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El alcoholismo que se destapó en el confinamiento hace crecer la demanda de terapias en Asturias

Tres expertos explican las llaves para salir de la prisión de cristal que es la dependencia del alcohol

Para salir de la prisión de cristal no son necesarias llaves; hace falta una reordenación casi total de la vida del paciente. Como es de cristal, la cárcel no tiene barrotes, sino –por lo general– forma de botella y es el eufemismo que suelen los adictos al alcohol para referirse a un problema que la pandemia ha descorchado. “Desde el confinamiento, el número de pacientes ha subido tanto en número como en gravedad”, asevera Eduardo Carreño, jefe de servicio de la Unidad de Desintoxicación del Hospital Covadonga (Gijón) y especialista en adicciones. El consumo aumentó considerablemente durante el encierro, aunque no todos los casos están llegando a las clínicas privadas de psicología o a los centros de desintoxicación. Solo a cuenta gotas. Cuesta convencer al enfermo para que dé el paso, confiesan los familiares.

Aunque esto tiene también su explicación. “El alcohol suele ser la puerta de entrada a adicciones mayores. Nadie va directamente a comprar cocaína así de primeras”, señala Elisabeth Ortega, psicóloga y directora del Centro Terapéutico de Adicciones (RED), con sede en Mieres. El alcohol es, desgrana, una droga legal y de fácil acceso. Una puerta hacia otras adicciones.

Las estadísticas son elocuentes y dejan a trasluz el problema. Por ejemplo, con los bares cerrados durante la mayor parte del año pasado, la compra de bebidas alcohólicas en los supermercados asturianos se disparó. Tanto que el consumo de cerveza, bebida alcohólica más consumida en la región, se incrementó un 18,1 por ciento durante el año del confinamiento, el del encierro. Mientras tanto, el de vino creció un 20,4 por ciento y el de sidra un 28,2 por ciento. Todo dentro de casa. Incluso el consumo de sustancias alcohólicas más fuertes (como brandy, whisky o ron) también repuntó con cierta intensidad. No está contabilizado lo que se consumió ya en bares y restaurantes cuando las restricciones se fueron flexibilizando una vez que la propagación del virus iba decayendo.

Eduardo Carreño, psiquiatra José Luis SALINAS

El encierro, señala Carreño, provocó que emergiera un problema hasta ese momento latente. “Muchos familiares que no conocían hasta qué punto el problema era tan grave animaron al adicto a ir a terapia”, señala. Acabó desenmascarándose una adicción que estaba oculta. Ahora el problema continúa. No afloja. “Solo hay que ver los botellones que hay”, añade el médico. Lo reconocen incluso los propios familiares de alcohólicos asturianos, agrupados en la asociación AL-ANON, que aseguran que desde el confinamiento el número de consultas que reciben (al teléfono 660307294) se ha multiplicado exponencialmente. “Las semanas de confinamiento hicieron que muchas familias se dieran cuenta de que había un problema y de lo complicado que es convivir con una persona que tiene esta enfermedad”, señala un portavoz de esta agrupación, que ha vuelto a recuperar las reuniones presenciales en once ciudades asturianas tras haberse pasado durante varios meses –debido a las condiciones sanitarias– a los encuentros telefónicos o las videoconferencias.

"Muchos familiares que no conocían hasta qué punto el problema era tan grave animaron al adicto a ir a terapia durante la pandemia”

Eduardo Carreño - Psiquiatra, jefe del servicio en el Hospital Covadonga

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Pero el problema viene de atrás. La de alcohol suele ser siempre la adicción mayoritaria. Muy por encima de la de otras sustancias. “La gente no sabe lo devastador que es el problema hasta que le toca de cerca, hasta que le afecta a algún familiar cercano”, señala Ortega. No obstante, los psicólogos asturianos resaltan que, cuando el paciente llega a sus consultas, el del alcohol no suele ser su único problema. Acostumbra a venir asociado de algo más, un trastorno de la personalidad por norma general. Es lo que se conoce como la patología dual.

El alcoholismo –como cualquier adicción y también como cualquier conducta humana– está ligada a unos factores de personalidad que predisponen al adicto al consumo. Es decir, que hay determinadas personas que tienen más posibilidades de acabar encerradas en esa cárcel de cristal que otras.

