Maria Dolores Fernández, Manuela Álvarez y Tere Llames echaban de menos sus partidas de parchís en el centro social de Villa Magdalena y para no quedarse sin mesa dejaban su sitio reservado a primera hora de la mañana. "A ver si recordamos como se juega", bromean. Llevan toda la pandemia sin hacer sonar los cubiletes y esta tarde no quieren perder el tiempo. "Cierran a las ocho y media así que no tenemos mucho tiempo", explica Manuela. "Aquí estamos muy bien, está todo ventilado y mientras que no bajen las temperaturas no pasamos frio", añaden Tere y Loli. En el centro social se desinfectan las mesas y los tableros aunque las fichas tienen que traerlas los usuarios. "Nos explicaron que no van a desinferctar una a una", añaden. Las restricciones de la pandemia han obligado a reducir el grupo de jugadoras, "aquí solo podemos ser cuatro por motivos de espacio pero antes hacíamos partidas de hasta ocho personas"
