembre de 2020 las montañas, porque la segunda y tercera ola afectaron al Principado de una forma especialmente dura. Sin embargo, gracias a la experiencia adquirida, al conocimiento y a las evidencias científicas que comenzaba a haber respecto al covid-19, y sobre todo gracias al comportamiento de los profesionales, nuevamente se pudo responder.

La vacuna.

Y llegó el turno de Pepita Paleo, a quien, el 27 de diciembre de 2020, la enfermera Lara Menéndez administró la primera vacuna anticovid aplicada en Asturias. Sí, llegó la campaña de vacunación más complicada de la historia. El hito que nos marcamos desde el inicio fue que todas las vacunas que llegasen se pondrían durante esa misma semana. El objetivo era claro: vacunar lo antes posible al mayor número de personas con las medidas de seguridad adecuadas y produciendo la menor disfunción posible en el resto de la actividad asistencial. En este momento, el 83 por ciento de la población asturiana tiene la pauta completa de vacunación y se ha llegado a este nivel mucho antes de lo previsto.

Los profesionales sanitarios.

Ahora que ha pasado más de año y medio de esta guerra, está claro cuál ha sido el recurso más importante del Sespa: los profesionales. Se llegó a reforzar el Servicio de Salud con unos 2.500 profesionales de forma continuada. Hubo momentos (picos) en los que se reforzó el Sistema con casi 5.000 profesionales más respecto a los que trabajamos de forma habitual. El esfuerzo de los servicios de gestión y de recursos humanos ha sido muy importante. Hablando de profesionales, Napoleón decía a sus soldados para ir a la guerra: “El coraje no es tener fuerza para seguir, es seguir cuando no tienes fuerza”. Y eso es lo que tuvieron nuestros profesionales; ¡coraje! Todos los profesionales sanitarios son personas que tienen sus problemas y sus dramas personales. Sin embargo, por encima de todo eso, han estado día y noche trabajando por el bien de todos sus conciudadanos sin esperar otra recompensa que la satisfacción del trabajo bien hecho y el servicio a la sociedad en la que viven.

Vigilancia epidemiológica.

Otros protagonistas esenciales han sido el servicio de Vigilancia Epidemiológica y la Dirección de Salud Pública en general, y su complicidad con el Sespa en cada una de las actuaciones. La coordinación entre Salud Pública y la parte asistencial, el Servicio de Salud, fueron absolutas. Fuimos a una desde el principio, remando todos en la misma dirección, y esas sinergias multiplicaron las fuerzas individuales para provocar una potencia y un aprendizaje mutuo que nos hizo ser poderosos en conjunto y muy humildes de forma individual.

Virología del HUCA.

También el hecho de disponer de un servicio de Virología en el HUCA, puntero a nivel internacional, con sus instalaciones y sus profesionales muy cualificados, nos dio libertad de acción para realizar todas las PCR necesarias a sabiendas de que es la prueba diagnóstica más segura. Y realizarlas a un precio muy bajo, sin depender de las soluciones comerciales, caras y desabastecidas.

Rastreadores.

Ha sido impresionante el sistema de rastreo, con un equipo de casi 200 rastreadores intentando encontrar en cada caso y en cada brote la trazabilidad y la fuente de origen del contagio. Una labor tremendamente minuciosa y protocolizada con miles de entrevistas a los casos y a los contactos para intentar acotar, controlar y aislar los brotes hasta su desaparición.

La campaña de vacunación.

El gran esfuerzo logístico y operativo de la Consejería de Salud y del Sespa dio unos resultados excelentes. La creación de los autovac, los puntos de vacunación centralizados, el sistema de citación automática... No habríamos podido llegar a estas coberturas vacunales a día de hoy sin estas herramientas fundamentales.

Otras claves.

También han sido decisivos los servicios de Atención Primaria, a los que ya me he referido, y los servicios de Urgencias de los hospitales. Evidentemente, todo esto no podría haberse hecho sin la responsabilidad y solidaridad de la población asturiana. Ha quedado patente la importancia de los equipos sanitarios (equipos con mayúsculas) versus la individualidad en el trabajo a la hora de intentar conseguir un objetivo claro. Se ha demostrado que Asturias cuenta con magníficos equipos.

La importancia del sistema sanitario.

Dejo para el final lo más determinante: la importancia del sistema público de salud. Ahora que está tan de moda hablar el término “resiliencia”, utilizado en exceso y hasta banalmente, creo que un gran ejemplo de resiliencia, en el auténtico sentido de la palabra, ha sido el sistema sanitario público español, y como parte de él, el asturiano. Un factor crucial para el comportamiento de nuestro sistema de salud es que lo hemos dotado a lo largo del tiempo, no lo hemos abandonado, y para ello se han tenido que destinar muchos recursos de los ciudadanos. Si queremos que eso siga siendo así, sin perjuicio del indispensable papel que también desempeña el sistema sanitario privado, tendremos que seguir invirtiendo en el sistema público de salud, en la salud pública, en la coordinación sociosanitaria... Y ésta es una lección que tiene especial relevancia en una comunidad autónoma tan envejecida como es Asturias.

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