"A los ocho años, cuando me regalaron el primer reloj, lo acerqué al oído izquierdo y oía; después, lo acerqué al derecho y no oía. Se lo dije a mis padres y ahí empezó el movimiento. Parece ser que nací sorda del oído derecho. Tengo síndrome de Meniere. En el oído izquierdo tenía un 60 por ciento de audición y la iba perdiendo poco a poco". "En el colegio había días que a los profesores no podía oírlos. Me costó mucho trabajo estudiar. Empecé en la Universidad, pero en la clase éramos 200, y entre el ruido y que los profesores no te ayudaban, no me enteraba de nada".