ESther Blanco.

La psicóloga ovetense Esther Blanco asegura que son aquellos que tienen una personalidad “más evitativa, más dependiente” –vamos, el tímido de toda la vida– los que tienen más posibilidades de acabar cayendo en esta adicción. Peligrosa. Este tipo de personas encuentran en el exceso de bebida una forma de desinhibirse, de regular sus emociones y de ser mucho más sociales. Contrasta, por ejemplo, con la personalidad que tienen otros adictos. “Otras drogas, como la cocaína, gustan más a personas con un perfil más narcisista, por esa sensación de poder y de euforia que transmite, por eso encaja más en aquellos con una personalidad más contranormativa”, señala Blanco.

“Hay que tener en cuenta la personalidad del paciente antes de abordar la terapia; lo más eficaz es integrar varios modelos diferentes”

Esther Blanco - Psicóloga, directora de la Clínica Persum

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Por eso, insisten los psicólogos, es importante tener en cuenta la personalidad del paciente a la hora de diseñar un tratamiento adecuado. Uno que lleve al éxito. “Una persona que tiene una adicción no lo es porque sí, lo es porque hay unos antecedentes, un origen. Las adicciones son la causa de, por ejemplo, relaciones familiares conflictivas u otro tipo de problemas”, alerta Elisabeth Ortega. Y también advierte de que mucha gente usa el alcohol como un desinhibidor de la conducta, pero esta sustancia no es más que un depresor del sistema nervioso central (SNC), con lo que después de unas primeras copas en las que todo es color de rosa, el mundo –a ojos del adicto–, y por extensión su propia vida, acaba por convertirse en algo hostil, gris e inhóspito. Peligro.

Teniendo todo eso en cuenta, en la coctelera es importante mezclar bien todos estos ingredientes para que el combinado –es decir, la terapia a seguir– deje buen sabor de boca. “Hay que tener en cuenta la personalidad del paciente. Todos tenemos una forma de ser que es determinante. Por eso es importante hacer ese estudio previo”, señala Blanco.

Elisabeth Ortega, psicóloga

Lo más extendido a la hora de tratar esta adicción son las conocidas como terapias cognitivas conductuales. Pero tienen un problema: solo atacan una parte del problema. Tan solo se ocupan del consumo puro y duro, y no se ocupan de otros aspectos importantes de la vida del adicto. Acaban por dejar cabos sueltos y dejan abierta de par en par la puerta a una posible recaída. Más peligro. Hay que combinar diferentes tratamientos, pero con cuidado. “Lo más eficaz en un tratamiento psicológico es la integración de muchos de esos modelos, lo que no quiere decir ir a un eclecticismo vacuo, sino a una integración que tenga sentido”, agrega Blanco.

Elisabeth Ortega aclara que entre los cabos que no pueden dejarse sueltos estarían, por ejemplo, la situación familiar, la educativa o, incluso, la jurídica del paciente. Sostiene que el tratamiento dependerá siempre de la persona que va a recibirlo. Casi como si se tratara de un traje a medida. No dejar ningún rincón sin atender.

“La gente no sabe lo devastador que es este problema hasta que le toca de cerca, hasta que lo empieza a sufrir alguien cercano”

Elisabeth Ortega - Psicóloga, directora del Centro Terapéutico de Adicciones (RED)

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Blanco, desde un plano más teórico, agrega: “Las técnicas más conocidas son las terapias cognitivas conductuales, pero esas van más al síntoma, al consumo puro y duro. Si hablamos de un trabajo más estructural, a la estructura de la personalidad, se hacen obligatorias otras técnicas, como la terapia focalizada en la transferencia (que ayuda al paciente a tener un mayor control sobre sus emociones), la terapia basada en la mentalización, terapia dialéctico comportamental. Son técnicas que inciden más en la forma de ser. De esa forma, la predisposición al consumo es menor”. Carreño añade que hay tratamientos farmacológicos que son muy efectivos también para tratar esta adicción.

Como puede verse, hay varias llaves para salir de la prisión de cristal, pero ninguna es universal.

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