La clave de los nutricionistas para preparar un desayuno con el que perder peso sin pasar hambre

Los nutricionistas te dan sus consejos para ese primer alimento del día

R. P.

En primer lugar tienes que tener claro que la pérdida de peso se ha de plantear a largo plazo y siempre con una meta de salud y no estética. Es decir: tienes que querer estar más delgado para que tu cuerpo esté más sano no para perder grasa porque sí. Si inicias una dieta demasiado estricta y la dejas aparcada en un determinado momento no lograrás tus objetivos. Y si no lo haces no podrás mantener la dieta en el tiempo.

Una de las preguntas que más repiten en las consultas de los nutricionistas aquellos que quieren perder peso es cómo tienen que ser sus desayunos. Ayer te hablábamos de (en este enlace lo puedes leer) como hacer la cena, una de las comidas más importantes de la jornada si quieres empezar a estar más sano. Pero lo cierto es que no existe estrictamente un momento en el que tengas que cuidarte más. Si quieres cambiar de vida tienes que cambiar de hábitos en general. Los nutricionistas llaman a huir de es viejo axioma tan repetido como falso de que el desayuno es la comida más importante del día: tienes que cuidarlas todas.

Para lo que sí es importante el desayuno es para evitar que te entre un hambre voraz a lo largo de la mañana y te veas obligado a picar entre horas. Ese “picoteo” normalmente de comida ultraprocesada con extra de grasa o de azúcar sí que va contra tus necesidades y contra tu objetivo de llevar una vida más sana. Por eso lo fundamental es que tu desayuno sea saciante. ¿Cómo conseguirlo? Con varios trucos. (Aquí te contamos el snack de moda para perder peso).

El primero es que tienes que dejar de comer galletas y bollos que hacen que te suba el azúcar tan rápido como te baja. Planifica el desayuno el día antes con calma. De la que haces la cena del día anterior haz también el desayuno de ese día y mételo a la nevera. ¿Lo ideal? Combinar fruta, avena, lácteos (te puedes tomar un café con leche entera sin problema, no le tengas miedo) o algo más “salado” como un huevo.

El caso es que una vez que acabes no puedes irte con la sensación de demasiado lleno pero tampoco con hambre. Ni lo uno ni lo otro. En cuanto llegues a la oficina, eso sí, bebe agua suficiente para aguantar sin picar hasta la hora de comer. Y un último consejo: lleva siempre en tu mochila una pieza de fruta para si te entra el hambre que te veas obligado a comer algo sano. Por último recuerda que si dejas el coche un par de calles más allá de la puerta de tu trabajo también ganarás pasos en los 15.000 que tienes que dar cada jornada para estar sano.