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Caminar hasta el colegio es la solución para disminuir la obesidad infantil: supone el 65% de la actividad física indicada

Convertir en una rutina el recorrido a pie al centro escolar ayuda a desarrollar una mayor flexibilidad cerebral

Caminar hasta el colegio es el 65% de la actividad física indicada

Una actividad tan sencilla como ir y volver caminando al colegio podría ser la clave para contraatacar los datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un nuevo estudio ha dejado en evidencia la falta de actividad física que está lastrando a los niños y adolescentes españoles.

Aún más: un estudio publicado en 2020, titulado “Prevalencia de sobrepeso, obesidad y obesidad abdominal en población española entre 3 y 24 años” concluyó que los valores de sobrepeso y obesidad en la población infantil y joven española son alarmantemente altos. Además, esos valores pésimos son mayores en el género masculino que en el femenino. Por eso, la Asociación Española de Pediatría (AEP) ha puesto en marcha un proyecto llamado “Caminando al cole”. Con él pretenden mostrar cómo con pequeños gestos, como el de ir caminando al colegio, se pueden cambiar las tendencias actuales.

La doctora María José Mellado Peña, presidenta de la AEP, asegura que “cerca del 23% de nuestros escolares tienen sobrepeso y en torno a un 18% padece obesidad”. La doctora defiende que caminar un kilómetro de ida y otro de vuelta –que sería una distancia media entre el colegio y el hogar– supone realizar hasta 2/3 partes del ejercicio diario recomendado en los menores. Desde la Asociación nacional de los pediatras también aseguran que ese paseo escolar ayuda en más áreas del desarrollo y el crecimiento infantil: permite mejorar el equilibrio y a incrementar la resistencia de la columna lumbar.

Suena básico, pero lo cierto es que promocionar el traslado a pie de la casa al colegio es noticia porque el ritmo de vida ajetreado de las familias, la pérdida de la sensación de seguridad que antes tenía la calle para los niños, o el riesgo derivado del crecimiento del parque automovilístico ha hecho que en una sociedad como la española cada vez sean más los niños acostumbrados a ir en coche a todos lados.

La presidenta de la Asociación de Pediatras señala, de forma paralela, que las aglomeraciones y el uso del coche para ir al colegio “contribuyen al empeoramiento de la calidad global del aire en las ciudades”.

De esta manera, ir caminando al colegio, además de ayudar a la disminución del sobrepeso y a colaborar en el desarrollo más conveniente del sistema locomotor, colaboraría en la lucha contra la contaminación atmosférica urbana (CAU), especialmente perjudicial para los más pequeños.

Los niños, dicen los pediatras, son muy vulnerables a la CAU por respirar mayores volúmenes de aire por kilogramo de peso que los adultos y por la inmadurez anatómica y funcional de sus sistemas respiratorios. Además, su menor estatura también influye, ya que respiran un aire con mayor concentración de contaminantes.

Y por si todo lo anterior pareciera poco, el provechoso paseo que aconsejan los pediatras en la ida y la vuelta de la jornada escolar, beneficioso para la salud y para el medio ambiente, también contribuye al desarrollo del cerebro infantil. Porque, dicen los expertos, la actividad física puede ser influyente en la plasticidad y flexibilidad cerebral.

El ejercicio a largo plazo favorece el riego sanguíneo cerebral y la creación de nuevas conexiones neuronales. Como bien asegura el doctor Julio Álvarez Pitti de la AEP, la actividad física que tiene lugar inmediatamente antes del colegio “predispone al aprendizaje y la concentración” observándose “mejores habilidades verbales, numéricas y de razonamiento”. Desde la Asociación pretenden realizar una llamada a la participación a Ayuntamientos, comunidades escolares y pediatras de España. Los niños que caminan estos 20 minutos al día no solo reducirán el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. A nivel emocional, aumentarán su autoestima, disminuirán la ansiedad y serán capaces de potenciar las relaciones familiares.

En Asturias ya ha habido varias iniciativas para impulsar las rutas escolares seguras y saludables. Avilés anunciaba rutas seguras hacia el colegio en su nuevo plan de movilidad; Corvera hace pocos meses contaba su intención de trabajar con las asociaciones de padres para avanzar en la potenciación de ese tipo de recorridos; Gijón, justo antes de la pandemia, implicaba a cuatro centros públicos en su despliegue de rutas urbanas más seguras para acudir a sus instalaciones. Eran los colegios públicos Lloréu, Piles, Ramón de Campoamor y La Escuelona, que se convertían así en los primeros en poner en marcha oficialmente el programa Caminos Escolares Seguros del Ayuntamiento.

Y esa potenciación la están promoviendo también los colegios de forma particular. Como las Claretianas de Oviedo, que tienen su propio proyecto o Plan de Desplazamiento Activo, que les llevó a realizar rutas de desplazamiento posibles al colegio, analizando aspectos a tener en cuenta para que en el futuro, esas rutas escolares seguras pudieran ser ser aprovechadas por todos. Todo trabajo es poco, y el aprovechamiento puede ser máximo.

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