El mayor quebradero de cabeza que han tenido este año sus majestades los Reyes Magos ha sido el aprovisionamiento de bicicletas, componentes y ropa ciclista. La rotura generalizada de stocks en la industria de las dos ruedas ha sido tan sonada como la que se produjo en primavera con las mascarillas, el alcohol sanitario o el papel higiénico. Claro que en este caso de la bicicleta no es por acaparamiento, sino por el explosivo tirón que ha pegado la demanda, que desbordó a las fábricas, algunas de ellas paradas por el covid o con la capacidad de producción reducida por falta de suministros.
