A Beatriz Campillo Fernández, ovetense, casada y madre de dos niños, le diagnosticaron un cáncer de mama en abril de este año durante una revisión rutinaria. Allí comenzó, como ella misma dice, «una carrera de fondo». Primero fue la operación. Luego, los análisis del tumor. Luego, la quimioterapia, que fue como el Angliru. Y ahora la radioterapia. Está ya al final del proceso. En terreno más llano. A la altura de la montaña fue cuando comenzó a caerle el pelo, debido al tratamiento. Optó por cubrirse la cabeza con una peluca. «Salí de la tienda con ella y no me la volví a quitar ningún día. No salgo a la calle sin ella, ni siquiera durante el verano cuando hacía 40 grados», explica. Es una media melena que le llega por los hombros de color castaño. Aunque lo de fuera es importante, también lo es lo de dentro. Lo que Campillo siente usando esa prenda. Con la enfermedad, «no es lo mismo verte bien que verte deteriorada, sin pelo, sin pestañas...». En definitiva: «Te ayuda a sentirte bien».
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