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VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Luisma Murias

La historia de lucha de Miguel Casielles: la familia del joven maliayo con autismo denuncia la falta de residencias adaptadas

"En la residencia que me ofreció el Principado no atendían a mi hijo de forma adecuada", lamenta Alicia Peón

Miguel Casielles cumplió 21 años el siete de enero. "Fue un regalo de Reyes", asegura su madre, Alicia Peón. El joven maliayés tiene autismo, retraso psicomotor y no habla. "Tiene los intereses muy restringidos, no juega, no se entretiene con nada y necesita una persona continuamente con él para poder estar en la calle". Este verano su madre sufrió un ictus y le detectaron un aneurisma cerebral. "Tuve que pedir ayuda al Principado para que me dieran una plaza en una residencia porque no podía ocuparme de él", explica Alicia. El centro al que derivaron al joven tenía una planta para personas con TEA pero su familia comprobó en seguida que la atención que se prestaba allí no era la adecuada. "No había el personal suficiente, nos decían que los pañales eran pequeños y que por eso lo encontrábamos mojado cuando íbamos a verle. Mi hijo sufrió varias crisis y yo le notaba con la mirada perdida y decidí traerlo de nuevo a casa. En el informe que me dieron decían que no podían garantizar su seguridad". Desde el mes de diciembre la familia de Miguel Casielles busca, sin éxito, un alojamiento adecuado. "Nadie se ha preocupado de que haya residencias para grandes discapacitados, es un problema económico y una vergüenza porque había fondos europeos para residencias que no se en qué se han gastado", lamenta Emilia de Agustín, presidenta de RAITANA.

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